¨Gracias a este virus nos enteramos TODOS, que SOMOS IGUALES…¨
La cuarentena obligatoria hace que las conexiones humanas, en algunos casos, sean fluidas incluso con personas que no conocemos pero que nos sentimos cerca humanamente.
Esto es lo que me sucedió con Frida León Beraud (49) quien nació en el sur de Chile, vivió desde su primer año en la ciudad de Neuquén y ahora se reparte entre Zürich -Suiza-; San Telmo -CABA- y Villa de las Rosas -Prov. de Córdoba-.
Estudió actuación en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de Neuquén, donde vivió hasta los 21 años cuando su espíritu nómade la llevó a Alemania para estudiar ¨Teatro de Objetos¨ en la Escuela Nacional de Artes Escénicas Ernts Busch en Berlín porque -en ese momento- estaba en boga el Periférico de Objetos (1989), grupo de teatro que fue una bisagra dentro de esa forma teatral. Pero, ¨al final, las vueltas de la vida me llevaron a Suiza. Allí, en 2008, realicé un Master en Artes Escenográficas en la Escuela de Bellas Artes (ZHDK) de Zürich y ahora estoy con el profesorado¨, comenta Frida.
En cuanto a su relación con el barrio, dice: ¨Es emocional¨ y se remonta a 2011 cuando llegó ¨con un grupo de artistas suizos y alemanes a hacer una investigación sobre el tema Crisis que devino en una performance que presentamos en Buenos Aires y en diferentes ciudades de la Suiza alemana. Estuvimos seis semanas recorriendo la ciudad, entrevistando sociólogos, obreros, jubilados, artistas, comerciantes etc., en los diferentes barrios porteños y viviendo en una pensión en San Telmo. Ninguno conocía bien Buenos Aires y en ese tiempo hice amistades en el barrio, que duran hasta hoy¨.
Pero aclara que había venido ¨un par de veces como turista… Me siento segura en San Telmo, no siento que sea menos seguro que un barrio bohemio de Zürich o Berlin. Me gusta también el perfil, la autenticidad que posee. Hay barrios en la ciudad que, sin duda, son estéticamente más ¨producidos¨ pero para mí son réplicas de otros de Europa o Estados Unidos. Quizás tiene que ver con mi forma trashumante de vida; siempre digo que a mí San Telmo me adoptó¨.
Volviendo a su trabajo creativo, relata que ¨en 2008 fui invitada a un proyecto de intercambio artistico, durante dos meses en Nueva Dehli, con la titiritera indú Anurupa Roi. Trabajamos con su grupo, formado por jóvenes criados en un orfanato de esa ciudad y que fueron abandonados de bebés o se perdieron de niños en un tumulto de gente y aún siguen buscando a su familia. Esa experiencia me movió mucho internamente y volvió más fuerte mi deseo de servir de puente entre las diferentes culturas con las que me relaciono. Fue así que, cuando volví a Suiza empecé a armar, con mi grupo, el proyecto Perdidos en Buenos Aires, que concretamos en 2011. Las fábricas recuperadas y su organización impresionaron a mis compañeros. Conocimos también a la fotógrafa Graciela Calabrese, quien tiene un trabajo hermoso sobre fábricas recuperadas en Argentina y la invitamos a exhibir sus fotos en los distintos teatros en los cuales actuamos¨.
Pero su iniciativa continuó en 2015 cuando comenzó ¨el proyecto sociocultural Mozart en Moscú vía Buenos Aires que duró hasta 2018 y se ha ido transformando. Todo empezó como una autogestión mia, había escrito el concepto a nivel sociocultural, sabía que quería trabajar con los recicladores urbanos pero no encontraba un material teatral que me convenciese. En un seminario de dramaturgia que dictaba Ad de Bont, leí por primera vez el libreto de Mozart en Moscú y me pareció ideal porque aúna arias conocidas de Mozart, cuenta sobre su vida y tiene momentos muy bellos con títeres¨.
¿Cómo te relacionaste con los cartoneros?
No fue fácil convencer a una cooperativa de cartoneros. La oficina de Extensión Universitaria (UBA) fue de gran ayuda, nos contactó con gente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y conocimos a los chicos de las cooperativas: El Amanecer de los Cartoneros y Tras Cartón.
Pero ellos no sabían nada de títeres ni actuación…
Durante un año dictamos los talleres para los jóvenes de las cooperativas, referidos a la realización de títeres, escenografía y vestuario con materiales reciclados y técnica de manejo de títeres. Paralelamente se preparaba a los estudiantes de lírica del último año de la carrera en el Departamento de Artes Musicales de la Universidad Nacional de las Artes -DAMus, UNA-, con seminarios de actuación e interpretación de personajes, basados en la Ópera Mozart en Moscú. Para el papel de Amadeus Mozart convoqué a mi colega y amigo Francisco Lumerman (1982) y todo esto con la ayuda de la productora Felicitas Luna, aquí en Buenos Aires.
¿Se sumaron más manos solidarias?
A medida que iba tomando forma, se unieron fundaciones como AVINA y CHeLa de Villa Urquiza. Por otra parte constituimos la asociación sin fines de lucro CACO:BA, de Zurich -Suiza-, con amigos y conocidos que son artistas, psicólogos para adolescentes, contadores, químicos, teólogos comprometidos con la causa, para respaldar el proyecto durante todo el proceso tanto en la parte jurídica como logística ya que sabíamos que si se realizaban actuaciones con la ópera de Zurich, tendríamos que albergar a los jóvenes.
¿Hicieron un documental de ese proceso?
Sí, fue realizado por dos estudiantes de la Universidad del Cine en San Telmo: Victoria Piczman y Britta Schöning, esta última alemana que, en ese momento, estaba haciendo un intercambio.
Este hermoso trabajo, cuya música es de Juan Belvis (1981) vecino de San Telmo, tuvo su estreno mundial en noviembre de 2019 en el HoF Filmfestival en la ciudad de Hof (Alemania) y fue invitado al Film Festival en el Cairo (Egipto) y San Diego (USA). Esperamos que este año se estrene en Buenos Aires.
¿Cómo se concretó el proyecto?
En febrero de 2017 un grupo de 17 jóvenes, entre cartoneros y estudiantes, viajaron por dos semanas a Zurich para presentar la obra en Kulturmarkt, un centro cultural de la ciudad. Concretamente, el proyecto sociocultural está basado en la ópera juvenil llamada Mozart en Moscú escrita por Ad de Bond, excelente autor holandés que cedió sus derechos de autor para poder presentarla gratuitamente -en 2016- en el Centro Cultural 25 de Mayo de Villa Urquiza.
¿Fue una apertura para su futuro?
Depende desde dónde se mire la experiencia. Por ejemplo: todos los jóvenes recicladores urbanos terminaron su secundario mientras participaban del proyecto; me acuerdo su orgullo cuando me lo comentaban. Algunos comenzaron a ir a clases de teatro; dos del grupo dejaron de ir a la cooperativa y aprendieron peluqueria y maquillaje; Cristina, madre de tres hijos y cartonera, ahora cose en su casa.
Para mi el arte… en realidad la cultura y lo social van de la mano. Como la situación sociocultural se presenta a nivel mundial, es mucho más relevante el hecho de unir lo cultural y social, que antes. Estoy segura que, a través del arte, se pueden transformar conductas y desbaratar prejuicios. Por eso mi idea es acompañar para que se conviertan en multiplicadores de la experiencia ¿Quiénes mejor que ellos pueden contar lo que significa participar de una experiencia semejante?
¿Seguís en contacto con ellos?
Cuando estoy en Buenos Aires nos llamamos y tratamos de vernos. La relación perdura, no solo conmigo sino también con los cantantes y artistas. En febrero vimos todos juntos -en una función privada en el DAC, Directores Argentinos Cinematográficos- el documental Mozart Reciclado. Estos momentos son muy mágicos para el grupo, pero no es fácil, depende de muchos factores como paciencia y tiempo para que se construya una real comunicación y confianza mutua. Hay dos frases que repetiamos siempre durante el proceso, que a veces era muy incierto: ¨Creé y confia en lo que hago y no en lo que digo¨; ¨¡Todo es posible, inclusive lo imposible! Si no crees en eso, nunca te pasará nada¨.
¿El reciclado urbano sirve para algo más que para la venta por el sustento?
Claro que sirve para mucho más que para vender el papel y cartón. La cooperativa Tras Cartón es un ejemplo. Ellos realizan muebles de cartón prensado y son lindos, yo tengo una biblioteca. Hay emprendimientos de ese tipo y convenios con universidades… el tema es que todo se pierde en el limbo de la lucha del día a día.
¿El gobierno o la sociedad ayuda en ese sentido?
No veo un apoyo real, un seguimiento verdadero de los proyectos; no veo ganas de que estos jóvenes, muchos de ellos hijos de cartoneros y que quieren salir de ese medio, sean apoyados para con incentivos para estudiar y especializarse en el rubro o referentes que los tomen en serio. Me animo a decir que existe un cierto interés para que se mantengan en esa situación. Los intentos de llegar a una calidad profesional de productos con material reciclado, quedan siempre en la nada. Yo lo vi, no me lo contaron.
¿Se asocia el reciclado con la pobreza?
Desde mi punto de vista, sí. Y no tendría que ser de esa manera; a través de mi experiencia conocí gente muy capaz, honesta y muy comprometida con la causa de los cartoneros. Y también a algunos que no tienen interés de que haya una profesionalización en el rubro.
¿Del proyecto original surgieron otros?
En marzo de 2018 presenté otra fase: Uní en la muestra fotográfica Entre Fotos, Plástico y Cartón a Graciela Calabrese (Argentina) y a la fotógrafa Pia Zanetti (Suiza), quien había documentado la estadía de los chicos en Zurich. La muestra fotográfica la presentamos en IMPA -Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentina- recuperada, con el apoyo de IMPA Museo. Alli, los chicos contaban su experiencia de ensayos y viaje a Suiza en forma de una visita guiada y los cantantes líricos acompañaban con arias de Mozart. En 2021 pensamos presentar la muestra en Zurich.
En cuanto al potenciamiento del proyecto, ya vamos en la tercera fase: el documental. Creo que me alcanza con eso.
¿Podría replicarse en el Museo del Títere?
¿Por qué no? ¡Si hay un espacio, ganas y colaboradores me anoto! He estado en el Museo, pero no conozco a los colaboradores. Las máscaras y títeres las donamos al Centro Cultural en Barracas, pero sería lindo si los chicos pudieran mostrar cómo trabajaron los títeres con materiales reciclables y contaran sobre su experiencia. Yo los acompañaría en el intento…
Se nota en Frida el empuje y la energía por unir solidariamente a grupos para trabajar por la cultura y el bien común y, además de recomendarnos que estemos atentos al estreno del documental Mozart reciclado, nos pide ¨seguir creyendo en lo imposible, que de esta salimos todos juntos y lo digo desde Suiza, donde estamos encerrados, seguro, hasta el 19 de abril¨. Y como no puede disimular su positivismo, agrega en este momento de conmoción universal: ¨Gracias a este virus nos enteramos TODOS – sin diferencia de raza, creencia, sexo o condición social – que SOMOS IGUALES en esta tierra ¿Que virus más sabio, no? A ver si lo aprendemos globalmente de una vez¨.
Isabel Bláser
Maravilloso el trabajo que hicieron. Arte y amor. Dos expresiones sublimes
Estimada Laura, agradecemos tu comentario. Saludos.