1 DE 1 EDITORA presenta: Poesía visual

Elena Blasco

“San Telmo está plagado de artistas”. Con esta frase contundente, Elena Blasco enmarca su visión del barrio y su identificación con él.

Es egresada  de la Escuela Nacional de Bellas Artes, P. Pueyrredón y de la Escuela Superior de Bellas Artes, E. de la Cárcova, pero esto no la limita sino que es la base para su desarrollo en distintas disciplinas como el dibujo, la pintura, la fotografía y otras modalidades que va tomando para enriquecer su creatividad. Actualmente y junto con Mónica Vallejo, Marisa Rossini y Alejandro Thornton forma parte de “1 de 1 Editora”, que edita poesía visual, lo que fue la excusa que nos llevó a su encuentro.

Nos recibió en su taller de Humberto Primo al 800, abarrotado de su obra, donde se destacaba -en el caballete- una pintura que llenaba de color el día gris.

El Sol: Contanos sobre esta iniciativa

E.B: Fue una idea de Marisa y Alejandro a la que me sumé, porque me parece una actividad muy inclusiva. El criterio de la editorial es interesante, no nos interesa el derecho de autor, es libre. La armamos entre los cuatro, convocamos a artistas que vienen trabajando en el concepto de poesía visual y lo lanzamos el año pasado en Tucumán en el II Simposio Internacional de Arte Impreso. Sacamos seis números pero tenemos diez armados. Es un fascículo: una hoja, un color, un poema, un dibujo. Son doscientos ejemplares, veinte firmados por el artista que se venden a un precio, muy accesible, pactado entre él y nosotros; el resto, cada interesado nos da lo que le parece -explica, teniendo en las manos el suyo, “Flor”-.

¿Cómo realizan las impresiones?

La parte que no es imagen, el diseño está hecho en imprenta y las obras son serigrafías. La idea es que sea un poster desplegado, en un color. El tamaño es siempre el mismo. Serán diez números en el mismo formato e igual diseño de portada. Al terminarlos, decidiremos qué diseño tendrán los próximos diez.

¿Cómo elaboraste tu poema visual?

Como dice Alejandro, la poesía visual es una fusión entre el arte visual, la poesía y el diseño. A mí me costó muchísimo introducirme en esta expresión. Soy editora, tuve el atrevimiento de hacer poesía visual. Soy una atrevida en realidad, pero me encantó hacerlo porque uno se sale de su lenguaje habitual y explora otros. Primero hice el dibujo, porque no puedo salir de mi estructura de caballete, pero lo ideal es trabajar con imágenes de la gráfica. Es una fusión con la gráfica. Me parece que tiene un poder de síntesis que muchas veces no tiene la pintura. Sintetiza la idea visualmente.

¿Dónde se pueden conseguir?

En septiembre haremos el lanzamiento de la editorial en la Galería Arcimboldo (Reconquista 761, CABA) y al mismo tiempo estamos hablando con librerías del barrio para distribuirlos. Es muy independiente, no somos editores full time y lo hacemos aparte de las actividades de cada uno. Es un día a día.

Me impactó el trabajo de Clemente Padín ¿Considerás que es un referente?

Su producción es muy fuerte, es maravilloso, lo mismo que Juan Carlos Romero y tantos otros. La editorial contará con una de sus obras. Él logra la fusión de tres entes: el artista, la obra y el espectador. Al fundirse las tres intensiones, se produce el hecho artístico. A vos te pasó eso con Padín y es lo que todos deseamos que suceda.

¿El poema visual es, burdamente, una escritura ilustrada?

No creo para nada eso. Es un poema visual.

¿Se puede decir que es una creación contemporánea debido a los medios visuales que se utilizan a ultranza?

Digamos que facilitó el hecho de que existan programas de diseño con los que puede lograrse algo masivo, pero siempre se produjo poesía visual. Los dadaístas (movimiento cultural y artístico que surgió en 1916 en Suiza) la hacían recortando, pero siempre tenía que ver con la gráfica. Los diseños de programas de computación facilitaron eso, porque las letras siempre existieron.

¿Creés que los jóvenes se “enganchan” más en esta expresión, precisamente por eso?

No, en general la gente que vio esta producción es de mi generación. Pero los jóvenes con este tipo de arte se pueden meter más en la lectura de poemas y a los que les interesa el arte, les gusta mucho. Ahora invitamos a artistas que ya están instalados en este lenguaje, pero la idea es integrar a jóvenes porque nos encantaría que fuera masivo. La experiencia que tuvimos en la Feria del Libro de Córdoba, donde fue Marisa, es que la gente se acerca interesada. En ArteBA, pude comprobar que el público miraba pero había que decirle que abra el fascículo para ver la obra. Luego les encantaba.

¿Con los distintos diseños de letras uno puede armar un poema visual?

Unidos por una cabeza de un poeta visual, sí. Es como un pincel con una paleta de colores. El color en sí mismo no dice nada, pero a medida que lo unís armás una obra. Pero no cualquiera crea -solo con eso- una obra de arte.

¿Existen técnicas?

Tiene un lenguaje específico, esto es nuevo. No es una carrera ni una especialización -todavía-, pero se dan seminarios de poesía visual. De cualquier manera, en los ´80 en el Museo de Arte Decorativo vi poemas de García Lorca y, con el tiempo, me di cuenta que había hecho poesía visual con dibujos que se unían a los poemas. Pero no era tan gráfico, como lo que hablamos de la obra de Padín que es claramente poesía visual por lo que transmite.

Hablemos del barrio ¿Cómo te relacionás con él, cómo lo ves ahora?

Lo adoro. Cuando me casé viví en Defensa al 1300, luego me fui 4 años a Tucumán y después volví. Tengo mi casa y mi taller acá. El barrio está en mi obra. Tomo fotos de él, las selecciono y luego las traslado a la pintura; tengo pocas hechas de fotos que he tomado de otros lugares. Está plagado de artistas de todas las ramas. Pero está muy cambiado, antes era como una comunión vecinal donde todos ayudaban a todos. No me molestaban las casas tomadas, era enriquecedor, no había esa desconfianza hacia el otro que sí hay ahora a pesar de que hay más dinero. Está sucio, a la gente -en general- no le importa nada el de al lado. Además extraño a los anticuarios, lloré cuando se fue el de la esquina de Defensa y Humberto I porque miraba su vidriera desde los 17 años. Muchas galerías de arte se van, no pueden sostenerlas porque es caro. También antes tomabas un café, en un barcito del barrio, que iba a ser distinto al café de otro barrio. Ahora hay cadenas y el sabor es el mismo en cualquier lugar, pasa en otros rubros. Y tenés a Mafalda ¡verde! sentada en la vereda… todo está comercializado. Creo que mi límite sería si sacan la Fundación Forner-Bigatti (Bethlem 443).

                                                           Texto: Isabel Bláser Fotos: Mónica Seoane

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