Los objetos que narran historias
San Telmo no es solo su gente, sus recuerdos, su arquitectura, sus calles. San Telmo también es -como cualquier barrio- un mejunje de objetos. Faltos de voz, pero no de historia, ellos se la rebuscan para -de alguna manera- contar la suya.
La zapatería de Carlos Calvo y Defensa.
El señor Halliburton era dueño de la zapatería Garao ubicada en una esquina histórica de San Telmo como lo es la de Carlos Calvo y Defensa. El local donde estaba su negocio había sido la casa de Esteban de Luca, poeta criollo. “La zapatería era muy popular. Por años calzó a los vecinos que fueron sus fieles clientes” -nos cuenta Eduardo Vázquez, Director del Museo de la Ciudad- y permaneció en el barrio hasta aproximadamente la década del 80. Los santelmeños elegían la zapatería Garao por los modelos que se vendían. Pero en algún momento el señor Halliburton tuvo que sacrificar su negocio, por razones que no conocemos, y cerrar. Entonces, decidió poner a la venta todos los pares que había en su local. Muchos vendió y otros, los de temporadas anteriores, no.
Recordando que el Museo de la Ciudad atesora este tipo de objetos, el señor Halliburton decidió donarlos. Vázquez comenta que “Los diseños de estos zapatos femeninos marcan una época, por lo que tienen un gran valor para la historia de la indumentaria. Son los conocidos zapatos con plataforma de corcho, algunos tienen bisagras en la suela para facilitar el paso y, capellada de brin de vivos colores veraniegos”.
Más allá de la zapatería que se ha perdido, hoy los pequeños ´habitantes´ que alguna vez vivieron en sus estanterías, siguen relatando una historia. “Los modelos de los años de la década de 1940 entraron a la colección y pueden ser vistos en la muestra Cuando los porteños tenían otras cosas en la cabeza, hasta fines de noviembre en el Museo” -menciona Vázquez-. Lo que importa, finalmente, es que podamos rescatar las anécdotas.
El Dr. Santiago Pszemiarower, médico gerontólogo desde hace más de cuarenta años y vecino, nos dice: “Los viejos son verdaderos archivos vivientes. Porque nos pueden contar cómo eran los bailes, los carnavales, los casamientos, los transportes. Están transmitiendo formas y costumbres desarrolladas en un barrio, una ciudad, un país”. Así también obran los objetos. Ellos pueden contarnos historias. Por ese motivo, en su consultorio, resguarda objetos antiguos que le regalaron sus pacientes y amigos o que él ha adquirido.
Un ejemplo de ellos es una reja semicircular que perteneció a la casa de Ciriaco Cuitiño quien, junto con Andrés Parra, fue jefe de La Mazorca -brazo armado de la Sociedad Popular Restauradora, que apoyaba a Juan Manuel de Rosas y reprimía a sus opositores-. Algunos vecinos aseguran que sobre Chacabuco al 800 estaban sus depósitos de armamentos.
“En esta esquina de Chacabuco e Independencia había una casa muy vieja con arcadas; tenía cuatro o cinco. La reja formaba parte de ellas. Debajo de las arcadas había negocios: un joyero y un zapatero remendón. Estamos hablando de antes de 1980, cuando la avenida Independencia era angosta. Una de las arcadas correspondía a la casa de Cuitiño. Cuando ampliaron Independencia (demoliendo para ello las construcciones que se ubicaban sobre la misma) la reja estaba entre los escombros” explica Pszemiarower. De ahí fue recuperada.
La sala de espera del consultorio esta atiborrada de artículos que alguna vez tuvieron mucho uso, como por ejemplo: balanzas comerciales, teléfonos, máquinas para calcular y para facturar, ventilador, planchas. De estas últimas, la más pesada pertenecía a un paciente del doctor que era sastre y que se la regaló cuando su oficio comenzó a desusarse. “Ahora hay modistas que arreglan la ropa, la agrandan o la achican, sin embargo los sastres que hacían ropa a medida se pueden contar con los dedos de la mano” no dice Pszemiarower.
Así, los objetos del consultorio toman vida propia y cuando los pacientes los miran, mientras esperan ser atendidos, ellos ´les cuentan´ sus historias.
Lo que ves no es lo que es.
Una fachada es una fachada, es la “cara” de una casa, su relación con el afuera, es un conjunto de piezas que la van armando: ménsulas, modillones, balaustres, puertas, ventanas, rejas, balcones, etc..
Alberto González, vecino de San Telmo hace treinta años y profesor de la Escuela Taller conserva también objetos rescatados de restauraciones de fachadas del barrio donde él participó. Conserva, por ejemplo, el modillón de la casa de José Manuel Estrada. Este lugar, en Bolívar al 500, tenía una comunicación subterránea con la de su hermano Ángel Estrada ubicada a una cuadra de distancia, en Bolívar al 400. En la época de la construcción de la vivienda, “Rosas estaba enfrentado con Francia y con el Reino Unido y los hierros se usaban para la guerra. Entonces esta casa está hecha sin hierro”. Uno de los usos que se le daba a este material en la construcción era como sujeción de las diferentes piezas ornamentales a los muros o cielorrasos. El modillón que conserva González, fue apuntalado al cielorraso momento antes de echar la mezcla de cal que cubriría la parte inferior de una cornisa. De esta manera se logró unir esta pieza con el resto de la construcción.
Luego de una renovación en la residencia, el modillón de los Estrada iba a ser tirado a la basura y González decidió quedárselo. Ahora, es uno de los tantos recuerdos que guarda de sus intervenciones en las fachadas de la ciudad. Un pequeño tesoro.