Rescatando espacios comerciales del barrio

Diploma Testimonio Vivo de la Memoria Ciudadana 001El esfuerzo por restaurar y el orgullo por conservar

El edificio de Perú 677, donde hoy funciona una feria de productos orgánicos, fue restaurado en 2007 con trabajos de recuperación del edificio. Por los mismos recibió un premio del Museo de la Ciudad, que el arquitecto José María Peña otorgó en 2008. Fue una “intervención cardiaca”, la define su actual dueño.

Muchos conocen el edificio porque allí funciona la feria San Telmo Verde, pero desconocen la importancia patrimonial del mismo. Hasta mi charla con sus dueños, Guillermo Luján Williams y Noé Martínez, yo era una de ellos.

El edificio fue construido en 1903 por el arquitecto, de origen francés, Alfredo Massüe. Su particular estilo es un Art Nouveau con rasgos de arquitectura industrial. Originalmente el edificio albergó al “Bazar de la Favorita”. Al fondo del salón aún hoy puede verse la bovedilla interrumpida por un cielorraso de madera. Por allí se ingresaban, con poleas, los materiales al depósito ubicado en la planta alta. Otro ingreso era por la fachada, a través del ventanal izquierdo del primer piso, carente de la baranda de hierro que sí tienen los otros paños.

Muy de moda para la época, los bazares ponían avisos en las revistas del momento. Más de una vez el Bazar de la Favorita apareció en la Revista Caras y Caretas, anunciando la venta de artículos varios: juegos de mesa, vajilla, porcelanas, baterías de cocina, copas; entre otros.


Su primer uso fue comercial y, a  través de los años, tuvo pocas intervenciones arquitectónicas, con lo que se conserva casi como fue originalmente. Durante la revalorización a manos de Guillermo y Noé, se buscaron soluciones que respetaron -en gran medida-  los materiales, decoración y estilo originales. Salvo pequeñas adaptaciones necesarias, se hizo un trabajo muy cuidado, que Guillermo encaró con sus propias manos.

Bazar de la Favorita 1 001 001

 

Buenos Aires, “tenía unos adelantos (constructivos) para esa época, principios de 1900, alucinantes; yo estaba acostumbrado a una construcción mucho más ´primitiva´”, relata Guillermo quien adquirió sendos conocimientos constructivos siendo director de obra en España. Claro que el Casco Antigüo de Palmas de Mallorca –donde vivió cuarenta años- se había construido entre los siglos XII al XVIII. Con la restauración del edificio de Perú 677, Guillermo aprendió “nuevas” técnicas de construcción a las que no estaba acostumbrado. Técnicas que databan del siglo XX.

Guillermo nos cuenta que durante la obra de restauración “un señor de mi edad entraba a la obra. Yo lo veía mirar y preguntar cosas muy técnicas. En ese momento no lo conocía, era el arquitecto Peña”. El arquitecto no solo le hizo sugerencias y aportó soluciones arquitectónicas y constructivas, sino que le inculcó la historia del edificio. Finalmente fue la voluntad de ambos la que obró a favor de la preservación, a la que Peña -en cuyo corazón nunca va a dejar de palpitar la conservación de nuestro Casco Histórico- retribuyó con el Premio al Testimonio Vivo de la Memoria Ciudadana, en 2008.

De esta manera se ha recuperado un edificio que, si bien mantuvo casi toda su existencia la tipología comercial, aún hoy se sigue reinventando y ya lleva cumplidos ciento diez años.

                                                                                                          Clara Rosselli

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