La Historia Continua
“El interés que nos une es el barrio»
Recibimos la invitación de Fernando Giesso – arquitecto y socio de Giesso Propiedades- para la inauguración de la nueva sede en la calle Cochabamba 524, CABA. Nos pareció un buen pretexto para saber sobre las actividades actuales de esta familia, que forma parte de la cultura del barrio.
El Sol: Recordanos cómo llegó Giesso a San Telmo.
Fernando Giesso: Te cuento desde el origen. Mi bisabuelo genovés -huérfano y analfabeto- vino a Buenos Aires en 1850 con una mano atrás y otra adelante. Armó, con su mujer, un negocio de venta de ropa para hombres y sombreros el que luego pasó a manos de sus dos hijos. Cuando mi abuelo murió papá tenía quince años y la abuela se ocupaba de su casa, por lo que vendió su parte y el negocio quedó en manos de mis primos que ahora son los dueños.
¿Tu padre -Osvaldo Giesso- tenía otras inquietudes?
Se recibió de ingeniero, pero luego estudió arquitectura, porque era lo que le gustaba. Al barrio llegó en 1966 cuando compró una casa muy barata (Cochabamba 360, CABA), en un San Telmo muy devaluado. La propiedad tenía una estructura básica y con el concepto que tenía de no volver al estado original la mantuvo, pero todo lo demás fue contemporáneo: vidrios fijos, pisos de cemento alisado y otros detalles de la época.
Por esa casa pasó mucha gente de la cultura…
Sí, porque coincidió con el cierre del Instituto Di Tella (Florida 936, CABA) clausurado en 1970, cuando Onganía estaba en el gobierno. Muchos artistas plásticos vinieron e hicieron grandes obras, algunas efímeras porque era un centro de experimentación al mismo tiempo que un estudio de arquitectura. Entre 1966/76 compró dos casas contiguas y luego otra por la calle Defensa, uniéndolas. Allí se hizo un gran centro cultural donde estaban los Teatros de San Telmo con dos salas; el estudio de arquitectura y la galería de arte. Con el tiempo parte del lugar se alquilaba para fiestas y todo se denominó: Espacio Giesso. Mi padre lo llamaba “Las cuatro G”: Los teatros, la galería de arte, el estudio de arquitectura y la inmobiliaria que se creó en 1980.
¿Cuándo apareciste en esta historia?
En un momento que había poco trabajo de arquitectura, abrimos la inmobiliaria con la arq. Estela Reinoso -madre de mis hijos-, un martillero, él y yo. Actualmente están mi hermana, mis dos hijos, mi sobrino y cuatro chicos que son como sobrinos. Es un grupo muy familiar y el interés que nos une, es el barrio.
¿La inmobiliaria es un pretexto para estar juntos?
Es una forma de vida para nosotros porque lo pasamos muy bien, sobre todo en esta casa que inauguramos que es una maravilla. Almorzamos en el jardín, salimos al patio a hablar por teléfono o a fumar; la disfrutamos, trabajamos de otra manera. Es como un envión donde se van a expresar las generaciones jóvenes. Por ejemplo, una sobrina con su marido que imprimen telas o mi hija que es fotógrafa y lo usa como taller. Está pensado como una continuidad, la base es la inmobiliaria y esos “satélites” funcionando. Sentimos este trabajo como un servicio para la gente que quiere alquilar o comprar. Por supuesto nos sirve para vivir, pero si tenemos que acomodar los números, lo hacemos. Somos reconocidos en el barrio porque Giesso es una marca que empezó con mi padre y sigue con nosotros; la gente lo sabe y por eso nos recomiendan.
Yendo al tema del patrimonio tangible ¿Qué protegerías sí o sí, aun fuera del radio de San Telmo?
Caseros entre Jujuy y Entre Ríos, en la parte comercial de Parque Patricios. Ese sector está casi intacto, sin edificios nuevos, es de una homogeneidad increíble. Podrían hacer otra zona histórica, pero como por ahí trasladaron muchas oficinas del GCBA, seguramente ese entorno va a cambiar. En cuanto al barrio, no se debería tocar nada porque se supone que las casas anteriores a 1941 están protegidas.
¿Proteger tanto termina protegiendo poco?
Me parece que los que tendrían que encargarse no están muy comprometidos con ese tema. En la época del Arq. José María Peña, se lo veía a él con su comitiva recorrer todo para observar qué se hacía. No se les escapaba nada. Ahora eso no se ve. Hay lugares que están muy cambiados.
¿Por ejemplo?
La panadería de Perú al 1200. Es un edificio de los años cuarenta y la hicieron toda moderna. Les dije que era una lástima, que estaba lindo para algo que empezaba de cero, pero estamos en el Casco Histórico y con mucho menos dinero -porque tenían el equipamiento de los años 30- lo hubieran restaurado. Aggiornaban la iluminación y les quedaba algo lindísimo. En lugar de eso pusieron todo moderno, bien hecho pero común. ¿Cómo no aprovecharon eso? ¡Qué macana se mandaron!
En general no se valora lo antiguo…
La empleada me comentó que la mitad de la gente estaba a favor de modernizar y la otra no. Al final se inclinaron por hacerla así. Una pena, tenían todo para dejarla preciosa.
¿Está dentro del Área de Amortización?
Sí. Peña logró que se aprobara el “U24” (En 1979, se crea la Comisión Técnica para la Preservación de Zonas Históricas en el ámbito del Consejo de Planificación Urbana. Esta propuesta, representada en el Código de Planeamiento Urbano por la zona “U24”, comprendía la Avenida de Mayo y parte de San Telmo, y tendía a la recuperación del sector más representativo en términos históricos, culturales y también arquitectónicos de la Ciudad de Buenos Aires. Su principal objetivo era mantener el carácter original del área, previendo además la inserción de la arquitectura y formas de vida actuales, a través de un proceso dinámico), pero en la época de Cacciatore lo redujeron a la más mínima expresión, por lo que demolieron mucho. Hace dos años se volvió a involucrar toda esa área perimetral, pero igual veo que se están tirando abajo casas interesantes porque no hay control.
La farmacia de Carlos Calvo y Bolívar tenía los mostradores y los estantes de madera lustrada…
Recuerdo también la peluquería de la calle Defensa al 1100 de dos hermanos que eran una institución en el barrio. Fui una vez a cortarme el pelo, solo para verla por dentro. Había arcos en las paredes, muebles preciosos y ahora es un negocio que parece de la calle Florida. Le bajaron el cielo raso, pusieron porcelanato. No entiendo qué pasa. No ven, no se ocupan… no sé.
¿Les avisan a los compradores que hay inmuebles protegidos?
En realidad, los interiores de los locales no están protegidos, salvo los de los bares notables. Tendría que hacerse una extensión a otro tipo de rubros. En el caso que sí sea, le aclaramos que no se puede demoler y la gente lo acepta. Nuestros clientes comparten el gusto por lo antiguo, por eso casi no vendemos edificios a estrenar. Por ejemplo, cuando se estaba construyendo la torre de Garay y Piedras, juntamos firmas para parar la edificación y por unos meses se logró. Luego la empresa ofreció a las inmobiliarias de la zona la venta de los departamentos, pero no lo aceptamos porque nos habíamos opuesto a su construcción. ¿Cuándo cambió la fisonomía del barrio?
Después de la crisis de 2002 se empezó a gentrificar (cambio en las condiciones y equipamiento de un barrio, que atraen inversiones adicionales y mejoran la calidad de vida integral), porque al bajar los valores de los inmuebles compraron muchos extranjeros y la gente del barrio aprovechó para vender. El turismo es positivo y negativo porque muchos negocios clásicos cerraron y fueron reemplazaron por otros de diseño o rubros pensados para el que nos visita, no para el que vive. Pero eso ya pasó cuando los anticuarios invadieron la zona y desplazaron a los antiguos negocios. La gente primero se opuso y luego los adoptó porque -con el tiempo- le dieron un carácter a San Telmo. Actualmente se opta más por el minimalismo y es porque está saturado de antigüedades. Incluso en París cerraron un montón de anticuarios; son fenómenos mundiales.
¿El Metrobús benefició al barrio?
Estoy feliz que sacaron los colectivos, porque las calles Chacabuco y Piedras eran un desastre por la polución y el ruido. Pero en realidad el problema es el sistema de colectivos.
¿Conservamos las casas antiguas o es una “antigüedad”?
Nosotros apostamos siempre a la casa antigua y tiene que ser mantenida en su totalidad, como dice la normativa de la APH (Área de Protección Histórica). Esa cosa de dejar la fachada y hacer todo nuevo, como si un monstruo se comiera lo de adentro, no me parece. La fachada y los patios no deben tocarse porque por allí “respiran” y ese es el espíritu de la edificación. La gente valora lo que está comprando, lo arregla, lo mantiene, pero hay mucha que vive en departamentos con expensas muy altas o casas y no pueden costear esos gastos y así todo se va arruinando. Para que no suceda hay que ayudar con créditos blandos o subsidios, porque sale muy caro el arreglo de frentes antiguos y no hay mano de obra especializada, por eso sería importante el trabajo de la Escuela Taller del Casco Histórico.
¿Cuáles son los principios básicos del cuidado patrimonial?
No modificar fachadas ni bajar mucho los dinteles o ensanchar ventanas. A mí me gustan las veredas de cemento, pero no dan con el paisaje de San Telmo porque aquí siempre hubo baldosas. Recuerdo la oposición que se generó, cuando quisieron unificar la vereda con la calle.
¿Creés que hay un atropello edilicio?
Hay casas que se demolieron en el Área de Amortiguación. Por ejemplo, en Cochabamba al 600 una muy linda de dos pisos donde había talleres u otra sobre la calle Balcarce al 1300. Allí habían hecho uno de los mejores reciclajes de los años setenta y, aun así, no importó.
Los “vientos” en San Telmo van y vienen, pero saber que los Giesso siguen en el barrio nos da tranquilidad porque -seguramente- su “alma” estará resguardada.
Actualmente, como arquitecto, la actividad de Fernando Giesso es la investigación arquitectónica. Precisamente, el domingo 25 de agosto en la Feria del Libro Tigrense, fue presentada la obra -editada por el Fondo Nacional de las Artes- “Casas de Tigre, Patrimonio Arquitectónico”, de la que es autor junto con Estela Kliauga, Nora Roncal y Lydia Michelena Crook. Este libro es una actualización del publicado en 1997.
Texto y Foto: Isabel Bláser