Los comienzos del séptimo arte
Fernando San Martín
Heredó de su padre la pasión por el cine. Él fue quien le regaló su primer proyector alrededor del cual reunía a su familia para pasar películas de “El gordo y el flaco”, Buster Keaton o Charles Chaplin. Desde chico venía al mercado de San Telmo, más precisamente al local de Roberto Blanco un coleccionista que vendía películas en súper 8 y 16 milímetros. Fernando podía pasar horas revolviendo las estanterías del local. Más adelante, algunos coleccionistas -entre ellos Marcelo Blanco (hijo de Roberto) y Julio Moisá- pusieron un puesto en la Plaza Dorrego, donde vendían y canjeaban fotografías y cámaras antiguas.
Ahora, a sus 47 años, Fernando San Martín, acaba de publicar el libro “Cine Mudo Argentino 1896-1932”, un exhaustivo trabajo de investigación y compilación de la historia y el recorrido por la producción silente nacional (lapso anterior a la introducción del sonido en las películas), que revisa el primer período de nuestro cine que, para cierto público, es totalmente desconocido.
“Se hicieron más de 600 películas entre 1896 y 1932 y el 90% del período mudo del cine argentino, desapareció”; afirma el realizador, fotógrafo y docente con quien dialogamos en El Federal.
“El cine mudo duró hasta 1928 y desde ese año al ‘32, las películas se sonorizaban con discos de pasta, a través del sistema Vitaphone. Por entonces descollaban: Olinda Bozán, Libertad Lamarque, José Gola, Florencio Parravicini, Enrique Muiño, Pierina Dealessi; entre otros”, cuenta Fernando.
Mientras que en Francia los hermanos Lumiere filmaban: “La llegada del tren a la estación de la Ciotat”, “El beso” y “Salida de los obreros de la fábrica” en 1895, apenas seis meses después Eustaquio Pellicer (creador del semanario “Caras y Caretas” y la revista “Fray Mocho”) hizo la primera proyección de los famosos cortos en el cine teatro El Nacional”, recuerda San Martín, quien no es descendiente del Padre de la Patria.
El autor hace una breve síntesis de la historia del cine nacional: “Un fotógrafo francés, llamado Eugenio Py, fue quien comenzó a filmar en nuestro país. Lo primero que retrató fue la bandera argentina flameando en la Plaza de Mayo (1899) y luego, ´La llegada del Dr. Campos Salles a la Argentina´ (por entonces presidente de Brasil). Al principio, se rodaban noticieros cortos. Recién en 1902 Eugenio Cardini hizo el primer film de argumento, “Escenas callejeras”, que duraba dos minutos. En 1914 se filmó el largometraje “Amalia”, basado en la novela de José Mármol, que se proyectó en el teatro Colón. En sus comienzos el cine no dejaba dinero, hasta que -en 1915- Ernesto Gunche y Eduardo Martínez de la Pera filmaron ‘Nobleza gaucha’, que, por primera vez, triplicó el monto de la plata invertida y estuvo catorce años en exhibición”.
Fernando San Martín trabajó con algunos de los más destacados directores argentinos, como Leonardo Favio (“Gatica, el mono” -1993-), Sergio Renán (“El sueño de los héroes”, filmada en San Telmo -1997-) y Juan Bautista Stagnaro (“Casas de fuego” -1995- y “La Furia” -1997-).
“Si no hay intencionalidad de almacenamiento, dentro de treinta años no se podrá ver cine argentino ya que, mientras las películas en 16 milímetros sobrevivieron 100 años, los actuales DVD tienen poca vida útil”, se lamenta el ex director del Museo Histórico Fotográfico de Quilmes, al tiempo que destaca el valor del Museo del Cine ubicado al lado de La Usina del Arte (-Agustín R. Caffarena 51, La Boca, CABA-). “Hay una anécdota que refleja la desidia con nuestro cine: Con películas de 35 y 16 milímetros derretidas se hicieron peines y tacos aguja de plástico para zapatos de mujer”; comenta Fernando, quien actualmente está más dedicado a la fotografía, ya que eso le permite estar más cerca de su familia. Desde hace veintitrés años es profesor de Fotografía y Medios Audiovisuales en los talleres barriales de zonas carentes de Quilmes.
Pero, más allá de lo laboral, su proyecto más importante para este año es festejar los quince años de su hija.
Texto y foto: Diana Rodríguez