La Gran Mateada Barrial
Un experimento en generar comunidad desde el encuentro vecinal
El sábado 28 de noviembre se llevó a cabo, en San Telmo, un encuentro vecinal que iluminó un rincón de la Plaza Dorrego con la buena onda generada por unas 200 personas que pasaron a lo largo de esa tarde. La Gran Mateada barrial no pretendía ser más que eso —una invitación a tomar mate con el vecino al aire libre, como se hacía durante muchos años en muchos barrios de costumbre natural. Muchos de los vecinos más antiguos de San Telmo nos han dicho que antes era común que la gente saliera a tomar mate y compartiera los espacios públicos—plazas, veredas, portones y parques—y su propia compañía.
Pero si la inspiración de la mateada vino del modelo barrial de generaciones pasadas, el génesis de este evento en particular fue cuando un vecino, Enrique Avogadro, mencionó al Sol de San Telmo una tradición en Inglaterra llamada “The Big Lunch”. “El Gran Almuerzo” es una comilona comunitaria que se llevó a cabo en cientos de barrios y pueblos del país el 19 de julio de este año, y logró que más que un millón de ingleses se sentaran al lado de sus vecinos para compartir una comida al aire libre y conocerse mejor. La idea es fortalecer los lazos sociales debilitados por una cultura individualista y marcada por el aislamiento, la desconfianza y la inseguridad.
Con la buena voluntad de Pablo Ortiz, presidente de la Asociación de Comerciantes y Amigos de la Plaza Dorrego, quien ofreció el espacio de su propio bar para el evento, y Nora Palancio Zapiola, veterana productora de eventos en la plaza, decidimos hacer un encuentro vecinal pero con la modificación autóctona de compartir mate en vez de una comilona. Se sumaron más personas y la idea tomó forma como una oportunidad para invitar, además de vecinos, otras asociaciones barriales a participar y conocer mejor al vecindario y sus inquietudes.
Durante un mes y medio un pequeño grupo de organizadores voluntarios donaron su tiempo y energía para colgar afiches en vidrieras, repartir volantes en locales, y pedir alguna que otra colaboración—desde facturas y MateListos hasta dinero e impresiones para la difusión. A pesar de ser un trabajo a puro pulmón, logramos involucrar 27 organizaciones y comercios locales en la iniciativa.
El día del evento fue bendito por sol y la temperatura justa para querer tomar un mate en la sombra del palo borracho de la esquina de Anselmo Aieta y Betlén. La gente empezó a acercarse media hora antes del comienzo anunciado y a lo largo de la tarde siguieron apareciendo caras nuevas representando la gama variada del patrimonio humano de San Telmo.
Había desde ancianas que vivieron todas sus vidas en el barrio hasta chicos de familias nuevas; artesanos y trabajadores de la plaza; turistas y extranjeros ya radicados en Argentina; una buena representación de jóvenes contrarrestando la noción que tomar mate en la plaza es sólo para los viejos; un poeta que recitó sus versos; una mujer de la calle que vino caminando desde Constitución y contó, al final, que había sido una de las tardes más felices de su vida; gente humilde y gente de clase alta; diseñadores y artistas plásticas; jubilados, escritores, trabajadores y amas de casa; y una linda representación de asociaciones barriales incluyendo los Bomberos Voluntarios, el Club San Telmo, Buenos Aires de Pie, la Asamblea Popular Plaza Dorrego, Basta de Demoler, San Telmo Preserva, la Salita de Salud CESAC Nº 15, el CGP1, y hasta una grata aparición del director del Casco Histórico mismo, el Arquitecto Luis Grossman, quien llegó con sombrero de paja y unas bolsas de pepas.
Esta diversidad de clases, edades y culturas es, en sí mismo, algo llamativo en un barrio tan chico como el nuestro. Pero que tantas personas distintas se hayan reunido por el simple hecho de conocerse un poquito más y hacerse más vecinos es algo notable. Lo que se notó esa tarde eran las ganas de enlazarse y de rescatar la idea de “barrio familiar” que tanto se nombra como uno de los aspectos más valiosos de vivir en San Telmo.
La tarde cerró con una tanda de música folklore tocada por Federico Winniczuk y Lucía Gómez, y entre las palmas de la chararera y las expresiones claras y atentas del público circulaba un aire puro, cálido y sano. Era el aire que respira la gente cuando está junta, en comunión y comunidad, sin objetivos ni pretenciones salvo el disfrutar de la simple conexión humana.
Varios preguntaron cuándo se va repetir la Gran Mateada Barrial, y la verdad es que depende de la voluntad del barrio. Si se suman más personas y asociaciones se puede hacer el evento más seguido. Pero de todas maneras, proponemos que los vecinos de San Telmo salgan solos, sin ningún impulso externo, el último sábado de cada mes a tomar mate al aire libre y conectarse un poquito más con el barrio.
—Catherine Mariko Black