Feria de Antigüedades, el emblema del barrio
La Comisión de Permisionarios de la Feria de San Pedro Telmo, el jueves 21 de diciembre, entregó juguetes navideños en la salita de salud -CESAC N° 15- ubicada en la calle Humberto I° 470, CABA-. Este gesto, como otros tantos que han venido sucediéndose en el transcurso del “año viejo”, demuestra un mayor sentido de pertenencia de este símbolo del barrio para con las instituciones y vecinos de nuestra pequeña aldea.
Por ese motivo y para saber más sobre la organización y proyectos de nuestra Feria de los domingos, nos reunimos con el Dr. Juan Carlos Bravo, funcionario del Museo de la Ciudad -a cargo del Lic. Ricardo Pinal, desde 2013-; Eduardo -Lalo- Segurado, Presidente de la Comisión de Permisionarios de la Feria de San Pedro Telmo; Susana Gargiulo, permisionaria, alma mater de la Feria (quien, junto a su hermana Teresa, sigue la tradición de su madre de armar el enorme pesebre en su casa de la calle Brasil al 400, que actualmente cuenta con más de 400 piezas y forma parte de la cultura del barrio, desde hace más de 70 años) y Lucía Di Giorgio quien hace más de 20 años tiene su puesto y le transmitió a sus hijos el amor por la historia de los objetos y su valor cultural.
¿Qué medidas tomó la nueva Comisión?
Lalo: Organizamos la parte de tesorería y pagos, haciéndola más formal, más profesionalizada. En la ordenanza, hecha por Peña, que regulariza la Feria, figura lo que debe hacer la Comisión y propusimos un reglamento para el funcionamiento de sus representantes y el Museo lo integró. Por otro lado, cambiamos la forma de vinculación con el barrio y las instituciones; la estética y, junto con el Museo, trabajamos en publicidad y logramos tener propaganda radial y estar en la página oficial del GCBA; actualizamos las redes sociales; ordenamos el registro admisión, fiscalización en la renovación de permisos y control de asistencia.
¿Hay alguna pendiente?
Lalo: Tenemos que trabajar sobre el plano de la feria y un desafío grande es el de la limpieza, porque la visitan muchísimas personas y eso genera basura. Conseguimos que la Comuna la haga y le agregamos tres personas más que vienen los domingos a la mañana antes de abrir la Feria y luego del cierre. Sacamos alrededor de 70 bolsas de basura. El operativo de limpieza está adjudicado pero la empresa de basura no puede entrar temprano, por eso tenemos que lograr combinar los horarios con las otras ferias que hay para que puedan pasar los camiones y la hidrolavadora.
El Sol: ¿Cuál es la función del Museo de la Ciudad con relación a la Feria?
Juan Carlos: Entre otras cosas, fiscalizar y trabajar en conjunto con los permisionarios para mejorar su desempeño, controlar las licencias y el presentismo, otorgar permisos nuevos, acompañarlos en sus actividades con la comunidad. Hay que tener en cuenta que son 268 puestos autorizados y actualmente están ocupados 236.
Lalo: El resto no son puestos libres sino que, al haberse modificado la Plaza Dorrego, hace algunos meses, hemos perdido espacio y estamos buscando la manera para que entren los que restan.
¿Qué hace la Feria para vincularse con el barrio?
Lalo: Uno de nuestros primeros objetivos como Comisión fue trabajar en conjunto, realizar actividades que incluyan a los vecinos y a las instituciones. Por ejemplo, tramitamos la Estación Saludable; entregamos juguetes en la salita de salud para repartir en Navidad; llevamos también a la Isla Maciel y Papá Noel “estuvo” en la plaza Dorrego para los chicos del barrio. Nos estamos re-vinculando con los bomberos voluntarios; con la parroquia de San Telmo y con la Comuna, porque la Feria de los domingos es una parte importante del barrio y del Casco Histórico.
¿Cómo los reciben?
Lalo: Bien, sentimos que tenemos que devolverle al barrio algo por los “inconvenientes” que le causamos al armar los puestos; cortar el tránsito; el ruido; la basura, etc. Una medida nueva, también con ese fin, es incluir a vecinos -como sucede en el sector de la Feria de Defensa entre Humberto I° y San Juan, donde hay cuatro de ellos trabajando-.
Juan Carlos: Tratamos de integrarnos y también estamos buscando un formato para, como Museo y a través de la Feria, acercar a los chicos en edad escolar con el objetivo de mostrarles lo que representan las antigüedades y que estén en contacto con la historia, directamente.
Se nota también un cambio…
Lalo: Sí, estamos trabajamos muchísimo en eso. Adornamos con faldones y cenefas todos los puestos, hicimos nuevo el puesto de Informes y agregamos mucha ornamentación.
Lucía: La nueva administración ha reordenado la Feria muy bien. Todos tenemos lugar para estar: los que vendemos y los que compran; los turistas pueden disfrutar mejor del paseo y de la decoración de los puestos. Por otro lado, se hace más publicidad y se incorporó gente joven que -además- es restauradora y eso sirve para darle oportunidad a las nuevas generaciones.
Susana: A la Feria la he visto crecer y ha tenido momentos buenos y épocas malas. Ahora está repuntando, dando otra imagen para atraer público. Por otro lado, es bueno que se incorpore a los vecinos como feriantes y siempre están los espectáculos de Pedro -el Indio- Benavente y Gustavo Margulies, que suman mucho.
¿El Museo de la Ciudad ayuda en este sentido?
Juan Carlos: El Museo organizó distintos eventos de muestras de los chicos del barrio para que pudieran exponer lo que hacen y puso a disposición el espacio para que la Orquesta Juvenil de San Telmo tenga lugar para ensayar. Los domingos de diciembre tocaron músicos de la zona y fueron difundidos en su página oficial y en la de la Feria. Tratamos de integrar todas las acciones, somos muy abiertos y permeables a trabajar con el barrio.
¿Cómo enfocan el tema de la seguridad?
Lalo: Pedimos mayor presencia policial y también contratamos seguridad privada que la pagamos con un fondo que juntamos de la cuota de los permisionarios, para cuidar que el visitante no sufra algún hecho delictivo o, por lo menos, que las probabilidades sean menores. A ese personal le hicimos un chaleco para distinguirlos con el objeto de disuadir y también como contención, porque así la gente que viene se siente más segura ya que hay que tener en cuenta que en la “hora pico” pasan alrededor de 4.000 personas.
Susana: Tenemos que recuperar mucho público importante que venía todos los domingos, como Gino Bogani y ahora -por estos temas- no vienen.
Lucía: Sí, pero también se crea una mala imagen porque acá pasan cosas como en toda la ciudad.
Juan Carlos: La Feria forma parte del circuito turístico, por lo que tiene una seguridad especial pero siempre hacemos hincapié en ese tema porque queremos que el vecino y los que vengan a visitarla estén tranquilos, por eso reclamamos siempre seguridad, sin exagerar, pero siendo realistas.
Volvamos a las actividades concretas de la Feria…
Lalo: La Feria puede dar mucho más. Estamos en un proceso diferente, pero el concepto fundacional es el mismo. Si querés buscar un mercado de competencia perfecta de antigüedades, lo tenés acá; además de los espectáculos, la Feria de las Artes y lo de alrededor de la plaza, agregado a los puestos que ahora están en Defensa al 1100; todo lo cual representan ese espíritu.
Juan Carlos: Trabajamos para que la parte que está funcionando lo haga con modernidad y dentro de 6 o 7 meses, cuando terminemos esta etapa, buscaremos más cosas.
¿Qué pasa con las otras que se desarrollaban en el año?
Lalo: Está la de los domingos que se rige por la ordenanza 27.736 del año 1973 que después se convirtió en ley. Luego los sábados había cinco ferias: una durante el mes de abril y otras cuatro extendidas durante todo el año. Ahora unificamos el formato, con la aprobación del Museo y hacemos la de abril y las otras cuatro juntas en el mes de octubre: la de ropa, metales, libros y coleccionables. El criterio del Arq. José María Peña era darle a la gente una oportunidad de vender. Esto se hizo desde 1988 al 2012, luego se suspendió y ahora lo retomamos.
Juan Carlos: Para participar se tienen que inscribir en la sede del Museo, Alsina 412 piso 1, CABA y las condiciones las encontrarán en la página web del GCBA.
¿Qué medidas se pensaron para mejorar el funcionamiento de la Feria?
Juan Carlos: La idea básica es organizar las actividades, hicimos un censo porque queríamos saber cuántos puestos había, desde cuándo estaban, armar un registro con sus datos para poder identificarlos y luego renovar la estética, porque se había quedado en el tiempo. Que tuvieran una web porque, independientemente del comprador que los visita, esto también se está modificando y no son las mismas formas y necesidades que el que compraba hace veinte años. Antes las casonas eran enormes y ahora, con los mono-ambientes, no pueden llevar un ropero sino una pequeña cómoda. Además se vende mucho por internet y redes sociales, por eso conversamos para modificar la forma de compraventa ya que hay una realidad diferente para tener en cuenta. Hay que unir lo que están buscando con la oferta de otras cosas que les puedan interesar.
Lalo: Con respecto a actualizar los rubros, no es vender cosas nuevas. Por ejemplo, en juguetes, buscamos el de chapa, pero en realidad hay muchos que pueden entrar dentro de lo que el Museo admite, ya que la ordenanza dice: cosas viejas y artesanías de 30 años para atrás.
¿Les interesa a los jóvenes ser permisionarios?
Juan Carlos: Tratamos de que haya gente joven y que los más antiguos les transmitan los conocimientos, porque no pueden venir a improvisar. Quizás en otra etapa la posibilidad sería tener un ayudante que quiera entrar en el mismo rubro y luego “separarse” del permisionario, cuando adquiera experiencia. Pero también hay que educar a los que vienen a comprar, porque si no tampoco vendrá nadie porque no sabrán el valor de lo antiguo.
¿Debería haber un cambio generacional para que siga siendo una atracción?
Juan Carlos: Si no logramos que los jóvenes absorban el espíritu, se va a perder. Hay que ir escalonando gente de 30/50 años con los mayores, para que les transmitan su saber. Algo hay que hacer porque la gente grande no puede estar 7, 8 o 10 horas, aunque quieran y les guste. Podrían tener otro rol, ser consejeros u orientadores.
Lucía: El mecanismo es que lo que viene se incorpore a lo anterior, hacer un legado de la información y el saber. Yo lo he hecho con mis hijos, que también aman este lugar.
Lalo: La permisionaria más antigua tiene 90 años. Es lógico que haya un cambio generacional, conservando la estructura y las formas para que no se pierda la esencia con la que se creó. Es como pasar una receta familiar.
En ese sentido Lalo cuenta que vende libros antiguos, que viene de la actividad privada y la librería siempre la tuvo como un hobby porque su familia “tenía una en Gral. Pico -La Pampa- en el los años 40. Mi viejo era fotógrafo, fumigador aéreo y librero -muy amigo de Sábato- y al lado había un bar de un conocido; tiraron la pared e hicieron una librería-bar. Debe haber sido una de las primeras… unos adelantados. Mi hermano tomó un puesto y comencé -en el 2003- hace 14 años”.
Lo primero que todos tendrían que saber es quién fue el Arq. José María Peña, sus ideas, su búsqueda de la historia para no perder los orígenes…
Susana: Indudablemente no solo fue el que creó esta maravilla, sino que reinventó al barrio y todo lo que es ahora San Telmo se lo debemos a él y no sé si es tan reconocido como debería. Caminaba todos los días por sus calles, sin excepción y no hubiese permitido el color de la pintura de algunos edificios y otras cosas que se ven ahora. La Feria contribuyó en un 90% al éxito del Museo de la Ciudad para atesorar todo, fundamentalmente gracias al trabajo de Peña porque la gente veía que se valoraban las cosas que donaban.
Lucía: Esta feria es más importante de lo que se piensa, es muy renombrada internacionalmente.
Juan Carlos: Cuando hace unos días se filmó la publicidad para el Mundial en Rusia se eligió, en el recorrido, a la Feria porque es un lugar representativo de la ciudad.
Lalo: Cuando arrancó en los años 70, las cosas se vendían en el piso, luego en caballetes y después en los puestos. El cambio estético es importante, pero está la idea de Peña.
El Sol propuso ponerle a la Feria el nombre: Arq. José María Peña -aun sabiendo que deben pasar diez años de su fallecimiento- porque era un precursor y quién será capaz de oponerse sabiendo que si no fuera por él no existiría toda esta movida barrial, ni el Museo de la Ciudad y sus funcionarios que lo integran, ni esta nota. Todos estuvimos de acuerdo… es un buen comienzo.
Texto y foto: Isabel Bláser