“Me conocen como Eduardo”

Su oficio es zapatero y hace más de 48 años que está en el barrio. Para ser más precisa, en el puesto 138 del Mercado de San Telmo. Cuando le pregunto por su nombre, responde: «Me conocen como Eduardo».

Pero no vive aquí, siempre vivió en el conurbano bonaerense. Al consultarlo por qué eligió San Telmo, dice: “Uno no siempre elige las cosas, a veces se dan y se dio así”. Entonces se quedó aquí, trabajando entre máquinas y cajas de zapatos.

Aprendió el oficio cuando era chico, se lo enseñó su padre con quien comenzó a trabajar y el que le dejó la mejor herencia: el amor por el trabajo.

Para Eduardo nada de lo que se le pida es difícil. Tiene la serenidad y seguridad de quien sabe lo que hace. Si el zapato aprieta, él lo agranda; si queda grande él lo achica y si se rompe, lo arregla de tal forma que no se nota que fue reparado. Por sus manos no solo pasan zapatos, también bolsos, cintos, carteras, etc.. Buscando siempre la estética, las cosas vuelven mucho más lindas de lo que le han llegado.

Define su trabajo como tranquilo y dice que a cada uno hay que dedicarle tiempo. “Todos son iguales en importancia, como un hijo”. Así ve él su trabajo.

Sonríe cuando dice que por estar en su negocio conoce a tres generaciones de una familia. “Venían los padres con sus hijos y ahora esos hijos se casaron y vienen con los suyos ¡Pensar que los conocía de bebé!”.

Entre los famosos que pasaron por su negocio, recuerda a Mónica y César, Hugo Arana, Alejandra Da Passano, Haydeé Padilla (La Chona) y Alejandro Bores.

Eduardo forma parte de la imagen del barrio, habla poco pero siempre escucha a quien le cuenta sus problemas y aconseja con prudencia.

Honesto y respetuoso como pocos, arregla nuestros zapatos con cariño y con ello cuida nuestros pies, que son nuestro andar por la vida.

Texto y foto: Stella Maris Cambré

 

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