“El Candombe me emociona”

Gloria Esther Flores.

Conocí a Gloria (76) cuando estaba conversando animadamente con otra vecina. Les saqué una foto porque ellas -en esa situación- eran la síntesis de San Telmo: gente de barrio. Crucé de vereda y ahí mismo nos pusimos a conversar las tres, preguntándonos quiénes éramos, qué hacíamos, dónde vivíamos, si hacía frio o calor, si estaba todo más caro o más barato… En fin, cosas de vecinos.

Entre todo lo hablado, me enteré que Gloria bailaba candombe los domingos, con los tambores que recorren la calle Defensa y que estaba feliz por eso. Le pregunté si era uruguaya y me dijo “No, soy de Entre Ríos”. Entonces descubrí que tenía una linda historia para contarle al resto de los vecinos.

El Sol: ¿Cómo llegaste a San Telmo?

Gloria Flores: Vine al barrio porque empecé a trabajar en una inmobiliaria y los dueños tenían un departamento en la calle Venezuela, donde me mudé.

 ¿Conocías a la gente del candombe?

No, recorriendo el barrio con mi pareja encontré los tambores en la plaza Dorrego. Empecé a moverme contagiada por el ritmo -desde los 15 años bailé en las comparsas de Entre Ríos y ya grande iba en Carnavales y me sumaba sin ensayar, porque el movimiento me sale solo- al lado de una señora que venía con ellos, dirigidos por el señor Artigas. Él preguntó quién era, porque me movía muy bien y me pusieron a bailar con ellos. De esto, hace más de 20 años. Me hice la ropa de Mama Vieja, pero no uso turbante ni delantal y también bailo con ropa de calle salvo en las llamadas de diciembre -el famoso “Quilombo”, donde participan más de 40 comparsas-.

¿Bailaste en otra agrupación?

Antes lo hacía en Fantasía Lubola, de Barracas. Tengo amigos como Álvaro y su señora, Albano, Anabella, Karina y el resto del grupo. Me emociona porque me quieren y respetan y yo a ellos.

¿Qué sentís al bailar?

Me pasan cosas lindas con el candombe, me emociona. A veces pienso en ir solo a verlos, pero no puedo resistirme al ritmo de los tambores; me transformo, tengo que bailar.

¿Cómo los recibe la gente?

Los turistas sacan fotos, bailan, es una fiesta porque eso transmiten los tambores. Por otro lado los bares se molestan, dicen que la gente no puede hablar por el sonido y algunos de los que viven en el barrio creen que es ruido. No entienden que es una cultura y no tienen alegría, no aceptan que otros la tengan si ellos están mal. Además, están los prejuicios culturales y sociales. Gloria transmite entusiasmo en el relato. Y agrega: “El grupo es muy respetuoso y si ven que alguien se “pasa”, lo invitan a retirarse porque es una ceremonia de la raza negra que debe respetarse”.

¿Cuál es el recorrido que realizan?

Nos concentramos en Balcarce y Brasil, vamos por Defensa hasta Carlos Calvo y volvemos. Yo, cuando Las Lonjas descansan antes del regreso, vuelvo bailando con otra agrupación.

Imagino que seguirás bailando siempre…

Sí y cuando me muera, ya le dije a mi hija, quiero que estén los tambores porque me han dado alegría y vida.

Texto y foto: Isabel Bláser

 

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