“Ha habido una agresión muy fuerte hacia el patrimonio del Casco Histórico”

Jonatan E. Baldiviezo, Presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad

Llegó a San Telmo hace cinco años de la mano de su mujer María Eva Koutsovitis -a quien conoció cuando en abril de 2013 la ciudad se inundó provocando la muerte de ocho personas. Ambos (ella ingeniera hidráulica y él abogado) integraban y asesoraban a las asambleas de inundados de Saavedra-.

Este jujeño de 36 años, estudió la carrera de Derecho en su provincia natal y cuando se recibió decidió hacer una Maestría en Derechos Humanos -lo que marca una tendencia en sus inquietudes personales-, en la única universidad que en aquella época tenía dicha especialización: la de La Plata. Por tanto, se instaló en Buenos Aires y su primer empleo fue en la Comisión de Vivienda de la Legislatura Porteña. Corría el año 2008 o sea los primeros atisbos del gobierno de Mauricio Macri, “así que conozco desde el minuto uno qué fue el PRO para la ciudad de Buenos Aires”, dice categórico.

¿Qué fue?

® Quisieron hacer una cuarta refundación de la Ciudad. Para nosotros lo es, solo que en un aspecto muy negativo. Trayendo valores individualistas; vivir la ciudad como un turista no como un residente permanente, un ciudadano/a; que el habitante perciba solo la superficialidad de lo urbano; la profundización de la mercantilización, es decir que el acceso a los bienes y derechos se tiene que hacer sí o sí mediando la capacidad económica; el agravamiento de la crisis habitacional y donde la gestión del suelo urbano ha sido orientada a la descapitalización del banco de inmuebles de la ciudad, porque para ellos toda política implementada tiene un trasfondo de negocio inmobiliario.

¿Y cómo se puede contrarrestar?

® Yo trabajaba en una ONG en Jujuy, en temas de derechos humanos relacionados a contravenciones como la detención de una persona alcoholizada. Queríamos hacer alguna intervención en la legislatura pero eran ambientes cerrados, muy conservadores. Acá me asombró que la ciudadanía podía ingresar a las comisiones, hablar con los legisladores, escucharlos. Entonces comencé a estudiar su normativa, la Constitución, las leyes, la cantidad de posibilidades constitucionales que había para luchar por los derechos. Eso permite realizar cosas nuevas; lo que no podía hacer en Jujuy, advertí que acá sí podía.

¿O sea que tenemos herramientas para luchar por nuestros derechos?

® La ciudadanía sabe las posibilidades que tiene. Lamentablemente en estos doce años el gobierno ha concentrado mucho poder político pero, comparativamente, es una ciudad que tiene mucha vitalidad democrática. Existen muchas asambleas, organizaciones, ciudadanos/as independientes que tienen conocimiento de cómo encontrar soluciones a sus problemas y los instrumentos para hacerlo. Pero como la discusión de los problemas nacionales invaden los de la ciudad, estos terminan ocultos o relegados y la cuestión electoral se piensa a nivel nacional y no local en lo que hace a la ciudad.

¿Qué ves que el gobierno de la Ciudad haya resguardado?

® En el Casco Histórico no hubo impronta de acciones que haya hecho bien. Sí se resolvieron favorablemente algunas cuestiones, pero por resistencia de la ciudadanía no por voluntad originaria del gobierno. Por ejemplo, que el Parque Lezama no tenga rejas terminó siendo una decisión del gobierno, pero por la lucha -en ese sentido- de los vecinos.

Sin embargo, siguen siendo elegidos…

® Analizándolo, creo que desde lo político hay una falsa grieta cuando se tocan temas urbanos, ya que -en los hechos- ambas puntas de esa grieta han concebido la ciudad de la misma forma lo que permitió que la orientación del gobierno se consolide; si no, el PRO no podría haber hecho todo lo que hizo. También en las dos gestiones de Macri hubo una fuerte complicidad de la clase política porteña al dejar hacer y acompañar la visión de ciudad únicamente como un espacio de negocios. En eso hay como un acuerdo tácito de que el que llega al poder en la ciudad tiene “permiso” para hacerlos, porque estiman que la verdadera política es la política nacional.

¿La ciudad es como un reducto para proyectarse?

® Es la caja chica para la construcción de la política nacional. A los sectores más tradicionales de la política porteña no le interesa demasiado la ciudad sino la política nacional. Con el paso del tiempo uno ve la trayectoria de los candidatos y ninguno es conocido por defender los temas de la ciudad sino por su desempeño u opinión en los temas nacionales. El principal problema es haber dado tanto apoyo político a este tipo de gestiones y, además, hay responsabilidad de los otros sectores por no construir una alternativa política.

¿Cómo influye la imagen y la propaganda?

® Es muy importante la información que se da a conocer. No creo que la ciudadanía apoye la gestión porque considere que es fabulosa, sino por el tipo de información que le llega. En eso han sido muy astutos, han gastado mucho dinero -que, por otro lado, es de todos- en la pauta oficial; en el último año fueron más de 1.200 millones de pesos en decir lo que están haciendo en la ciudad. Y ese mensaje y no otro le llega al 99% de la población, pero oculta muchísimo. Los que estamos en el día a día tenemos una visión radicalmente distinta.

¿Qué es diferente a lo que se publicita?

® Esta semana sacamos un informe de la privatización y los negocios de la gestión de Rodríguez Larreta con la tierra pública. Por ejemplo en Villa Crespo, la sociedad porteña le da al Club Atlanta e indirectamente a la Nación, por 40 años, cuatro hectáreas de tierras públicas sin pago de impuestos; se modificó la normativa para que puedan establecer un estadio afectando toda la identidad del barrio; la Ciudad financia la construcción de ese estadio a través del Banco Ciudad y el Banco Provincia y ahora se venden los terrenos de al lado del estadio, donde se harán dos torres de 15 pisos cada una, un polo gastronómico y un shopping. Todo esto sin que la ciudad reciba nada, ya que no se le paga ni un peso de canon. Aquí se ve -claramente- qué fácil es hacer ricos a unos pocos, en detrimento de lo público.

¿Algo similar pasa con la demolición de la Escuela Taller del Casco Histórico?

® Es indignante. Hay tres cuestiones que se vislumbran de esta gestión, a través de la Escuela Taller: La primera, los negocios inmobiliarios que hay detrás provocan la gentrificación que hace tiempo sucede en San Telmo, La Boca, Parque Patricios y la parte sur en general. Primero degradan una zona, luego compran barato y venden caro o construyen para hacerla más rentable. El gobierno de la Ciudad lo viene cumpliendo a la perfección en el Casco Histórico. Hay un plan para esta zona: darle otra identidad para familias que vendrán, no para beneficiar a las que están.

La segunda es la valoración del patrimonio cultural: Para el gobierno los edificios que se protegen son vistos como espacios subutilizados o subconstruidos, por eso se permite demolerlos porque son mercancía que no están redituando el máximo de su potencial. Les molesta que el desarrollo urbano se detenga o inmovilice para proteger valores tangibles e intangibles que ellos representan.

La tercera es la aversión que tienen a la democracia participativa. Hay soberbia de la técnica sobre el conocimiento de los valores de los barrios que no soportan y no tienen interés en escuchar y aprender. Por ejemplo hay un conflicto entre extender el Metrobús y proteger la Escuela Taller y no se entiende por qué se decidió demoler la escuela cuando hay soluciones técnicas para lograr un equilibrio, ya que ahí es la parte más ancha de Paseo Colón. Pero sí se entiende cuando uno ve la fila de edificios nuevos que se están construyendo en la zona.

También tenemos la construcción del mamotreto ASTOR…

® Sí, se frenó la altura pero no el edificio en su totalidad. Este inmueble está orientado a la consolidación de un polo gastronómico para turistas, que nada tiene que ver con la identidad y la estética del barrio.

¿Las autoridades apuntan al “desgaste” de los temas?

® Estamos rodeados de conflictos porque estos gobiernos son una máquina de realizar gestiones y también lo hacen pensando en fragmentar las luchas. Hay disputas que son a propósito para que destinemos tiempo y recursos en eso y no podamos organizarnos. Existe una debilidad nuestra de organización y coordinación, de unidad.

En la última elección se comprobó que la unidad hace la fuerza…

® La unidad debe ser constante, no solo para una elección. La ciudadanía descree cuando uno transmite el mensaje solo en época de elecciones, se debe comunicar en los intersticios de elección a otra. Le dimos acceso al gobierno para que domine la Legislatura teniendo mayoría propia, lo que le permitió modificar la Ley Orgánica del Poder Judicial que era modelo y terminó siendo disciplinado y adicto al oficialismo, acompañando y protegiendo las decisiones del gobierno. La Escuela Taller es un ejemplo de ello, ya que la Justicia decidió que no merecía protección patrimonial y lo hizo porque no se atrevió a frenar la decisión gubernamental de tirar la Escuela, en vez de cambiar la traza del Metrobús.

 ¿Y los organismos de contralor de la gestión pública?

® Tienen muchos recursos pero no han cumplido con su misión constitucional.

Incluso las Comunas que se crearon para representarnos…

® Sí, institucionalmente han fracasado. Este cambio de paradigma de la democracia representativa a la participativa, en CABA no se terminó de consolidar. Seguimos siendo una democracia representativa y en los hechos termina siendo una “monarquía” donde en su momento Macri y ahora Rodríguez Larreta terminan concentrando todo el poder público. Frente a eso es muy difícil que asambleas u organizaciones sociales puedan enfrentarse a algunas decisiones y ellos lo saben.

¿Hay resultados favorables a los pedidos de la población?

® Sí, hemos revertido o frenado decisiones del gobierno. Por ejemplo el caso de la Manzana 66; protección a algunos parques como el Saavedra; la versión aprobada con relación a la Agencia de Administración de Bienes del Estado que se quería crear para que no pase por la Legislatura la autorización para vender inmuebles; la discusión del Código Urbanístico que salió muy diferente a lo que el gobierno pretendía.

Los frentes son diversos e intensos…

® Este gobierno es la versión potenciada de los años noventa, con una versatilidad mayor y salió indemne de acusaciones de corrupción, cosa que antes no pasó ya que incluso Carlos Grosso perdió la posibilidad de ser Presidente luego de los negocios relacionados a la urbanización de Puerto Madero, la concesión del subte, la escuela-shopping, la demolición del Teatro Odeón y más. Por eso hay que seguir informando lo que se está haciendo con los bienes públicos.

¿El Casco Histórico está protegido?

® Hubo una época de permanentes desalojos, de captura de mucha plusvalía y desarrollos urbanos. Cuando terminan los desalojos, se apropian de los suelos, comienzan a aparecer inversiones para incrementar el valor de esos suelos con nuevos y rentables emprendimientos para que sean codiciados por otros sectores sociales. Construcciones nuevas, como el ASTOR, van cambiando la fisonomía social y económica del barrio, con el acompañamiento de la alteración del espacio público. En esa modificación ha habido una agresión muy fuerte hacia el patrimonio del Casco Histórico. La degradación de la zona, en ese sentido, también se vislumbra en la poca atención que el gobierno le brinda.

Urbanizaron plazas, cambiaron luces, renovaron veredas…

® Las intervenciones han sido para homogeneizar el espacio público en toda la ciudad e incluso en el país. Las obras en Salta y Jujuy son iguales, no se respeta la diversidad de lugar. El Casco Histórico está siendo totalmente destruido, va a ser un barrio nuevo porque no se está respetando nada de lo histórico, es muy fuerte y tiene que ver también con los espacios públicos-privados, como el Mercado de San Telmo, que aunque es patrimonio no se tiene en cuenta.

¿Cómo convencerías al vecino para que defienda al barrio?

® Uno no ama lo que no conoce. Les diría que conozcan lo que representa la identidad del barrio. Yo que vengo del interior, viví en Belgrano y luego en Palermo, cuando camino por el Casco Histórico me maravilla porque es como recordar toda la historia argentina. Nunca imaginé terminar viviendo en la Ciudad de Buenos Aires y menos andar todos los días por los lugares donde pasaron los hechos históricos. Eso me parece increíble y maravilloso.

No es tanto que demuelan un edificio o saquen el adoquinado sino lo que está pasando en el Casco Histórico y cuáles son los objetivos que tienen para él: que sea un lugar para turistas y no para las familias del barrio. Eso es esencial comprenderlo, porque uno que vive aquí a veces piensa que el gobierno mejora lo público para que lo disfrutemos nosotros y en realidad es para el turista. Como sucede con el Mercado, es una economía para el que viene de afuera a gastar no para la gente del barrio. Hay que ser consciente de eso.

La promesa de Rodríguez Larreta antes de ganar fue que en esta gestión iba a renovar el Casco Histórico, eso significa profundizar lo que se viene haciendo en estos años o sea una aceleración en la “turistificación” del Caso Histórico.

 

Texto y foto: Isabel Bláser

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2 Respuestas

  1. Isabel dice:

    Sigo el trabajo del observatorio y sus gruoos dr trabajo por whats. Talentoso y sensible profesional. Muy interesante la información que se trabaja en ellos.

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