Educación como antídoto para el declive social
Hambre, salud, trabajo y educación son las cuatro patas donde el Estado tiene el deber de estar presente. No hay excusas que valgan ni gestiones exitosas, cuando alguna de estas necesidades no están cubiertas para la sociedad toda.
Hoy ponemos en el tapete un análisis sobre la educación actual, tema que nos preocupa y nos ocupa. Para eso, fuimos al encuentro de la Prof. Silvia Ledo, quien tuvo a su cargo la rectoría de la
Escuela Normal Superior N°3 Bernardino Rivadavia -Bolívar 1235, CABA- desde 2008 hasta el 1 de enero de 2019, cuando obtuvo la jubilación después de 40 años de carrera porque sintió “que había logrado todos mis objetivos. Cerré una etapa muy completa y muy feliz”, dice con orgullo pero sin vanidad.
Ahora vecina de Caballito, pero nació en San Telmo donde vivió sus 35 primeros años, incluso -en un momento- frente a “su” escuela Normal porque en ella fue alumna, preceptora, profesora de educación física en jardín, primaria, secundaria y terciaria, jefa de departamento, coordinadora, luego vicedirectora en el Normal N°9 para regresar como rectora y terminar allí su exitosa carrera docente.
El Sol: ¿Cómo educar en un momento social tan difícil?
® Para hablar de educación, hay que tener en cuenta que la escuela está atravesada por una sociedad difícil, con chicos que no han tenido un modelo de trabajo por la carencia de empleo, también por falta de capacidad de respuesta de los padres ante las necesidades de los hijos y, por otro lado, la existencia de poblaciones golondrinas -a raíz del movimiento familiar hay niños que llegan y se van-. Esto provoca que la escuela tenga que estar a la altura de esos cambios, no solo en conocimientos sino para contener -en el buen sentido de la palabra- a niños y niñas que la propia familia a veces no puede.
¿De qué manera?
® Con una jornada extendida de clases e instrumentos que hagan que la escuela sea atractiva para que el alumno tenga ganas de ir. O sea, brindarle todo lo que necesita y que no le pueden dar otros adultos fuera de la institución.
¿La idea es que el chico se quede en la escuela?
® Claro, en el Normal empezamos con el nivel inicial y ahora se dicta hasta quinto grado. Pero también ofrece, en el nivel inicial, jornada simple, contemplando así las diferentes necesidades de las familias. Además, teniendo en cuenta que estamos atravesando transformaciones, la Nueva Escuela Secundaria -y este ciclo es un nuevo año del Secundario del Futuro- ofrece contraturno para que -con los profesores de la mañana- realicen cursos de apoyo escolar para fortalecer materias o preparar previas. La escuela secundaria se potencia tecnológicamente, entonces los chicos quieren quedarse y como las vacantes son escasas eso los motiva a no repetir. Es muy lindo ver cómo se esfuerzan para pasar de año, incluso tuvimos un curso en 5to. donde nadie se llevó materias. Es el sueño de todo educador.
¿Además de docentes hay otros profesionales que los apuntalan?
® Sí, un Gabinete de Orientación Psicopedagógico conformado por un asesor pedagógico, una asistente social, una psicopedagoga y un psicólogo, con equipos de supervisión participativos y colaborativos.
También necesitan realizar actividad física y artística…
® En la escuela hay actividades que nosotros, a su edad, encontrábamos accediendo fácilmente a un club. Existe un proyecto en contraturno -con los profesores de educación física- que se llama “Depor3”, donde pueden practicar deportes gratuitamente; también con profesores del colegio hacen talleres de plástica, arte, coro, se creó la banda de música de la escuela. En fin, la idea es promover su interés por conocimientos que no les son fáciles de alcanzar fuera del establecimiento.
¿Por qué eso no se hace en todos los colegios?
® Sin ofender a nadie, la diferencia está en la gestión. Yo soy ex alumna del Normal -que tiene nivel inicial, primario, secundario y terciario, como así también un anexo en Villa Lugano- y cuando accedí al cargo de rectora me propuse recuperar el prestigio que tenía el colegio en mi barrio. Para eso trabajé con un grupo de “guerreros” increíbles, muchos de ellos exalumnos con un sentido de pertenencia muy fuerte y que acompañaron lo que quise hacer.
¿Qué querías hacer?
® Por ejemplo abrir una jornada completa sin comedor, pero como había un jardín de infantes en el segundo piso nos propusimos conseguirles un edificio nuevo. Le insistí al Ministro Bullrich para que comprara el terreno de Perú 1236, que luego edificó el Gobierno Nacional, todo lo cual nos llevó diez años. En ese tiempo los docentes y la conducción de todos los niveles trabajábamos en pos de ese sueño que cumplimos cuando el año pasado fue inaugurado. Ese fue mi último acto de gestión, por eso digo que es muy importante lo mismo que saber relacionarse con las autoridades del momento. Siempre tuve claro que mi objetivo era el crecimiento de la escuela.
¿En qué sentido la escuela evolucionó?
® Cuando avanzamos en la propuesta de la jornada completa más la secundaria, la escuela nos quedaba chica. Cohabitábamos el edificio con el Comercial N°4 de la tarde y el N°27 vespertino, por tanto le solicitamos al Ministerio otro edificio para las escuelas de Comercio, porque nos superponíamos. Cuando le pedía al Ministro Bullrich el traslado del Jardín y de las escuelas de Comercio, lo fundamentaba con las necesidades que me exigía la Nueva Escuela Secundaria, por ejemplo desdoblar materias o brindarle a los chicos talleres. Mi pregunta era: ¿Dónde Ministro, si no hay espacio? Ya que eso implicaba que el contraturno para el Bachiller como para el Comercial no pudiera ocupar aulas cuando estaban los otros. Insistimos hasta conseguir que adquirieran el predio de Perú 1357, porque la idea era que no se fueran lejos para no desarraigar a las instituciones, profesores y alumnos instalados hace años en el barrio. Cuando se trasladaron, pudimos expandirnos dentro de la escuela.
Tu evaluación de gestión debe haber sido muy buena…
® La escuela depende de la Dirección de Formación Docente del GCBA y quiero ser honesta: las gestiones no son controladas -en el buen sentido-. Si me preguntás cuántas veces me convocaron para consultarme cuál era mi proyecto de escuela, qué logros obtuve o no, debo decirte: nunca. Y el rector es como un representante legal de una escuela privada, es el responsable del edificio, del patrimonio, por los docentes, preceptores, alumnos, auxiliares de portería, empresa de mantenimiento… todo. Es un CEO.
¿O sea que los logros o fracasos fueron tuyos?
® Cada uno tiene una postura en su tarea y, por mi formación, como profesora de Educación Física trabajo en y con mi equipo. Los logros obtenidos en mi gestión fueron de todos los actores, o sea: de las conducciones de cada nivel, docentes, alumnos, preceptores, personal auxiliar, Centro de Estudiantes y -muy importante también- la Asociación Cooperadora que acompañó todos los proyectos. Cuando la meta es clara y cumplís aquello que dijiste que querías lograr, es una gran alegría.
Por ejemplo, cuando la rectora actual -Lic. Noemí G. Pamboukdjian- me invitó al acto de egresados de la primera promoción del nivel inicial, a fin de año, en el edificio nuevo y me comentó que la matrícula del Normal “estalla”, me alegró la vida porque eso habla de que la Institución recuperó su prestigio.
¿Los planes de estudio cubren las expectativas de los alumnos?
® Nuestro país carece de una evaluación -buena o mala- de los diferentes programas, planes o proyectos que se llevan adelante. Al cambiar un diseño curricular donde figuran los lineamientos y contenidos que aplicamos en los alumnos, tendría que haber un ciclo de formación como puede ser el primario o secundario para evaluar si sirvió poco, mucho o nada, qué resultados se obtuvieron, qué hay que cambiar o profundizar. Esto no se hace. Existe una animadversión a todo lo que es evaluación cuando es algo común en nuestra tarea y un disparador que puede diagnosticar y sumar al proceso para el logro de los objetivos planteados.
¿Entonces tampoco se actualizan?
® Creo que debemos cambiar el paradigma de la educación partiendo de la formación docente, porque tenemos que aggiornarnos a la realidad que se vive en las escuelas. Estamos formando docentes que van a dictar clases a chicos del siglo XXI y si el Instituto de Formación Docente no prepara a esos colegas para trabajar con alumnos que tienen otras particularidades, no se producirá el encuentro de las generaciones porque, además, también es nuestra responsabilidad educarlos en la inclusión.
¿Cómo?
® La escuela es inclusiva, pero debemos formar a los docentes para trabajar con niños con capacidades diferentes que llegan al colegio con un docente que le da apoyo escolar en el aula. Por eso, los alumnos del terciario que estudian para profesores, deben tener en su formación esa realidad. Tienen que saber de qué se trata enseñarle a un niño especial acompañado de otro maestro que debe articular con él en la clase. Eso falta.
En el Normal, por iniciativa nuestra, se hace ese trabajo con el Profesorado de Educación Especial, porque veíamos que no había una buena comunicación entre el docente de grado o de sala inicial con los maestros que se encargaban de darles apoyo escolar.
Otro tema es la educación sexual integral y la violencia…
® Es muy serio y me parece injusto que todavía no se aplique en todas las escuelas la educación sexual integral. Hay que “abrir” la cabeza, no se trata solo del sexo sino también de la diversidad, igualdad de género, deberes y derechos, violencia. En el Normal se desarrollan muchísimos talleres participativos de educación sexual integral, que los alumnos toman con mucha seriedad.
En cuanto a la violencia, no es de ahora. Lo que sí está claro que los adultos tenemos que volver a ser adultos. He tenido entrevistas con padres donde me daba cuenta que el adulto era el menor y el padre no ejercía su función. No existen los límites y el ejemplo se ha perdido también por tantas generaciones sin modelo de trabajo.
¿Cómo ves a los adolescentes?
® Muy solos, no sé si la familia no acompaña o si los ven como pequeños adultos. Escucho cosas que me preocupan, por ejemplo en este tema de la “previa” los padres dicen: “Prefiero comprarle el alcohol y que tome en casa”. Eso es gravísimo. Se transforman en cómplices porque es más cómodo no poner el límite por lo que ello seguramente conllevará y entonces le dan el permiso: “Bueno, hacelo acá”. En mis discursos les decía a los padres: Ustedes no se pueden confundir siendo amigos de sus hijos, porque si es así el chico queda guacho de padre o madre. El niño necesita el límite, lo pide a “gritos”.
¿Por qué los padres no cumplen su función?
® Hay una actitud de no saber qué hacer, tienen miedo de que no los quieran entonces dejan que otro se ocupe. Hay alumnos que dicen: “No llames a mi papá porque no le importa”. Es muy doloroso oír eso, entonces yo les decía: “Charlemos vos y yo a ver qué hacemos con este tema” porque si el alumno carece de autoridad en la casa tiene que encontrar alguna oreja que lo escuche y lo oriente.
¿La escuela está preparada para contenerlos?
® Hay tutores por curso con un coordinador, en el nivel secundario. Son docentes que acompañan la trayectoria educativa del alumno en todos los aspectos, si detecta que necesita apoyo tanto en educación o porque está atravesando alguna situación particular se activa todo un dispositivo para su contención. Pero no alcanza, por eso hay que trabajar en red con instituciones externas; en el Normal si un alumno decide que necesita terapia o alguna atención adicional, el equipo de orientación coordina articulando con el CeSaC N°15 o con el Centro de Salud para Adolescentes del Hospital Argerich; ambos son excelentes.
¿Se los incentiva para que sigan estudiando?
® Primero tenemos que mirar qué necesitamos y luego despertar su interés en ese sentido. Sabemos que la industria del futuro es el software y temas relacionados. La escuela está trabajando para despertar en nuestros adolescentes su interés para ese tipo de carreras. En el Normal trabajamos con Fundaciones externas como la Forge, Pescar, el Rotary Club, para que los chicos que quisieran se capacitaran en contraturno en algunas empresas como para después poder insertarse laboralmente. Lo hicimos con mucho éxito y desde hace muchos años. Me parece que hay que hacerle conocer al alumno las distintas posibilidades para que él pueda decidir.
¿Cómo es la relación entre docentes y padres?
® La realidad marca que la escuela tiene que estar empoderada -en el buen sentido- ante estos padres “adolescentes” que vienen a reclamar o exigir por sus hijos. Si la escuela trabaja bien o muy bien; si el docente lleva un registro de haber citado a ese padre para hablar; si los equipos de conducción acompañan a los maestros en todo el proceso, entonces no hay por qué tener miedo ya que el trabajo está hecho y la conducción educativa confía en el trabajo previo del docente y no va a permitir que ningún padre le falte el respeto. Pero eso no siempre sucede y en estos tiempos además de vocación hay que tener valor para la tarea. Hay que agotar el diálogo, estamos atravesando un momento muy bravo por la falta de límites.
¿El sistema de matriculación por internet, favorece que los logros de la institución se “derramen” en el barrio?
® Es un problema. Nosotros hacíamos una inscripción on line y otra paralela porque los alumnos llamados “autóctonos”, por ejemplo un niño con preescolar cumplido o en el otro extremo los de séptimo, entran directamente al Primario y al Secundario, respectivamente y eso va acotando la cantidad de matrícula. Luego, el cupo de vacantes que quedan lo cubre el sorteo que es supervisado por el Ministerio de Educación.
¿Esta forma no disgrega incluso a la familia?
® Debería respetarse la cercanía de la escuela y tratar de mantener al grupo familiar unido y de acuerdo al funcionamiento de la familia toda, también para que no se desarticule la vida social del barrio.
Aprendamos de los que saben. Nunca mejor aplicada esta frase cuando escucho hablar a la Prof. Ledo sobre Educación.
Texto y foto: Isabel Bláser