Más árboles cuidados, menos cemento
Terminando el año 2020 tan singular en muchos aspectos, pensamos en lo que aprendimos, lo que hicimos y lo que vivimos.
En nuestro grupo ciudadano aprendimos a seguir con nuestras tareas de concientización en estas condiciones de virtualidad, a establecer nuevos lazos más allá de la cercanía física y a intensificar nuestro trabajo en red.
Permanecimos unidxs, seguimos intentando proteger a nuestros árboles, esos compañeros cotidianos que -en el aislamiento- cobraron nueva dimensión. Como el árbol de mi vereda que por fin ha alcanzado mi ventana porque se salvó de la poda, al igual que los demás árboles de la ciudad. Para ellos fue un buen año y se nota en el follaje que se despliega libre por las calles y plazas.
Pero ¿Cuántos árboles añosos han sido talados y extraídos este año? Árboles centenarios en muchos casos, que estaban allí desde antes de nuestro nacimiento, han caído bajo la motosierra; sus hojas ya no renacerán cada primavera ni los pájaros tendrán donde cobijarse, por eso el canto cristalino y alegre del zorzal se ha retirado de algunas ventanas. Troncos con muchos anillos, tendidos en las calles, como muestra dolorosa de con qué poco cuidado y respeto se trata a nuestro arbolado en esta ciudad.
Esta época de pandemia, trajo consigo una mayor conciencia en la población de la importancia de los espacios verdes para la salud física y psíquica. Y así también se expandió la lucha por las tierras públicas, por la ribera y por el río, por un ambiente sano y natural. Estas multitudes haciéndose escuchar, traen consigo un aire fresco de esperanza. Muchas personas comprendieron cómo la problemática socio-ambiental de cada región golpea nuestras conciencias y nos abre los ojos a la realidad de un territorio devastado y una naturaleza destruida. De algún modo espero que hayamos aprendido que la vida no es reemplazable.
En el año que terminó, en el que tuvimos que adaptarnos a una nueva manera de vivir nuestra vida cotidiana, en el que extrañamos tantas cosas que hacíamos libremente sin preocupaciones, en ese año tan vacío de abrazos y brindis en el que no pudimos acompañar con el cuerpo tantos dolores, tantas luchas, pero que se llenó de palabras alentadoras, de amor demostrado en cada pantalla, quiero agradecer a todas las personas que nos apoyaron, que difundieron nuestra lucha, que dieron conferencias en nuestro ciclo de charlas, a quienes asistieron a ellas, enviaron mails, mensajes por las redes y permitieron -con cada granito de arena- que nuestra red se ampliara.
Una red que no oprime sino que sostiene y de la que también forma parte todo el equipo de El Sol de San Telmo, que continúa con su trabajo comprometido con el bien común, el patrimonio y una vida más digna en el pedacito de mundo al que llamamos barrio.
María Angélica Di Giacomo
Basta de mutilar nuestros árboles :
https://www.facebook.com/groups/389226501126926
https://www.instagram.com/bastademutilar/
@bastademutilar