El último de los Mohicanos
Brian Andrés Pombinho Soares.
En plena expansión de plataformas de cine on line, como Netflix o YouTube,Gatopardo (Piedras 1086, CABA) es el único videoclub en San Telmo que resiste el paso de la modernidad. Entrar al local es una experiencia única, por la variedad y cantidad de títulos clásicos y modernos. Hay 25.000 películas.
Detrás del mostrador está Brian, cinéfilo absoluto, hijo del portugués Víctor Manuel Pombinho Soares, quien inauguró el local en 1989, donde antes tenía un almacén.
“Años después abrimos otro videoclub en Constitución, que lo manejaba yo” cuenta Brian, quien desde hace 15 años está solo al frente de Gatopardo. “Vivimos en un mundo donde lo que vende es la imagen; es como que, si no estás en Facebook no existís. Es una época en la que se discrimina mucho, no solo desde lo sexual también pasa más por la belleza -tenemos que ser todos bellos- y por la edad -hay que ser siempre joven, como si eso fuera un logro en sí mismo- y no se tiene en cuenta a los mayores”, sentencia, mientras acaricia a su perra Punky.
“Actualmente la gente opta por quedarse en la casa viendo series. Es imposible competir con eso”, explica Brian. “Se trabaja poco, pero hago lo que me gusta y eso no tiene precio”, agrega.
Fanático del cine, asegura que es capaz de mirar decenas de veces la misma película. Nació en Piedras 1129, a media cuadra del local. Desde chico ayudaba en el negocio familiar haciendo delivery, limpiando, acomodando, atendiendo el teléfono. Cuando terminó el secundario, empezó a trabajar más formalmente. Luego alquiló un atelier en La Boca, porque le gustaba dibujar. Estuvo en “El Conventillo Verde” (una casa construida en 1863 transformada en un espacio de arte abierto a la comunidad, Magallanes 890, CABA-), donde hacía retratos al óleo y dibujos para poder exponer los sábados y domingos en la feria de Caminito.
“Yo era chico cuando salió la revista “El amante” (dirigida por el crítico Quintín) y he llegado a llorar leyéndola: tengo toda la colección”, confiesa.
Creciste rodeado de películas ¿Nunca pensaste en estudiar cine?
® Estudié en un colegio industrial, me recibí de Maestro Mayor de Obras. Después hice la carrera de Arquitectura, más que nada por un mandato familiar. Cuando me di cuenta que lo hacía para cumplir con eldeseo de mi padre y no el mío, dejé la carrera. Estaba en cuarto año; todos me decían: “Qué picardía dejar después de tanto esfuerzo”. Pero no se debe hacer lo que no se quiere y yo quería pintar o tocar un instrumento.
Luego entré en el Conservatorio y a los veinte años me compré mi primer violín. Estudié con Lito López Fürst (hermano de Baby, que ya falleció). Hace algunos años empecé a tocar en la Orquesta Nuevos Aires y ahora lo hago en la Orquesta Juvenil del Sur -donde hay chicos que están aprendiendo y también adultos, dirigidos por Andrés Feijoo-. Paralelamente, estoy en segundo año de “la Belgrano” (escuela de arte, dedicada a la docencia en artes plásticas -Wenceslao Villafañe 1342, CABA-), donde conocí a mucha gente. Un día vino al negocio Luis Felipe “Yuyo” Noé, un artista plástico que yo admiro mucho y estuvimos hablando horas; también Juan Carlos Distéfano, uno de los más grandes escultores del país.
Tarantino se hizo director viendo películas mientras trabajaba en un videoclub…
® Sí, igual me parece que está un poco sobrevalorado. Me gusta mucho Jackie Brown y Pulp Fiction, que es una maravilla, con una estructura que rompió los esquemas y un gran elenco, pero es un director que trabaja en un mundo limitado a un solo tema: “la venganza”.
¿Cuáles son tus directores preferidos?
® David Cronenberg, Jean-Pierre Melville, Alfred Hitchcock, Abel Ferrara, Orson Welles, Ingmar Bergman, Woody Allen, Pedro Almodóvar, Clint Eastwood, Billy Wilder, Peter Medak. De la época del cine mudo, los tres genios: Charles Chaplin y Buster Keaton y Tati (que era mimo, por eso tanta gestualidad sin palabras, aunque ya había cine sonoro).
¿Qué películas imperdibles recomendarías?
® Muchas, te digo las cinco mejores para mí: “El día del chacal”, la versión de 1973 dirigida por Fred Zinnemann; la vi mil veces. “El puente sobre el río Kwai”(1957), de David Lean. “Tiburón”, de Steven Spielberg, una obra maestra que se fue de presupuesto para lograr que el tiburón mecánico pareciera real y fue precursora en muchos aspectos. Fue la película más taquillera del cine y la única que estuvo 365 días en cartel en los Estados Unidos. “2001: una odisea del espacio”, de Stanley Kubrick y, la quinta, “Al final de la escalera”, una de terror dirigida por Peter Medak.
Además, hay un director under genial que se llamaba Ricardo Becher, que hizo “Tiro de gracia”, “Racconto” y “El Gauchito Gil” y en quien se basó el documental “Recta final”.
Antes de la pandemia tocaba el violín en los subtes, ahora se lo puede ver cualquier día de la semana tocando en lugares como El Federal, La Poesía, Origen (los sábados alrededor de las 14 o 15 horas y los domingos a la mañana). También en sitios más pequeños, como El bodegón de Marga o la pizzería Don Felipe.
Un martes a la noche fui a verlo tocar a La Poesía. Sacó su atril, pidió permiso a los clientes que estaban en la vereda y se presentó tímidamente antes de tocar unos “tangazos” como “Sur”, “Por una cabeza”, “Yira, yira” o “La cumparsita”, ante la mirada atenta de Punky, la admiración de algunos comensales y la total indiferencia de otros. Luego pasó la gorra (que lleva impreso el nombre Tangalanga) y bromeó con su perra: “Muerde solo a los que no ponen nada”. Hay algo quijotesco en su actuación frente al desdén de algunas personas, como aquel famoso antihéroe frente a los molinos de viento.
Texto y fotos: Diana Rodríguez