DALE QUE VA

Recorriendo las calles que conforman el corazón del Casco Histórico pude comprobar como -en un proceso lento pero continuo, sin ningún orden, sin ningún equilibrio, sobre todo sin ninguna norma de regulación- va cambiando nuestra escenografía urbana. Prima el «todo vale». 

Me refiero a las desafortunadas intervenciones sobre las fachadas de distintos edificios que forman parte de nuestro patrimonio. Me refiero también al grafiti vandálico y no precisamente artístico que, actuando en las sombras, lastima los frentes desprotegidos.

La suma de estas penosas y descontroladas intervenciones (siendo benévolo) hace que nuestra identidad edilicia en lugar de ser protegida y puesta en valor, como sucede en la mayoría de los Cascos Históricos, se transforme en la nada.

Recuerdo distintos intentos de resguardo de nuestras fachadas y cuidado de nuestra «casa grande».

En una acción promovida desde la Dirección de Patrimonio y Casco Histórico, allá por el año 2005/2006, se distribuyeron en el vecindario unas muy bien elaboradas cartillas llamadas de mantenimiento que contenían un instructivo de cómo ejecutar trabajos a los efectos de recuperar fachadas de edificios patrimoniales.

Hacia mediados de noviembre del año 2014, una movida vecinal, impulsada por un emprendedor escocés, logró mejorar varios frentes deteriorados en distintas cuadras del barrio.

En junio del año 2015 los amigos del Casco Histórico, junto a la Escuela Taller y a otras entidades, se agruparon con el objetivo de llevar adelante acciones en el barrio. Una de ellas fue promover el reciclado y pintado de frentes dañados por grafitis con el fin de mantener la riqueza de muchas de las fachadas que reflejan nuestra historia en sus paredes.

Existe un Plan de Manejo del Casco Histórico muy bien elaborado donde se fijaron lineamientos y políticas de gestión para proteger nuestro bien patrimonial. Entre ellos se incorporaron normas que contemplan la regulación equilibrada para el tratamiento de fachadas. Lamentablemente hasta hoy, como vemos, los intentos y los planes han quedado solo en eso, en intentos y en estratégicos planes bien intencionados; mientras tanto, el maltrato sigue avanzando.

Las fachadas representan una pieza clave dentro de una escala de conjunto mayor, calle/barrio/ciudad.

Entonces reflexioné, en este escenario, por ahora, van ganando los que poco se interesan por lo que representan los valores tangibles del Casco Histórico. Impunemente los dañan. La pregunta sería ¿Quién controla este desmadre?

Continué mi caminata silbando bajito el tango “Cambalache” … recordando alguna de las sabias estrofas de su letra que para este caso vienen de perilla, «todo es igual, nada es mejor, dale nomás, dale que va». 

Texto y fotos: Arq. Alberto Martínez

Fachada Estados Unidos al 400.
Fachada Bolivar al 900.

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