Malos aires en San Telmo

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Los medios inundan de imágenes las conciencias quietas de la gente, con las aventuras de los ambientalistas de Gualeguaychú, enfrentándose con el país hermano allende el Río de la Plata. Pero la mayoría de estos ni siquiera se inquieta por las secuelas de las emanaciones de la Central Costanera, central visible desde toda la ribera austral de la Ciudad. Se trata de la mayor generadora termoeléctrica de la Argentina, vinculada a la empresa energética española Endesa.

La central Costanera (queda pasando la ex Ciudad Deportiva de Boca, cerca de la desembocadura del Riachuelo en el Río de la Plata) produce parte de la electricidad con que se abastece a la Ciudad y Gran Buenos Aires. Utilizaba como combustible gas, pero por la crisis energética se pasó al fuel oil que envía el gobierno de Venezuela.

Este último combustible, señalan los expertos, es más contaminante que el gas, y habría generado que sobre Buenos Aires, irónicamente, esté cayendo una lluvia ácida, corrosiva para edificios y otras estructuras. Este posible daño ambiental fue denunciado por la Defensoría del Pueblo, pero negado por la Secretaria de Ambiente nacional. La denuncia aceleró un pedido que el Ministerio de Medio Ambiente porteño le hizo en 2005 a las centrales, para que se adecuen a la Ley del Aire, norma que obliga a todas las industrias y “fuentes fijas” que emitan gases tóxicos a anotarse en un registro de potenciales contaminantes y a presentar sus mediciones, que luego son corroboradas por inspectores del Gobierno.

Según una nota en Clarín, publicada el mes de septiembre, “el Gobierno porteño multó a la central eléctrica Costanera por no inscribirse en un registro de industrias potencialmente contaminantes ni explicar cuántos gases tóxicos emite. La multa, de acuerdo a la ‘Ley del Aire’, va de $ 100 a $ 5.000 para “quien no facilitare la información sobre medidas de emisiones’”.

El ministro de Medio Ambiente, Juan Manuel Velasco, comentó lo siguiente en cuanto a la negligencia de la empresa: “Les dimos suficiente plazo, pero no se anotaron en el registro, y menos aún presentaron las mediciones. Está bien que tengan buena voluntad, pero que la demuestren con acciones”.

Basta con observar, sobre todo por las noches, ingentes columnas de humo que se abaten sobre el barrio y aún más allá, para comprobar la veracidad de lo escrito.
—Fernando Paolella

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