MARIANO MORES – UNO

Ojos verdeados a la espera, piel brillando en luciérnagas procaces, manos de bachiller acelerado.

  Mariano Alberto Martínez nació en San Telmo el 18 de febrero de 1918, pleno carnaval. Se recibe de maestro de teoría musical, solfeo y armonía en el conservatorio D’Andrea, de Lanús Oeste. En 1929 los Martínez se trasladan a España donde Marianito -así era llamado- obtiene una beca en la Universidad de Salamanca. Ante la inminencia de la guerra civil regresan a Buenos Aires y, apenas llegados, muere su padre. Tenía dieciocho años y Marianito quedaba a la intemperie.

Uno busca lleno de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a sus ansias…

  En la intemperie debió ser “el Uno”. Consiguió trabajo como pianista en el Café Vicente de la calle Corrientes y en 1937 llega al tango con Roberto Firpo e ingresa en la Primera Academia Argentina de Interpretación (PAADI), dirigida por Luis Rubinstein. Allí estudiaban tango dos hermanas, Myrna y Margot Moragues, quienes formaban un dúo conocido como Las Hermanitas Mores. Marianito las acompañará con el piano.

En 1938 el dúo se transforma en trío y en él va a encontrar su nombre: Mariano Mores, su primer amor y su primer tango: Cuartito azul.

“Myrna era mi primera novia y, para estar cerca de ella, alquilé un cuartito en Villa del Parque, lo pinté con cal coloreada con el azul para lavar la ropa. Así nació “Cuartito azul”, contaba.

  Mariano hacía sus primeras grabaciones para el sello Columbia: Sueño angelical, Recuerdos y Mi geisha está triste, temas del compositor japonés Masao Koga. Mores tomó esas melodías y las reescribió en tiempo de tango. Ese hallazgo lo instaló en el ambiente y el japonés le pagó cinco mil dólares. “Entonces me compré siete trajes, siete camisas, siete corbatas, siete pares de medias y siete de zapatos, un conjunto para cada día”. Mariano Mores se convertía en el Uno.

  El Uno es un sintagma nominal mencionado o sobreentendido, que expresa lo más alto, lo primero.

  Ignacio Corsini canta Cuartito azul y será un acontecimiento. El 14 de setiembre de 1938 Francisco Canaro lo graba con su orquesta y el 14 de octubre lo registra la gran orquesta de Osvaldo Fresedo. 

  El cuartito pasaba a ser “el cotorro” soñado por todo el camandulaje porteño y le abrirá a Marianito Mores la “puerta grande” del tango.

  En 1940 Mores ingresa a la orquesta de Canaro donde desarrollará su virtuosismo con el piano, revolucionando la estética lírico-musical del tango y dando a conocer una gran obra como compositor: junta su lirismo chopiniano con el romanticismo de José María Contursi y componen En esta tarde gris, Gricel, Cristal, Cada vez que me recuerdes, Tu piel de jazmín; gemas para la historia del tango.

  En 1943 se produce un acontecimiento: se estrena, en los carnavales del Luna Park con letra de Enrique Santos Discépolo, el tango Uno.

Uno sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina…

  Uno expresa lo singular, lo elevado, lo primero. Mariano Mores era el uno, el gran compositor musical en el momento culminante del tango. 

  En 1944 compone, con Enrique Cadícamo, “Copas, amigos y besos”. En 1945, con Francisco Canaro, Adiós pampa mía, Jorge Negrete lo canta en el Teatro Colón y en la película Gran Casino. En 1946, nuevamente con Enrique Santos Discépolo, compone el desgarrador Sin palabras. 

  “El tango es un sentimiento… nace entrelazado con arrabal, esquina, farol y lengue y en su “mezcla milagrosa” sale a ganar el mundo”, decía.

  En la búsqueda del Uno, Mariano será galán de cine en El otro yo de Marcela, La Doctora quiere tangos con Mirta Legrand y en Corrientes… calle de ensueños, donde se estrenaría otro clásico, Cafetín de Buenos Aires,también con letra de Discepolín. Compone con Cátulo Castillo “El patio de la morocha”, un éxito teatral que llevará al cine Manuel Romero.  

  En 1952 Mariano Mores estrena en el Teatro Colón su milonga “Taquito militar”, que será un emblema del vínculo entre música popular y música «culta». La crítica lo comparó con Cole Porter y llegaron a llamarlo «el Gershwin argentino».

  Mariano tenía el proyecto de formar una gran orquesta de características sinfónicas para hacer tango, pero chocaba con visiones elitistas; el diario La Nación cuestionó esa política llamándola “sarampión populista”. 

  El 14 de abril de 1955 Mores dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Cervantes de Buenos Aires. Meses después, el golpe militar va a frustrar el proyecto de integrar la música nacional. A partir de 1955 comienzan a desaparecen las grandes orquestas permanentes. Mariano armaba orquestas de más de treinta músicos para giras y películas. Resultaría de fundamental importancia el aporte de Martín Darré, en órgano y arreglos orquestales. 

  Serán sucesos “La calesita” y “El firulete”; en 1958 aparece “Tanguera”, la máxima expresión de sus composiciones sinfónicas. 

  En 1960 realizó una exitosa gira por México, donde se lo llamó el Miguel Ángel del tango, en la que hizo fusión de este con ritmos tropicales y boleros que fue el éxito de la gira. Mariano cristalizaba la idea de una orquesta de cámara de tango estable, profundizando aún más la línea sinfónica.

  “Cierro los ojos y sueño con una orquesta de trescientos músicos, con mis amigos que ya se fueron. Contursi, Troilo, mi hermano, Discépolo, Manzi, el gran Canaro”, pontificaba el Uno.

  “Mariano consumó un tango de gran estilo de corte sinfónico con un ¨pianismo¨ ejecutado con virtuosismo y grandiosidad, sostiene José Ruggero Díaz.

  En 1961 compuso con Taboada, el desgarrador “Porque la quise tanto” estrenado por Hugo del Carril quien también llevará “La calesita” al cine; en 1963 Susy Leiva presenta -en Mar del Plata, con la orquesta en pleno- la majestuosa “Frente al mar”.

  En esos años dio una serie de conciertos en el Lincoln Center de Nueva York, con Ruth Durante y Raúl Lavié. Años después, Mores recordaría “el concertino de la orquesta con que toqué en el Lincoln Center dijo que ¨si Chopin viviera, haría el tango como Mariano Mores¨”

  Mariano Mores fue decisivo en la proyección de nuestra música popular en el mundo, donde fue un verdadero número Uno. 

  En 1967 va a presentar, producir y dirigir en televisión la serie La Familia Mores. Para Mariano su familia era el epicentro de su razón de ser; varios de sus integrantes se sumaron a sus espectáculos, conformando un grupo artístico conocido como “La familia Mores”, unidos como un clan. La familia siempre fue su pilar, esa organización artística y familiar era una figura poligonal donde el uno, Mariano Mores, era el vértice.

  En 1984 Mariano Mores emprendió una larga gira por Japón, que debió suspender para regresar. En Buenos Aires, después de una dura enfermedad, moría Nito su hijo. El polígono se desvanece, el Uno queda destrozado.

Uno va arrastrándose entre espinas y en su afán de dar su amor sufre y se destroza hasta entender que uno se ha quedao sin corazón…

  Mariano Mores era un artista de raza. Siguió actuando más de treinta años, poniendo siempre su inmenso talento en el espectáculo, donde buscaba encontrar a su hijo entre los misterios de la música y las luces del escenario. 

  “Siempre está conmigo. Cuando salgo al escenario, lo primero que tengo es la mano de Nito sobre el piano. Lo tengo al lado…”, decía el Uno.

  En 1983 a la manera de Mores, Andrés Segovia crea el gran espectáculo Tango Argentino, incluyendo “Taquito militar”, “Tanguera” y “Uno” en su repertorio. La majestuosa “Tanguera” será la base musical de “Gatica”, dirigida por Leonardo Favio.

  En el año 2000 Mariano Mores resultó elegido como el “Mejor compositor de tango del siglo” por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. En agosto de 2006, se presenta con su orquesta en el Teatro Colón y, en 2008, realiza -en el Luna Park- “90 años no es nada”.

  El 21 de febrero de 2012 en el teatro Auditorium de Mar del Plata, traspasó la batuta de su orquesta a su nieto Gabriel, hijo de Nito. Mariano Mores tenía ya, 94 años.

Pero Dios, te trajo a mi destino sin pensar que ya es muy tarde y no sabré cómo quererte / déjame que llore como aquel que sufre en vida la tortura de llorar su propia muerte.

  El 13 de abril de 2016, a los 98 años, el talento incomparable del Uno se fue a integrar parte de una orquesta sin tiempo ni fronteras.

                                                                       Horacio -“Indio”- Cacciabue

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