Defender la educación pública

Entrevista a Adrián Dávila, alumno de la Escuela Normal 3 de San Telmo


Nadie lo esperaba. Desde los medios se insiste hace años sobre la apatía de la juventud. Se los muestra como “floggers”, sin nada que hacer, estigmatizados como despolitizados. Pero a veces la realidad contradice el discurso mediático, y este año (2010) fueron los jóvenes, a través de las tomas de colegios y universidades de la ciudad, quienes pusieron de manifiesto una política de ajuste del sistema de educación pública del gobierno macrista.

En ese marco, en San Telmo los alumnos llevaron a cabo la toma del Normal 3, sobre Bolívar entre Av. San Juan y Cochabamba.

Los alumnos de la Normal 3. Foto: Lisandro Gallo

Los alumnos de la Normal 3. Foto: Lisandro Gallo

Adrián Dávila es uno de los alumnos del colegio que participó en la toma, y dice que no es casual que hayan sido ellos, chicos de entre 13 y 18 años, quienes resistieron porque son quienes más sufren.

“En invierno hay que aguantar un colegio público a la mañana. Los techos son de chapa, y te llueve. Yo, por ejemplo, tengo un agujero en el techo arriba de mi banco”, nos cuenta. “Fue una suma de disconformidad con las políticas del gobierno de Macri más el deterioro edilicio de los colegios y de la educación pública en general. Subieron los subsidios a las escuelas privadas mientras bajaron los de las públicas”.

Las tomas siempre se manejaron por mandato de base, o sea lo que la mayoría elige. Adrián era, en agosto, el presidente temporal del centro de estudiantes del colegio, y él y otros de sus compañeros militantes sólo decidieron avanzar con la toma cuando sintieron el reclamo en sus compañeros (muchos no militantes). Cuando eso sucedió hicieron una votación pasando curso por curso: 380 alumnos votaron a favor de la toma.

Los alumnos de la Normal 3. Foto: Lisandro Gallo

Los alumnos de la Normal 3. Foto: Lisandro Gallo

Lo que subyace en las tomas es el llamado a la sociedad a pensar lo público, algo que es de todos. Las tomas empezaron el 12 de agosto, acompañando el juicio a Macri por el caso de las escuchas ilegales, cuando “lo que más se sintió fue un sentimiento masivo de ‘fuera Macri’” dice Adrián. La toma en el Normal 3 comenzó a principios de septiembre y se extendió a lo largo de un mes.

“Empezamos con un petitorio, y conseguimos más de 800 firmas que las elevamos al Ministerio de Educación. Cuando fuimos a la reunión con el ministro Esteban Bullrich el 6 de septiembre, él presentó un plan de obras para los 28 colegios que estaban tomados, pero nuestro colegio no aparecía. Por lo tanto, los 28 colegios que tenían las reformas ya pactadas decidieron que iban a luchar por la reforma de todos los colegios de Capital y que se sumaran a la lucha los demás colegios”, explica Adrián.

A pesar de depender del gobierno por sus salarios, muchos de los maestros también apoyaron las manifestaciones de los alumnos. En el Normal 3, de 60 docentes 48 apoyaron la toma. Adrián aclara que esto sucedió una vez que los chicos ya habían decidido en asamblea general la toma del edificio. “Todos dicen que los docentes incitaron a los chicos a tomar los colegios, pero no. Los docentes llegaron cuando ya habíamos tomado el colegio, y en asamblea ellos decidieron apoyar la toma. A los docentes les importa lo que está pasando en el movimiento secundario y con la educación pública. Los docentes son una clase de trabajadores muy sufridos, así que el reclamo también caló en ellos”.

Los reclamos de los alumnos parecen casi obviedades, “pedíamos reformas edilicias, como todos los colegios. Por ejemplo, no teníamos salida de emergencia. Otro tema puntual es que en el segundo piso funciona el jardín, y es un peligro que haya chicos tan chicos en un segundo piso con escaleras de madera, que son altamente inflamables en caso de incendio.

Por otro lado demandábamos aulas. Queremos que el jardín tenga aulas propias, y porque hoy en día hay clases de idioma Inglés y Francés en el mismo horario, y la gente de Francés se tiene que ir, terminan en las salas de profesores, o en la preceptoría”.

Muchos medios mostraron los destrozos en la escuelas adjudicándolos a los alumnos, eligiendo no mostrar las condiciones edilicias previas a las tomas. Los estudiantes eligieron no naturalizar ese paisaje y exigir condiciones aptas de cursada.

En el caso de la toma del Normal 3 sí hubo destrozos, pero no a manos de los estudiantes: una patota entró una noche y quiso robar televisores, computadoras y algunos artefactos eléctricos del buffet. Ninguno de los chicos conocía a estas personas, que no son alumnos del colegio, y Adrián y otros compañeros fueron amenazados.

La toma finalizó con algunos logros en torno al reclamo por reformas edilicias: se concretaron mejoras tales como pintura y arreglos de algunas cañerías que perdían. Adrián, sin embargo, afirma que efectivamente no se logró la profundidad en los cambios que ellos propusieron. A pesar de eso se muestra positivo, y como muchos se entusiasma con la idea de ver más estudiantes militando: sabe que aún queda tiempo y lucha para recuperar uno de los ámbitos públicos más golpeados: el de la educación.

—Lisandro Gallo

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