Envecinarse: sacar a pasear al perro a la misma hora

(y de paso aprovechar para cuidar nuestras veredas)

Envecinarse significa hacerse vecino, no sólo cohabitar el mismo edificio, la misma calle o la misma manzana, sino conocerse, saber el nombre, compartir el espacio público y cuidarlo juntos.

Envecinarse es vencer el miedo y la soledad a la que las grandes ciudades nos condenan, especialmente en los tiempos que corren. A la noche hay una gran diferencia entre “alguien que camina hacia nosotros vestido con campera con capucha” y reconocer a un vecino que nos saluda, vestido con campera con capucha. La diferencia no es menor.

Para los vecinos que tienen mascota, el momento de sacarla a pasear es ideal para percibir esta diferencia. Salir todos los días a la misma hora, como una rutina, nos permite conocer a nuestros vecinos. En lugar de ir solos, podemos empezar a salir acompañados, y aprovechar para observar el movimiento de la cuadra, de las calles, de los otros vecinos y conocer la dinámica del barrio un poco mejor.

Para cuidar del espacio público, podemos llevar nuestra propia bolsa para levantar las necesidades del pichicho y también algunas de más para convidar a otros vecinos que paseen con su cachorro. Y ¿qué mejor manera de generar un vínculo basado en hábitos constructivos?

Obsérvese la palabra “convidar”, que no es pelear, ni obligar, ni retar al vecino que deja un regalo de su mascota en medio de la vereda: significa ofrecerle una bolsa que tengamos a mano para que al menos esa vez lo piense.

Otra forma de contribuir a la recolección de cacas caninas es dejar en los puestos de diarios algunas bolsas -si nos sobran-, porque los kiosqueros son los que mejor conocen a los vecinos, sus movimientos y costumbres callejeras.

Aproveche para salir charlando con su vecino. Páselo a buscar y póngase al día mientras se dan una vuelta manzana y vuelven al contacto humano, a sentirse parte del barrio. Tomar la vereda como propia es cuidarla, observarla, mejorarla; en suma: vivirla.

—Carolina López Scondras