Guillermito Fernández: hijo del barrio

Guillermito Fernández lee El Sol. Foto: Edgardo "Super 8" Gherbesi.

Guillermito Fernández lee El Sol. Foto: Edgardo "Super 8" Gherbesi.

Tiene 53 años, pero para todos sigue siendo “Guillermito”. Es que canta desde que tiene uso de razón.”Aprendí a cantar antes que a hablar, a los dos años hablaba a media lengua, pero ya cantaba perfecto”, cuenta Guille, nacido y criado en San Telmo.

En el living de su departamento de la calle Carlos Calvo al 600, el músico recibió a El Sol: “Esta casa es donde yo me crié”, cuenta con una sonrisa. “Yo soy de San Telmo”, como dice la milonga que grabé allá por los años ‘80. Mis viejos tenían un comercio en Defensa 916. Mi viejo empezó con una zapatería y después cambió de rubro y allá por el ‘64, ya tenía un negocio familiar: una librería juguetería, que atendían mi papá y mi primo, y al fondo funcionaba una peluquería, en la que trabajaban mi mamá y mi tía”.

Se codeó con los más grandes: Aníbal Troilo, Cátulo Castillo, Atilio Stampone, Lucio De Mare, Roberto Grela y muchos otros. Compuso música para cine, incluyendo para la productora de Clint Eastwood. Realizó cinco giras exitosas por Japón, acompañado por la orquesta de José Colángelo. Su octavo disco, “Tangos”, que también produjo, ganó el premio Gardel en 2002. Además creó y condujo el ciclo “Sarpando Tangos”, por Canal 7.

A pesar de su extensa carrera, se muestra sencillo, convida un mate y abre su corazón para hablar de su vida. A veces divertido, otras melancólico, pero siempre sincero. “En el año ‘58, cuando yo nací, mis viejos venían a San Telmo todos los días, porque vivían en Wilde y tenían el negocio en San Telmo”, recuerda. “Cuando tenía seis años, empecé el colegio, ellos decidieron vender su casa de Wilde y alquilaron un departamento en la calle Balcarce al 961. Era un edificio art deco de los años ‘50, y divino. Vivíamos en un segundo piso. Tengo recuerdos muy lindos, porque la portera, que era gallega y se llamaba Carmen, cantaba a dúo conmigo: ella desde la planta baja y yo desde el segundo piso. Usábamos el pulmón de manzana como cámara de reverberancia”.

¿Y los vecinos que decían?

– Encantados (risas).

– ¿Venís de una familia de músicos?

– Sí. Mi mamá cantaba muy bien, tocaba el piano, el clarinete, componía y escribía. Era la directora de la Banda Argentina de Alpargatas. Mi abuelo y mi tío eran músicos. Cuando nos vinimos a vivir aquí mi viejo, con otros cinco comerciantes de San Telmo, fundaron una pequeña empresa, que se llamaba Crédito Defensa. Era una sociedad crediticia, una clara antecesora de la tarjeta de crédito. Le daban bonos a la gente, que podía comprar en los negocios de la calle Defensa, y después la sociedad crediticia se lo financiaba. Era la época donde había mucha plata, la gente compraba. Pero luego vino la catástrofe. Estos cinco comerciantes, como dice el tango, “Eran cinco hermanos”. Pero un buen día uno de ellos, se fue con la plata de la sociedad. Mi papá quedó en la calle, él había vendido dos casas en Wilde, un departamento en Mar del Plata. En una economía que se venía a pique, mi viejo se fundió y cayó en una gran depresión.

A pesar de que la veta musical venía del lado materno, fue su padre quien lo llevaba a clases de canto con diversos profesores barriales. Fue alumno de Adelma Vera, la guitarrista del dúo de las hermanas Vera, que fueron muy famosas en esa época, (te hablo del tiempo de Rosita Quiroga y de Gardel) que ya era una señora muy mayor.

Yo seguía sintiendo que nadie me enseñaba nada. Un día, siendo yo muy chiquito, gané un concurso en la Plaza Dorrego, eran las “Guitarreadas Crush”. Como no había guitarras de mi tamaño, yo cantaba con la guitarra y mi viejo me la sostenía con la mano desde abajo. A los diez años, en esa plaza, el jurado estaba integrado por Sebastian Piana y Lucio De Mare, quien tenía un bolichito en Balcarce y Pasaje Giuffra que se llamaba “Malena al Sur”, y él me invito a cantar.

Yo aparecí un día y lo escuché tocar a Lucio De Mare, y le dije a mi papa: “No quiero que me busques más maestros, ya encontré el que quiero. Empecé con él y con Carlitos Figari, un gran pianista que también daba clases en la calle Humberto I. Toda mi tangueridad la gané en San Telmo. Canto desde siempre, no recuerdo épocas de no cantar. Cuando tenía 6 años ya cantaba en el club San Telmo, con Alberto Castelar.

¿Qué cosas te gustan del barrio?

Sin duda, creo que San Telmo es el barrio más lindo de Buenos Aires. Hay que cuidarlo mucho. Es un barrio como pocos, sensacional, con mucha historia. Vos ves fotos de San Telmo del siglo dieciocho y son maravillosas! Ahora es el diez por ciento de lo que era en aquella época.

¿Cómo fue tu experiencia de vivir en Estados Unidos?

Fue positiva, por un lado, y por otro, no tanto. Creo que de los errores se aprende más que de los aciertos. Yo estaba en Estados Unidos aprendiendo. Cantaba tangos en las asociaciones argentinas de USA, producía, hacía arreglos, trabajaba en los estudios de grabación, hacía todo lo que tenía que ver con la música, fui asistente de producción de conciertos. Yo hablo bien inglés. Trabajé en shows en Las Vegas. Pero lo mío era aprender: estudiaba ingeniería de sonido, música con diferentes profesores.

Por entonces hiciste un cambio de estilo musical…

Yo compartí estudios con grandes músicos, como Gatica, Alex Acuña o John Peña, músicos que iban a sesionar. Cuando yo producía, a veces me sobraban horas y grababa cosas que había compuesto. Iba probando diferentes estilos: grabé dos baladas, dos boleros, dos tangos en tiempo de boleros, cosas que se me iban ocurriendo. Entonces empecé a mandar demos a las discográficas. Me llamaron de Sony, que les interesaba el producto, para que fuera a Nueva York, yo vivía en Los Angeles. Fui, me preguntaron si tenía todos los temas, yo les dije que sí. No tenia nada. Ni me acordaba qué había mandado. Ahí lo convoqué a Roberto Livi e hicimos un disco de baladas. En un año se convirtió en un hit en Latinoamérica. Tengo discos de oro en México, en Estados Unidos, en Venezuela, en Colombia, en Chile, y un disco de platino en Argentina.

¿Y por qué pensás que no fue tan positivo?

Porque a veces el medio y el éxito efímero te van llevando a lugares donde no querés estar. Nunca dejé de cantar tangos, por entonces me reuní con el director de Sony, que era Tomas Muñoz, y mi productor, Roberto Livi, y les propuse hacer un disco de tango internacional. Y me sacaron carpiendo: que era una locura, que el tango no vendía. En esa momento salían Montaner, Franco De Vita, Ricky Martin, estaba lleno de baladistas, pero cantantes de tango no había. A los 30 años ya sabía lo que quería, yo quería cantar tangos. Más allá de los millones y de las limusinas, siempre fui un tipo de convicciones firmes, de estar seguro de lo que quiero. Entonces me pregunté

“¿porque estoy metido en esto, si yo no quiero ser Ricky Martin?”. Sin desmerecerlo a él, que me parece que es un artista fuera de serie, de hecho yo no podría hacer lo que hace él, pero no es lo que a mí me gusta. En esa época se juntaron Roberto Livi y Tomas Muñoz y produjeron el disco de tango de Julio Iglesias. Yo les había llevado la idea completa, qué tipos de arreglos, todo. Estuve trabajando con un productor amigo, que se llama Rudy Pérez, que hoy en día es el productor de Cristina Aguilera, de Luis Miguel, es una estrella, el productor latino pop número uno, y habíamos preparando unos demos con un par de tangos, como los queríamos, y me re copiaron la idea, y lo hicieron con Julio Iglesias. Fue un éxito mundial.

¿Qué proyectos tenés para este año?

Con Luis Longui, que es un músico bandoneonista, hermano del alma, socio mío, estamos por sacar un libro-disco para chicos. Se llama “El tango es puro cuento”. Es muy sentimental, nostálgico, dramático, como es el tango. El libro está dibujado por quince de los mejores caricaturistas del país, entre ellos, Tute, que es un “santelmista”. Los chicos son tanto o más sentimentales que los adultos. Tengo invitados de lujo como Pedro Aznar, Dolina, Teresa Parodi, el Negro Fontova y el Chino Laborde, entre otros. Después del éxito de Un amor de tango en Mar del Plata, estamos pensando en reponerlo. Lo armamos con Manuel González Gil, Luis Longui, Federico Mizrahi y yo. Pensamos traerlo a Buenos Aires, pero no hay teatros disponibles.

¿Cómo te cae que te sigan llamando “Guillermito”?.

Bien, en una época no me gustaba, me parecía que era un impedimento para seguir evolucionando. Pero ahora no, estoy feliz porque en el diminutivo está el cariño de la gente que me vió crecer. Vos fijate que tengo 53 años, soy un hombre ni tan joven ni tan viejo, pero canto para la gente que tiene 90 años, para los que tienen 50, 30 y también tengo fans en mi página de 20 años.

–Diana Rodriguez


Yo soy de San Telmo (Milonga interpretada por Guillermito Fernández)

Letra de Arturo Gallucci. Música de Velázquez

Yo soy de San Telmo y vengo

por estos barrios para dejar,

un verso para las madres

y mozas de mi ciudad.

Yo soy un cantor sincero,

sencillo y sentimental,

trabajo como el hornero

y canto como el zorzal.

Siempre supe respetar

al que hablo y trato conmigo,

en San Telmo me conocen

por cantor y buen amigo.

Si hay que calmar el dolor

del que vive padeciendo,

soy primero en la ocasión

para aliviar su corazón.

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1 respuesta

  1. ivonne dice:

    necesito saber como mi padre de 78 años puede comunicarse con Guillermito,ya que desea mostrarle letras de tango que escribe ,
    atte
    ivonne

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