¿Quién define qué es la cultura?
El triste conflicto sobre Defensa 535
Por Catherine Mariko Black
Si la cultura tiene un valor que le da trascendencia y esa trascendencia en teoría la abre a todos nosotros a modo de bien o patrimonio público, la historia del Centro Cultural Plaza Defensa es un triste testimonio de cuánto se pierde cuando una comunidad deja de tener un espacio propio para desarrollar su cultura y su identidad colectiva. Desde 2009, el enorme predio de Defensa 535 perteneciente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha sido el foco de un debate desgastante y amargo, donde no sólo el barrio de San Telmo perdió un centro cultural integrado al Programa Cultural en Barrios, sino que involucró a la comunidad del Movimiento Afrocultural Bonga en una red de disputas legales que la está estrangulando y quitando la posibilidad de desarrollar sus actividades y estilo de vida en paz.
Un lío legal
El conflicto sobre Defensa 535 empieza en 2005, cuando el Movimiento Afrocultural Bonga –una colectividad de 20 familias dedicadas a la promoción y recuperación de la cultura afro– recibieron una orden de desalojo del edificio abandonado en Barracas que habían ocupado desde 2000. El Movimiento Afrocultural, que fue declarado por la Legislatura porteña de interés social y cultural, inició un reclamo al Gobierno de la Ciudad pidiendo amparo para sus actividades culturales, que incluía desde talleres de candombe y capoeira hasta la fabricación de instrumentos de percusión artesanales y concientización sobre la historia de la comunidad afro en América Latina.
En 2009 el juez civil Juan Lima falló a favor del Movimiento Afrocultural, exigiéndole al Gobierno de la Ciudad una solución que incluía el traslado del grupo a un espacio alternativo con ciertas características (por ejemplo un mínimo de 150 m2). Pero la solución que encontró el Ministro Hernán Lombardi -a través de la resolución 1803/09- fue la de insertar el Movimiento Afrocultural en el Centro Cultural Plaza Defensa (CCPD), bajo la consigna de una cogestión entre ambos grupos.
Naturalmente, ésto causó furor entre los trabajadores del CCPD, que durante diez años venían desarrollado una amplia oferta de actividades dentro del Programa Cultural en Barrios, incluyendo el concurrido tangódromo de los domingos, ciclos de cine, teatro, música y muestras de artes plásticas que en total convocaban más de 500 artistas y 60 mil visitantes por año. Era el único centro cultural público de esas características en toda la Comuna 1 (a cambio del Centro Cultural Fortunato Lacámera, que principalmente ofrece talleres).
Entre agosto y octubre de 2009 hubo una serie de reuniones, audiencias y festivales de protesta donde se discutía la idea del Ministro y algunos intentos de diálogo entre los dos grupos que se polarizaron como resultado de la resolución: los trabajadores y vecinos que se identificaban con el CCPD y el Movimiento Afrocultural. El director del Programa Cultural en Barrios -Guillermo González Heredia- aseguró, la noche de una audiencia donde asistieron más de cien vecinos, trabajadores culturales y miembros del Movimiento Afrocultural (en septiembre de 2009), que las actividades tradicionales del CCPD y el personal se iban a mantener y que la decisión del Ministerio se trataba de una ampliación –y no una reducción– de la oferta cultural del lugar.
Sin embargo, los vecinos y trabajadores del CCPD presagiaron que ésto no pasaría y algunos presentaron un Recurso de Amparo contra el Gobierno de la Ciudad reclamando que encontrara una solución alternativa al fallo judicial: que permitiera que el Movimiento Afrocultural pudiera seguir desarrollando sus actividades en otro espacio acorde a sus necesidades y que el CCPD siguiera funcionando como antes.
La situación hoy
Al pasar más de un año y medio desde la “entrega” del CCPD al Movimiento Afrocultural, consta que muchos de los temores de los trabajadores del centro anterior y de los vecinos, eran fundados. A pesar de las promesas de Heredia, nunca se generó una cogestión entre el Gobierno de la Ciudad y el Movimiento Afrocultural y ningún trabajador ni actividad del CCPD permaneció.
Por parte del gobierno, las actividades del Movimiento Afrocultural nunca fueron incorporados en el Programa Cultural en Barrios y tampoco fueron apoyados económicamente por el Ministerio como otros centros culturales públicos. De hecho, el mantenimiento del predio hoy lo paga los integrantes del Movimiento Afrocultural, hasta el jabón, el detergente y las bombitas de luz.
De parte del Movimiento Afrocultural, ellos insistieron sobre una manera de utilizar el espacio acorde a sus valores y su identidad cultural. Pero esta manera no resulta muy compatible con los usos “tradicionales” de un centro cultural, por lo menos como está concebido dentro del Programa Cultural en Barrios.
Como resultado, el predio de Defensa 535, se ha convertido principalmente en un ámbito propio del Movimiento Afrocultural, donde no sólo se dictan actividades culturales –que son muchas, e incluyen clases de capoeira, candombe, danza, títeres, teatro, fabricación de instrumentos y tango– sino que también se desarrolla su vida cotidiana, como la plantación de una huerta y la vivienda de algunos miembros, incluyendo el líder del grupo Diego Bonga.
“Las manifestaciones culturales que nosotros preservamos aquí, no las encontrás en cualquier centro cultural. Más que un centro cultural ésto es una casa de cultura”, explica Bonga. “Acá vivo. Las veinticuatro horas estoy cuidando este patrimonio que nos ha llevado buena parte de nuestras vidas en construir. Porque acá está nuestra casa de cultura y nadie deja la casa sola. Para otros la cultura tiene horario, la cultura de 18 á 21hs… Pero para nosotros la cultura no tiene horario, la cultura es desde que te levantás hasta que te vas a dormir. Todo es cultura desde nuestra visión”, resume el músico y luthier.
Esta visión remarca una de las características del Movimiento Afrocultural que es, a la vez, una base importante de su fuerza y una causa de conflicto con su entorno. Para ellos, la cultura es justamente lo que uno vive todos los días, es la fuente central de la identidad de la comunidad. Es la causa política y filosófica que los ha nutrido y fortalecido durante más de una década de organización y lucha colectiva, contra un legado histórico de racismo y genocidio en las Américas. O sea: el Movimiento Afrocultural es mucho más que un centro cultural en el sentido cotidiano del término. Es una comunidad en si misma, compuesta por familias y personas que han dedicado sus vidas a promover su cultura, que para ellos es sinónimo de promoción de su identidad y su supervivencia
Diferentes visiones
Por otro lado, esta manera de “vivir” la cultura a toda hora es algo que genera roces con el vecindario. Desde los “ruidos molestos” de los tambores hasta el aspecto decaído y cerrado del predio comparado a lo que era antes, los vecinos no sólo lamentan la pérdida de un espacio que previamente estaba más integrado con el barrio, sino que se sienten menos identificados con el lugar como está planteado hoy. Y es lógico: antes de octubre del 2009 era un centro cultural público y estatal según la definición amplia y convencional del término y hoy es “una casa de cultura” según la visión particular (y también válida) del Movimiento Afrocultural.
Para dar un ejemplo: a fines del año pasado algunos vecinos se alarmaron por la aparición de un perro enfermo en el patio del predio. Un cartel anunciaba que tenía sarna y su imagen sólo amplificaba el aspecto “degradado” de lo que antes era un espacio que se destacaba por su casi fría atmósfera de cemento y orden construido. Pero para el Movimiento Afrocultural, el perro –como la huerta que plantaron en el mismo patio– representa la recuperación de la salud y de la vida.
“Cuando no ha sido la huerta fue el perro que hemos rescatado y que estaba muy mal. El que me ve ahí con un pico dice “está rompiendo” pero otro dice ”no, está construyendo”. Es como uno quiera ver las cosas. Es otra postura cuando se ponen a hablar con nosotros, cuando ven una huerta que no están acostumbrados a encontrar, acá en el medio de esta ciudad, de ver que crezca un choclo, que crezca un tomate, un zapallo”, explica Bonga.
¿Y el Estado dónde está?
El nudo judicial que ata al Movimiento Afrocultural, los vecinos que firmaron el recurso de amparo y el Gobierno de la Ciudad, todavía no se aflojó. En una audiencia frente al Juez Lima en noviembre pasado, la diputada y miembro de la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, Diana Maffia, remarcó la falta de lógica y seguridad en la decisión del Gobierno de la Ciudad:
“Su disposición, Sr. Juez, no exigía que (la solución al desalojo del Movimiento Afrocultural) fuera en ese centro cultural. Su decisión exigía que fuera una solución sostenible. Y la verdad es que ésto no es sostenible…y no es solamente por cuestiones presupuestarias. Es porque en otros centros, en otras agrupaciones independientes o culturales, se han dado soluciones estables: la cesión de un lugar por 30 años, por ejemplo y han (realizado) la apropiación o la expropiación de propiedades como podría haber pasado con la calle Herrera… Es decir que hay otras soluciones que habrían dado cumplimiento a su disposición y que en este caso no se tomaron”.
Eduardo Scirica, el editor del periódico zonal En San Telmo y Sus Alrededores y uno de los firmantes del recurso de amparo, expresa el sentimiento de muchos vecinos cuando dice: “Yo no impugno lo que hace el Movimiento Afrocultural y me parece perfecto que se puedan desarrollar todas las actividades y manifestaciones artísticas de la cultura afro. Simplemente no estamos de acuerdo con que la resolución ministerial 1803/09 resolvió cerrar un centro cultural que estaba funcionando para dar una respuesta a una instancia judicial, cuando se lo podía haber resuelto dándoles cualquiera de los otros predios vacíos que tiene el Gobierno de la ciudad en la zona Sur”.
Mientras tanto el paso del tiempo presencia el difícil trabajo del Movimiento Afrocultural para acomodarse en un lugar donde están esencialmente solos. Esto es en parte por la convicción de llevar adelante su propia visión cultural y, por otra parte, porque el Gobierno de la Ciudad los ha efectivamente abandonado y borrado de sus presupuestos de apoyo cultural. Su llegada forzada al barrio no facilitó su integración en el vecindario, que sigue dolorido y añorando al CCPD que tenía antes y para colmo la Resolución 1803/09, no les asegura -al Movimiento Afrocultural- ninguna estadía a largo plazo en el predio.
“Para mi el lugar que era antes se perdió y me parece que el Gobierno de la Ciudad tampoco le ha dado importancia a un programa afro en serio” opina Scirica. “Defensa 535 hoy no es un lugar que uno ve como un centro cultural afro donde hay un montón de actividades bien apoyadas, donde hay docentes pagados por el Estado, espectáculos de música y demás…podría haber sido un centro de cultura afro importante, pero la situación de los Bonga en realidad es una incertidumbre”.
Luego de mucha demora y la audiencia en noviembre de 2010, el 28 de abril pasado el Juez Lima dictó una sentencia en contra del Gobierno de la Ciudad por no cumplir con el requisito que fijaba su fallo anterior de impulsar un programa de cultura afro con el apoyo económico e institucional que le corresponde. El Gobierno, a su vez, apeló la sentencia con el argumento de que es el Ministerio de Cultura y no el juez, que tendría que definir la política de desarrollo de un programa cultural afro. Y los vecinos también apelaron la sentencia, diciendo que su reclamo de devolverle al barrio un centro cultural con las características del CCPD y encontrar para el Movimiento Afrocultural un lugar más apropiado a sus necesidades, fue minimizado. El conflicto seguirá en Cámara y, mientras tanto, en Defensa 535 el Movimiento Afrocultural seguirá trabajando como pueda.
En la audiencia del año pasado, Bonga dijo “Realmente nos encontramos solos, trabajando mucho, resistiendo, pero honestamente digo que si nos siguen postergando y esperando por decisiones del gobierno, nos están matando, nos están desgastando. Sentimos un desgaste a todo nivel. Hay familias y familias que están esperando el Movimiento Afrocultural y no ganamos ni subsidios ni sueldos, lo hacemos por una cuestión de conciencia. Los recursos que tenemos nosotros son los recursos de fuerza voluntaria. Trabajamos gratuitamente. Hemos cumplido y lo seguiremos haciendo con gusto pero, por favor, déjennos ser, ya permítannos, dennos la libertad”.
A las repetidas llamadas del Sol de San Telmo, el director del Programa Cultural en Barrios, Guillermo González Heredia, nunca respondió.
Movimiento Afrocultural
Defensa 535
te faltó averiguar quiénes son los Bonga. Ellos no representan la cultura Afro. Informate por favor.
La nota a los integrantes del Movimiento Afrocultural es solo una excusa para expresar la sesgada opinión de quienes escriben. Debería al menos darles verguenza haberse aporvechado así de la apertura de estas personas que les dieron la nota, supongo que sin imaginar lo que tristemente volcaron en estas líneas.
No me importa si publican este comentario o no. Escribo con la intención de que piensen y reflexionen desde el lugar que les toca como «comunicadores barriales» lo que están haciendo con total liviandad.Haciendo de cuenta que solo describen la realidad reporducen ideas elitistas, sesgadas, y llenas de prejuicio en torno a lo que es ser vecino de San Telmo.
O Acaso las personas que itegran el moviviento Afrocultural no son vecinos??? eso está queriendo expresar Catherine Mariko Black que es quien firma la nota?
El trabajo cultural que ellos hacen es totalmente válido, y no perjudica en nada a los vecinos (además de que ellos también sosn vecino mal que les pese a los «vecinos bien»)…al contrario, debería ser aprovechado por todos nosotros para reflexionar sobre el barrio de sn telmo y su particular historia en torno a la esclavitud , el comercio de humanos y la negritud y para reparar históricamnte años de invisibilización.
Además de reproducir la mentira de que el centro cultural se encuentra cerrado o privatizado. Yo soy vecina del barrio, las puertas están abiertas todos los días, las clases también, como vecina a veces voy.Antes de que estén en el Centro Cultural Plaza Defensa no conocía la actividad que ello desarrollan. El espacio está muy cuidado, y como vecina digo que las actividades que antes se desarrollaban allí no est´na en peligro de extinción ni dejan de hacerse en el barrio…es decir los vecinos que no se acercan al centro cultural y que lo consideran privatizado lo hacen desde la ignorancia y el prejuicio. Pero quienes hacen, firman y reproducen la nota lo hacen con total conciencia del perjuicio que están haciendo y con intenciones que no son explícitas.
Espero una respuesta , por mail, por acá si publican el comentario (cosa que no creo que suceda a causa de sus profundos prejuicios)
Los saludo con el sincero deseo de que amplien un poco conociemintos sobre diversidad cultural, patrimonio, racismo y discriminación. Desde punto de vista teórico pero también de legislación internacional.
Estimada vecina,
Recién ví y publiqué tu comentario sobre la nota (mía) del Centro Cultural Plaza Defensa y el Movimiento Afrocultural. Lamento que haya sido leido de la manera que me transmitís–como una nota que desfavorece al Movimiento Afrocultural.
Habiendo escuchado tantos argumentos en contra al MA dentro del vecindario durante el año pasado, intenté demostrar al vecino al que le falta conciencia sobre lo que desarrollan en el MA (que considero muy válido y valioso, y que escribí en mis propias palabras como una cultura de identidad y de lucha contra la discriminación: «Para ellos, la cultura es justamente lo que uno vive todos los días, es la fuente central de la identidad de la comunidad. Es la causa política y filosófica que los ha nutrido y fortalecido durante más de una década de organización y lucha colectiva, contra un legado histórico de racismo y genocidio en las Américas.»).
Intenté mostrar que en realidad no es culpa del MA que los vecinos perdieron el Centro Cultural que conocían y utilizaban antes, sino de una política de estado que dividió la comunidad y en vez de cumplir con sus obligaciones a todos (el MA, que necesita su espacio de desarrollo cultural, pero también el vecino que asistía y participaba en las actividades de la administración anterior, de las cuales no quedó ninguna como fue prometido). Una política que terminó poniendo un sector en oposición al otro. Y esto es lo que las reacciones a la nota me muestran: varios me comentaron que la nota fue muy favorable hacia el Movimiento Afrocultural, también me llegó un mensaje diciendo que el MA no son legítimos representantes de la cultura Afro, vos me decís que la nota los invalida…o sea, creo que este tema es terriblemente difícil de presentar de una manera que complazca a todos porque siempre tiende a polarizar, y es difícil aceptar que tanto el MA como el vecino que presentó un Recurso de Amparo tienen posturas validas.
En ningún momento dice la nota que el centro cultural se encuentra privatizado, de hecho dice que el Gobierno de la Ciudad no cumple con su función de apoyar a los centros culturales públicos: «Por parte del gobierno, las actividades del Movimiento Afrocultural nunca fueron incorporados en el Programa Cultural en Barrios y tampoco fueron apoyados económicamente por el Ministerio como otros centros culturales públicos. De hecho, el mantenimiento del predio hoy lo paga los integrantes del Movimiento Afrocultural, hasta el jabón, el detergente y las bombitas de luz.»
De todos modos, quiero reiterar que mi objetivo no era criticar ni el MA ni el vecino que se queja de la situación. Yo creo que cada uno defiende sus intereses, pero que es el estado que tendría que haber ocupado un papel de mediación y una solución, y que en esto falló.
Te pido disculpas si esto se entendió de otra manera y celebro tu defensa del trabajo valioso del MA. Pero también te pido que tomes lo que digo, porque la nota y la intención de publicarla no es y nunca fue de emitir prejuicio ni con intenciones que no son explícitas.
Sinceramente,
Catherine Mariko Black
Estimados:
El centro cultural tal cual esta hoy en dia no puede funcionar en esta zona residencial dado los ruidos de los tambores que se desprenden durante gran parte del dia. La verdad es que para muchos vecinos es terrible. Uno cierra la ventana de su departamento y tiene que vbivir encerrado por el ruido y eso no es justo. Por favor, sería necesario que los tambores sean tocados en otro tipo de lugares, donde el sonido no llegue a las casas. Se nos hace un calvario la verdad. Muchos llegamos cansados y queremos descansar o estar en silencio y a la violencia auditiva de la ciudad (autos y mas autos) se le agregan los tambores. Encima los domingos la calle defensa tiene otros tocadores de tambores que tambien nos perjudican a los vecinos. Es injusto! mientras los turistas con sus patacones y su dinero bailan contentos y despues vuelven a sus paises silenciosos y con los lugares bien estipulados para cada actividad, mientras eso pasa, los vecinos de defensa y alrededores tenemos que sufrir durante la seman y tambien los fines de semanas los tambores. Deberian tener en cuenta eso.
Saludos, Javier
los de defensa 535 son unos malos vecinos. les importa un bledo la tranquilidad de los demas. si quieren tocar estan en su derecho pero que no nos rompan las guindas a los que queremos tener paz. el ruido de tambores es insoportable. estoy de acuerdo con javier.