La complicada historia que atraviesa el ex Padelai continúa (2nda parte)
(Cliquear aquí para leer la primera parte de esta nota)
Por Clara Rosselli, Daiana Ducca y Catherine Mariko Black
Crisis, acuerdos y desacuerdos
Inmediatamente después de que la Legislatura aprobó la expropiación del inmueble en 2009, el Gobierno de la Cuidad firmó un convenio con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a quien cedió el uso del predio y sus casi 6.000 m2 in comodato por 30 años a cambio de que desarrolle allí su centro cultural. En el momento del convenio, ambos lados se mostraron entusiasmados con el proyecto, que contemplaba –además de la recuperación y puesta en valor del inmueble patrimonial– la inclusión de un Centro de Interpretación del Casco Histórico de 400 m2, una sala de cine, jardines y baños públicos y la intensa programación de actividades por la cual el CCEBA es conocido en el circuito cultural de la Ciudad.
Lo que no se contempló fue la crisis europea, que obligó al gobierno español a recortar gastos y por ende a limitar las condiciones en el llamado a concurso de anteproyectos para la refuncionalización del inmueble.
Originalmente, el gobierno porteño anunció que la AECID gestionaría los concursos y procesos necesarios para la restauración de los inmuebles y la adecuación del espacio en coordinación con la Subsecretaría de Patrimonio Cultural y la Sociedad Central de Arquitectos. Entonces se generó una controversia cuando el gobierno español comunicó que tomaría un “servicio de arquitectura” en vez de convocar el concurso de anteproyectos según la normativa argentina.
“En principio, la idea era hacer un concurso con la participación de la Sociedad Central de Arquitectos. Pero como consecuencia de la crisis económica que afecta a España, el gobierno decidió convocar a un contrato de servicios de arquitectura, de manera de garantizar la continuidad del proyecto”, dijo Ricardo Ramón Jarne, director del CCEBA a Página/12 en agosto. “De acuerdo con la legislación española, la convocatoria y la selección deben quedar en manos de técnicos del Estado español, de manera que excluye la intervención de cualquier asociación privada”. Aclaró que “se trata de una inversión de entre 7 y 8 millones de euros, dinero público de España. Por la crisis, se han caído todos los proyectos de la Agencia de Cooperación en América latina, salvo éste”
Sin embargo, la SCA decidió rechazar las condiciones del concurso y en una carta del 12 de julio dirigida a la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA), el presidente de la sociedad Arq. Enrique García Espil, recomendó que ambas entidades no participen en el concurso:
“Las presentaciones carecen de anonimato, se priorizan los antecedentes y el precio, …no hay elección de Jurados en representación de los participantes, sino que las presentaciones son evaluadas solamente por representantes de los Organismos Públicos, se ha fijado un plazo excesivamente corto para la presentación de los trabajos. …Todo esto, sin que exista ninguna participación de profesionales locales en la elaboración de las Bases, ni en la evaluación de los proyectos. Por todo esto, esta Sociedad Central de Arquitectos considera que el Llamado no ofrece garantías de fallo ecuánime para los participantes”.
Aunque la FADEA y la SCA no participaron en el concurso, el Arq. Luis Grossman, director del Casco Histórico porteño dijo: “Se presentaron más de 40 propuestas, lo que no es poca cosa. Entre ellas, algunas eran argentinas y me han dicho que hay nombres conocidos entre los autores”.
Grossman, quien es socio vitalicio de la SCA institución a la que pertenece y respeta, intenta comprender la postura de la AECID: “En este momento el gobierno de España está restringiendo mucho las inversiones fuera del país por la crisis que está viviendo. No obstante ello, lo acordado para realizar el CCEBA se mantuvo vigente. Pero para mantener esa cifra, Ricardo Ramón Jarne tenía que hacer el concurso (de anteproyectos) según las normas europeas. Era una consigna inamovible. La decisión de Jarne fue ajustarse a ello”.
“Creo –continúa– que lo actuado comporta una respuesta adecuada y muy conveniente para ese predio y ese barrio. Lograr, sin necesidad de inversión alguna, instalar un centro cultural de alto nivel en un vecindario que lo amerita y contar con un centro de atracción de alcance metropolitano, es un objetivo que se espera desde hace años”.
Entre la espada y la pared
Presionado entre la crisis económica europea y el conflicto legal sobre el predio, el CCEBA como proyecto cultural en la zona está esencialmente parado. Desde afuera, el predio parece tan muerto como estaba dos años atrás, salvo algunos agregados como los carteles de reclamo de la cooperativa e instalaciones gráficas en las paredes y las ventanas.
Para Manuel Aguilar, uno de los integrantes de la cooperativa, “no hicieron nada más que darle una lavada de cara. Agregaron algunos baños químicos, hicieron arreglos menores y cortaron el pasto…hasta las ventanas están con las mismas maderas que dejamos”.
Las demoras en las obras han producido una impresión generalizada de que el lugar nunca llegó a funcionar, a pesar de que se hayan realizado más de 100 actividades ahí desde junio de 2010 incluyendo obras de teatro, muestras de arte, charlas y presentaciones (desde que el acampe se instaló en agosto, se trasladaran las actividades a sus sedes de la calle Florida y Paraná).
Para contrarrestar a las miradas dudosas, durante una actividad institucional el septiembre pasado, Jarne mismo aclaró: “Ese centro cultural nos costará 9 millones de euros de obra y 1.2 millones en actividades al año, todas ellas gratuitas para el público. …Cuando llegamos en 2009 el Padelai estaba en ruinas, para poder garantizar unas condiciones de seguridad óptimas en su interior hemos tenido que sacar toneladas y toneladas de escombros e invertir otros 800.000 euros en el reforzamiento de estructuras”.
Pero si bien el CCEBA abrió sus puertas al público, fue principalmente el circuito de cultura y arte que se enteró y no el vecindario mismo.
Fernando Giesso, titular de la inmobiliaria Giesso e hijo del celebrado arquitecto y promotor cultural de San Telmo Osvaldo Giesso, opina: “En líneas generales la idea del centro cultural me parece bien. Creo que enriquecería a San Telmo, que es un barrio fundacional de la Ciudad y algo tiene que ver con España históricamente. Por otro lado, no vi que el CCEBA hizo mucho para insertarse en el barrio salvo el proyecto San Telmo Recuerda…nunca vi nada ahí, tampoco un plan o un proyecto de lo que iban a hacer. Parecería que las actividades fueron más orientados hacia la gente joven, pero la verdad es que nunca me enteré”.
“El proyecto me parece correcto, aunque está bastante demorado” comenta Ortíz. “Creo que es una solución viable para el espacio, siempre y cuando se haga un desarrollo que termine en un centro cultural que es de la jerarquía del espacio y de los vecinos también”.
Reflejando la visión del Gobierno de la Ciudad, Grossman opina que la consolidación de un centro cultural en el ex Padelai podría conformar un polo cultural junto con el MAMBA (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires), en San Juan y Defensa y el paseo comercial “Feria del Sur” proyectado para el bajoautopista entre Bolívar y Balcarce (ver nota p. ). “Entre estos tres proyectos se generará una sinergia muy positiva”, comentó al respecto.
Para muchos vecinos, el ex Padelai sigue siendo un signo de pregunta, un lugar más concretamente vinculado a su historia social (la ocupación y desalojo) que a las incursiones recientes del CCEBA. Aunque en general las opiniones tiran a favor del proyecto cultural, el público local no llegó a sentir su presencia ni a conocer su visión institucional. Como bien dice Bassi, “el barrio no quiere que el predio quede abandonado, pero todavía no conoce el proyecto del centro cultural ya que no lo vio funcionar”.
Desde la cooperativa, Vargas también aclara que “el problema no lo tenemos con los españoles, es con el Gobierno de la Ciudad. No tenemos nada contra España, aunque sí nos gustaría ver que desarrollen actividades ahí adentro y hasta ahora el centro cultural ha hecho muy poco”.
Apretado entre el gobierno porteño, los reclamos de la cooperativa y el estado español, Jarne se mostró frustrado y desalentado. Al pedido de un comentario para esta nota, respondió: “Yo no me puedo manifestar, lo ideal es que el barrio diga lo que quiere…hasta que no se resuelva el conflicto yo no puedo hablar».
por qué no les preguntan a los vecinos de San Telmo, que vivimos cerca del ex Padelai y q pagamos nuestros impuestos, lo q opinamos de la ocupación del ex-Padelai en vez de entrevistar a los de la cooperativa de San Telmo q no sé de dónde salieron ni por qué le pusieron ese nombre a la cooperativa si no representan al barrio sino a ellos mismos.