El debate alrededor de un nuevo proyecto para el bajo autopista (continuado)
Por Catherine Mariko Black
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Necesidades locales
Si bien la mayoría del barrio todavía no está informada sobre el proyecto, El Sol de San Telmo habló con varias personas que lo conocieron a través de estas reuniones previas. Como bien dice Servente, la reacción general a la idea de mejorar el bajo autopista como proyecto urbanístico en sí, es positiva. Todos reconocen que es un espacio “desaprovechado”, “lúgubre”, “muerto”, “inseguro”, “sucio”, etc. y que el Estado no se ha ocupado de mejorarlo. De ahí empiezan a explayarse diversas opiniones sobre cuál sería la mejor manera de aprovechar este espacio.
Alicia Vásquez, presidenta de los Bomberos Voluntarios de San Telmo y Puerto Madero, dice: “Estoy de acuerdo con el proyecto en general porque creo que le va a dar vida a un espacio que hoy está desaprovechado. Lo que sí me parece que habría que ver es qué ventajas, además de que esté lindo, qué les den a los vecinos, qué beneficios tiene como valor agregado, teniendo en cuenta que es un espacio público”. Siendo una de las entidades que el proyecto contempla trasladar, Vázquez aclara que “el cuartel nuestro ya nos queda chico, pero los bomberos no nos vamos a mover hasta que tengamos un lugar mejor”.
Juventud y tercera edad
Elvira Milano, directora del jardín de infantes El Instituto Integral del Sud, a una cuadra de la autopista sobre la calle Defensa opina que: “En líneas generales me parece muy interesante porque le va a dar vida a ese lugar y lo del estacionamiento está bien porque no hay lugar donde guardar autos. Lo único que me parece importante es que, en vez de construir un jardín maternal, hagan algo para los adolescentes. La decisión de poner un maternal es terreno del Ministerio de Educación y yo creo que esa necesidad ya está cubierta. Pero hay otras que no, por ejemplo el tema de los adolescentes no está resuelto. No tienen un lugar donde encontrarse, están muchas veces en la calle misma, realmente necesitan un espacio propio”.
Milano también señala con preocupación las canchas del Polideportivo Martina Céspedes, debajo de la autopista entre Bolívar y Defensa, que hoy brindan un espacio de gimnasio a varias escuelas de la zona incluyendo la Normal 3, el Comercial 4 y la Secundario 27 (las tres de enfrente), el Otto Krause y la Juan M. de Pueyrredón. Según Servente, el proyecto final se verá obligado a dar una solución a este uso (una idea era el acondicionamiento del Club San Telmo), pero todavía no está definido cuál sería la mejor manera de hacerlo.
Carlos Fernández Blanco, dirigente del Club San Telmo, dice que “el club está expandiendo sus actividades deportivas porque estamos realmente al límite. Ahora estamos construyendo un espacio para la práctica de deportes más grande que el que tenemos sobre la calle Perú, pero igual no podemos satisfacer toda la demanda. Nos hubiese gustado tal vez que ese primer tramo del terreno se destinara al club, pero por lo menos queremos conservar lo que tenemos”.
También opina que “todo lo que sea embellecer y mejorar el bajo autopista –que es una intervención urbana que no forma parte de San Telmo y no es ni del espíritu, ni de la estética del barrio– me parece fantástico, en la medida que se limite al bajo autopista y que no se afecten las actividades actuales que están al beneficio de la comunidad”.
Manuel “Quique” Fernández, presidente de la República de San Telmo, señala la necesidad de incorporar espacios y actividades para la gente mayor. “En San Telmo tenemos una cantidad importante de gente mayor, y en los últimos años hemos perdido mucho espacio público que antes utilizaba el vecino. Pensamos que es importante tener más lugares seguros donde la gente pueda encontrarse, y les sugerimos una pileta comunitaria porque esa actividad física es una de las más completas y beneficiosas para la gente mayor”.
Viabilidad económica
Pero más allá de las necesidades de este sector en particular, Fernández opina que el valor del proyecto podría derivar de “jerarquizar el barrio e integrarlo. Estamos intentando crecer el barrio. Necesitamos que el turista camine más—antes llegaba solamente hasta la calle Carlos Calvo, ahora puede llegar hasta el Parque Lezama. Buscamos que San Telmo se vaya integrando, ni siendo solamente para el turista ni solamente para el vecino”.
Juan Carlos Maugeri, presidente de la Asociación de Anticuarios y Amigos de San Telmo comparte la idea de fortalecer el recorrido comercial y turístico del barrio. “Me parece bien que una entidad revitalize un punto oscuro en el recorrido entre el Parque Lezama y la Avenida De Mayo donde el Estado no hace nada. Pero para mi juicio la empresa va a tener que hacer un esfuerzo enorme para revitalizar ese espacio, que hasta ahora no se ha podido. Hoy todo el flujo de visitantes es desde la Plaza de Mayo hasta la Plaza Dorrego, y si el Gobierno no puede regular el tema de los vendedores ambulantes me pregunto cómo lo van a hacer ellos”.
Edio Bassi, uno de los dueños de la librería Fedro y director comercial de la revista TELMA, refleja la duda sobre su viabilidad económica y su relevancia para el barrio: “Sabiendo que el actual Gobierno de la Ciudad tiene como modalidad la concesión de espacios públicos para que el sector privado invierta y, al mismo tiempo, resolver como contrapartida algunas necesidades comunitarias, soy de la idea de negociar lo mejor posible para que se tengan en cuenta las necesidades de los habitantes de la zona.
“Mi sospecha es que si se tuviera en cuenta todas las necesidades el proyecto sería inviable, ya que las necesidades sociales y comunitarias son prioritarias y mayores a las económicas. Desde mi punto de vista de comerciante y conociendo la realidad económica de la zona, creo innecesaria la creación de un paseo de compras ya que naturalmente, por la dinámica del mercado, San Telmo está atravesando una etapa de fuerte presión comercial para instalarse como uno de los polos de consumo de la ciudad.
“Los espacios para locales comerciales que dispone la zona son muchos, están disponibles y no hacen falta más. Creo que hay que respetar esta dinámica porque de por sí es difícil para todos y no hay que forzar a San Telmo comercialmente.
“Mi sugerencia es que no hagan lo que no hace falta comercialmente sino que piensen en cómo pueden financiar la inversión teniendo en cuenta las verdaderas necesidades de la zona (además de las sociales, que no le van a aportar ganancias, pero que el Estado debería compensar). Estoy seguro que hacen falta estacionamientos, y que no vendría mal un sector de locales comerciales sobre las calles para mejorar el paso por debajo de la autopista…pero el resto parece estar demás.
“Uno de mis temores es la degradación del espacio, teniendo en cuenta que estamos en la zona Sur de la ciudad. No conozco cuáles son las garantías que ese lugar se vaya a mantener bien cuidado y seguro, teniendo en cuenta que el Estado todavía no pudo poner orden en el espacio público y viendo el descontrol del comercio informal de la calle Defensa. ¿Cómo será el espacio durante las noches o los días de menos circulación, por ejemplo? Tampoco sé si van a poder evitar que el espacio sea “tomado por manteros”.
Fernando Giesso, titular de la inmobiliaria Giesso que queda al lado de la autopista concuerda que hay una “terrible falta de estacionamiento” y que el espacio hoy está desaprovechado, pero también cuestiona la lógica comercial proyectada. “Que haya negocios sobre las calles está bien, pero que no se generen espacios muertos. Meter toda una calle ahí adentro me parece medio insalubre o contranatural y temo que podría terminar siendo un lugar muerto”.
Coherencia con el entorno
El arquitecto Alberto Martínez, integrante de la agrupación vecinal San Telmo Recuerda, profundiza sobre la aparente tensión entre el éxito comercial y las necesidades locales: “Un proyecto integral que genere áreas destinadas a actividades comunitarias, culturales y de esparcimiento físico y visual es algo loable y necesario. La cuestión es que seguramente no redundaría en beneficios económicos, el objetivo que tiene que ver con el éxito de todo tipo de emprendimiento privado.
“Su diseño puede ser bien valorado, pero ajeno a nuestra escenografía; no se integra al perfil, escala y carácter barrial. No cabe duda que en su momento la traza de la autopista abrió una profunda herida en nuestra trama urbana, que no cicatriza ni se cura fácilmente.
“Los usos previstos para un emprendimiento en un barrio con fuerte identidad como el nuestro, no pasan por un paseo de compras con una función primaria comercial, que evidentemente apunta a incentivar la asistencia del turista a una zona hoy ya saturada de esta corriente, sin planificación que la ordene. Consecuentemente, no aporta prácticamente nada, o muy poco, al mejoramiento y afianzamiento de la calidad de vida del vecino, de sus hábitos y sus costumbres.
“En realidad, este tipo de intervenciones propuestas por desarrolladores privados sin previo consenso vecinal y amparado en normas y dictámenes, se hace muy difícil de digerir. La crítica más destacada es que todo proyecto de esta envergadura requiere la participación de los involucrados para que transmitan sus necesidades e inquietudes. En este caso, el vecindario sería el indicado y no fue convocado, algo que en su momento le sugerimos a los proyectistas”.
Patricia Barral, también de San Telmo Recuerda, reflexiona sobre lo que define como una política de desarrollo social, cultural y económico para la zona Sur que no contempla la identidad y los valores de sus habitantes actuales: “La idea instalada de que con los vecinos de San Telmo no se puede hablar es una trampa tendiente a hacernos ver como retrógrados que no queremos el progreso. Pero deberíamos definir progreso. Queremos preservar y ese parece un concepto de difícil comprensión para la administración Macrista. La ironía, de cualquier modo, es que no queremos otra cosa que conversar. Ahora, si conversar es escuchar y asentir sin discutir, entonces sí, tienen razón. Queremos discutir un Plan de Gestión para el Casco Histórico cuyos ejes ya hemos puesto a consideración ante las autoridades decenas de veces. Tal vez no encaje con el plan global (del Gobierno) para los barrios del Sur que tiene como una de sus prioridades el cambio total de su perfil vecinal, comercial e inmobiliario. La Feria del Sur así planteada lo demuestra. El futuro barrio privado justo enfrente del Casco Histórico, también.
“Macri decidió hacer suya esta iniciativa privada porque ‘está en línea con los objetivos del gobierno de impulsar el desarrollo económico y social del sur’, dice la presentación en la Legislatura. Además dice que ‘El proyecto genera continuidad comercial y turística para la calle Defensa’. Es decir, no hay políticas públicas para los vecinos de la calle Defensa. Quienes allí viven deben resignarse a esta decisión y a todo el desmadre que ya se sufre los domingos.
“Finalmente todo el complejo Feria del Sur abona más sobre todo lo que los vecinos más comprometidos con la esencia del barrio y varias organizaciones como San Telmo Preserva, no queremos: más turismo, más comercio, más especulación inmobiliaria y más pérdida de identidad y de escala vecinal”.
Sentarse a la mesa
Aunque Feria del Sur ya lleva varios años en planificación (su inicio, aclara Servente, fue durante la administración de Telerman) y más de un año en tratativas con el Gobierno y con algunos representantes barriales, pareciera que el trabajo verdadero de concordar algo que responda tanto a las necesidades comerciales del desarrollador como a las necesidades diversas de la comunidad está recién por comenzar.
Se estima que habrá una audiencia pública antes de fin de año, después de la cual el proyecto vuelve a ser votado en el recinto de la Legislatura. Pero Servente subraya que en su experiencia con la Recova de Posadas, la articulación que se generó con los vecinos era clave para el eventual éxito del proyecto. “He hablado con muchísimas personas para Feria del Sur, pero he notado que la gente del vecindario está bastante disgregada para juntarse y hablar de este tipo de proyecto en un solo foro…pareciera que hay un montón de asociaciones con motivos distintos. Los vecinos en el otro caso se juntaron específicamente para tratar el proyecto de la autopista, lo cual nos facilitó mucho entender las necesidades y características de la zona. A nosotros nos encantaría que algo parecido pasara acá”.
Bassi afirma la opinión de varios cuando dice que “no alcanza con las consultas individuales que la empresa realizó hasta el momento. Tenemos que pasar a una segunda instancia donde se ponga en circulación las opiniones de todos los interesados y se pueda debatirlo en conjunto. El riesgo es que cada uno por separado apruebe el proyecto teniendo en cuenta solo sus intereses, mientras se olvide de los demás (porque los desconoce). Yo apuesto a la negociación, pero solo si dan tiempo suficiente para que se realice una comunicación efectiva”.
Si se diera esta instancia de negociación entre los desarrolladores, el gobierno porteño y la comunidad con buena fe, sería la primera vez en años recientes que un proyecto de gran envergadura en la zona se implemente de forma consensuada.
Aunque el grupo detrás de Feria del Sur está avanzando con cautela, dado las históricas dificultades que suelen acompañar este tipo de iniciativa, lo cierto es que convocaron a varios referentes locales para conversar de antemano y afirman un deseo de trabajar en conjunto con la comunidad.
Y aunque el Gobierno de la Ciudad no ha logrado presentar proyectos de acuerdo a las dinámicas propias del barrio, podría aprovechar de esta oportunidad para gestionar un mejoramiento urbano donde su única inversión y mayor responsabilidad sea proteger los intereses públicos en la mesa de negociación.
Finalmente, aunque la comunidad San Telmo tiene el desafío de lidiar con las diferencias internas de una población sumamente heterogénea, y aunque ha sufrido varias decepciones por la falta de consenso con iniciativas ajenas al barrio…¿podría sentarse a la mesa y buscar una solución más grande que la suma de las partes de esta historia?
Solo el tiempo dirá.