Murga «Los Caprichosos de San Telmo»
Hoy en día, no todos los barrios tienen su murga. Aquí, en nuestro barrio, están Los Caprichos de San Telmo, dirigidos por Hector “Pichi” Roteiro, que iniciaron sus actividades hace quince años. No siempre se llamaron igual; con el tiempo cambiaron de nombre y de ubicación. Al principio practicaban en las plazoletas de la 9 de Julio y finalmente, cuando estas plazoletas les quedaron chicas, se mudaron a la plaza de San Juan y Chacabuco.
Pichi es el “padre” de Los Caprichosos. Dispone, organiza, dirige. “Esta es una murga muy familiar”, nos cuenta y agrega seriamente, “el que no estudia o no trabaja no puede salir en la murga”. Los Caprichosos tiene actualmente cerca de ciento cuarenta integrantes, entre chicos y grandes, que la conocieron a través de familiares, amigos, mientras paseaban por la plaza o durante las fiestas de carnaval. Hay desde chiquitos de un año y medio hasta adultos. No hace falta ningún tipo de habilidad para integrarla, sólo tener ganas de hacerlo.
Y, ¿qué es el murguero? “Algunos dicen, y coincido, que el murguero es el eslabón perdido entre el negro candombero y el compadrito.” El murguero aparece en la época de las milongas pero toma muchos rasgos de la época de la colonia. Usa levita, galera, bastón y guantes, ropas típicas de esa época. Sus vestimentas tienen brillo porque los negros candomberos usaban la ropa de sus amos, a veces regalada y otras no, y la daban vuelta para evitar que estos las reconocieran. Así, quedaba el resplandor de los forros a la vista. Usar ropas brillantes no es sólo una alegoría murguera, sino que rememora una situación real del pasado cultural en el Río de la Plata.
Podría decirse que los murgueros se preparan todo el año para mostrar su pompa durante febrero pero esta aseveración no es totalmente cierta. También participan de eventos y reuniones sociales indistintamente de la fecha y la estación. La murga Los Caprichosos de San Telmo, por ejemplo, se ha presentado en varios acontecimientos, no sólo en el barrio sino también en la provincia de Buenos Aires y en el interior del país. “Esta es una murga que ha tenido la suerte de recorrer muchos kilómetros” dice orgulloso Pichi. Ahora, nos comenta, están organizando un viaje para presentarse en Bahía Blanca y seguir hacia el Sur para el próximo mes de noviembre.
La murga, a diferencia de otras expresiones artísticas, tiene la capacidad de crecer y decrecer sin que su estructura se debilite. Esto es debido a que su esencia está cimentada en la participación social y es independiente de la cantidad de integrantes, de la música o de la coreografía. Orgánicamente la procesión de la murga se organiza según la edad y el género de cada integrante. El desfile comienza con el estandarte, que es la bandera del grupo. En ella, el nombre, los colores, el barrio y el año en que fue creada la murga son infaltables. Le siguen las “mascotas” que son los niños más pequeños, luego vienen las “medianas”, que son las niñas más jovencitas, más atrás las chicas más grandes, luego las madres, el “escenario” (los que suben a recitar y a cantar en la tarima), los directores y la “fantasía” (los disfrazados de banderas, de dados, de muñecos, de payasos, etc), luego los percusionistas (tocan bombos y platillos) y finalmente los varones, comenzando con los más chicos hasta los trece años de edad y finalmente los jóvenes más grandes atrás.
La murga “es un hecho artístico, es un ámbito de contención social, es un grupo de amigos que sale a divertirse en las noches de carnaval”, comenta Pichi. Sin importar lo que hagan afuera, adentro de la murga sus integrantes sienten un gran respeto por ella, lo que no es una cuestión menor. Todos están conectados aún en los meses de invierno en los que no se juntan a practicar. “La murga tiene que ver con un lugar de pertenencia. La murga no se explica. La murga se siente” remarca Pichi.
Como una gran familia, las madres de los niños murgueros son las eternas presentes en el festejo. Ellas son las que están atentas a las necesidades del grupo. Reparten agua, galletitas o nieve artificial durante el carnaval y son las que previamente cosen los trajes y preparan los adornos. Durante el evento, tienen su lugar dentro del desfile o lo siguen desde afuera, pero siempre están presentes. “Yo creo que esas madres (las que salen a bailar o las que simplemente ayudan) estaban ya desde siempre integradas y participaban”.
El ambiente de la murga es de alegría. Antes, durante y después del desfile, la murga convoca a curiosos, a los eternos seguidores, a los que buscan compartir un momento “entre amigos”. Es que la murga crea lazos de amistad que año tras año persisten en la comunidad. Son lazos tan fuertes que, como nos dice Pichi, “es muy difícil soltar la murga”
Tal es la importancia que tiene a nivel social que en 2011, la directora alemana Alison Murray filmó un documental de Los Caprichosos desde esa perspectiva. El día del estreno, cuando la murga fue a verlo, todos esperaban encontrarse con imágenes de bailarines danzando al ritmo de estruendosos bombos y platillos pero se encontraron con que una persona ajena a nuestra cultura entendió a la murga como un hecho social donde diferentes personajes con diferentes vidas y padecimientos se unían y compartían un momento de alegría. La murga como red de contención que los unía. Para aquellos interesados, el 16 de marzo próximo el documental se estrenará en el Club de Los Caprichosos, en Chacabuco entre Garay y Cochabamba, hora a confirmar.
Esto es una consulta, en realidad: ¿cuándo será el habitual encuentro de murgas (incluídas las uruguayas) que hemos visto tradicionalmente en diciembre de cada año?
Si pueden pasarme ese dato, me viene bien para invitar amigos extranjeros a ver el excelente espectáculo que todos ustedes brindan.
Un saludo.
Juan Esnarriaga
hola que tal queria saber en que horario se juntan a practicar murga en la plaza san juan . gracias