Personajes nocturnos de San Telmo (1): Naty Menstrual
Por Adrián Repun
El personaje de Naty Menstrual nació a fines de los 90 en San Telmo, con un nombre inspirado en la actriz y cantante española Nati Mistral. Naty abrió camino en el arte a través de la ilustración, la actuación y la escritura. Su faceta creativa se expresa también en el diseño de indumentaria -se viste con ropa que rediseña y recicla- y todo esto lo exhibe los domingos, en el puesto que posee en la feria de San Telmo.
Ha colaborado en los suplementos: Las 12 y Soy, del diario Página/12. Pertenece al equipo de redacción de El Teje, primer periódico travesti latinoamericano, producido por el Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA). Es autora de Naty Menstrual Blog “Literatura Travesti Trash”, donde publica relatos, crónicas y poemas. Estudió locución y guión de radio y televisión en el ISER y diseño de indumentaria en Rosario.
En la contratapa de su libro “Continuadísimo” (Ed. Eterna Cadencia, 2008) María Moreno anuncia: “Naty Menstrual escribe cuentos de una lujuria esperpéntica pero matizada por la piedad tiernísima con que los mejores cronistas populares suelen envolver a sus criaturas. Su erotismo escatológico tiene antecedentes tan notables como el Quevedo que escribía Gracias y Desgracias del Ojo del Culo y el Aristófanes que ponía como protagonista de su comedia, Los Caballeros, a un vendedor de morcillas. Con destreza narrativa Naty Menstrual pasa por la nariz de los lectores, nuevas flores del mal que, con sus tacos chuecos y sus pelucas fatigadas, saben arrancarle al melodrama de la vida un toque de comedia: se llaman Sabrina Duncan, La Mr. Ed, Sissy Lobato, Marlene Brigitte… Si Clara Better, la prostituta poeta inventada por César Tiempo, las hubiera conocido en un cruce de ficciones, hubiera dejado de yirar para emplearse cama adentro. Nunca hubiera podido competir con tanto ingenio de vivir, tanta orgía extraída a la mala suerte, tanta lluvia dorada de besos negros en un perpetuo frenesí”.
A pesar de un problema de salud que tuvo, El Sol de San Telmo pudo entablar una breve charla con Naty Menstrual y su vínculo con el barrio y aquí la compartimos:
Contanos tu relación con el barrio
Es genial, afectuosa y natural. Comenzó cuando vine a vivir en un hotel de la calle México y Perú que demolieron y conocí unas vecinas que eran del barrio de toda la vida, eso me abrió muchas puertas. Además, era un caso raro ya que los ´chavones´ de la esquina nunca habían tenido contacto tan cercano con una ´trava´. Un día -por ejemplo- un chico malo me miró y me dijo, apoyado en un auto: ¿sabés? antes de conocerte pensaba cualquier cosa sobre los putos y me pregunté ¿cómo puede ser que un puto esté en la esquina con nosotros? y ahora, después de un tiempo, te quiero decir que estaba equivocado y que sos ´una masa´. Cosas como estas hay montones y me parece muy interesante cómo se fueron abriendo, sin vueltas, a lo no conocido.
¿Cómo es tu obra?
Es difícil hablar de la propia obra, pero de todos modos creo que es algo cercano al común de la gente. Es muy urbana y refleja lo que a todos nos puede pasar. Por eso me sorprende el target amplio de gente que me saluda y me habla del libro: jóvenes, viejos, abuelas, padres, madres, de todo como en botica. De todos modos me parece que mi obra esta totalmente relacionada a la vida, al día a día. No es lejana ni distante. Me encanta recuperar dichos, personajes populares y grafitis callejeros. Actualmente hago un show en el bar Las del Barco (Bolívar 684, los jueves a las 22hs. puntual), donde hago personajes, monólogos, poesía erótica…
¿Cuál es tu visión del barrio hoy, como habitante del mismo?
Mi visión del barrio es buena…me parece que si bien San Telmo fue cambiando en muchas cosas, todavía no llega al sofoco fashion careta de Palermo y espero que nunca llegue a eso.
http://natymenstrual.blogspot.com.
Transcribimos a continuación un poema y una crónica de Naty Menstrual:
Erizo de amor
DestrozAme el cuerpo en micropartes
salvame de la noche y sus fantasmas
comeme en un plato de tu madre
y saboreame… saboreame…
Masticame mi carne de gallina
mordeme las venas de mi sangre
y bebe bebe bebido
emborrachate
con el sabor soleado de mis tardes
destrozame el cuerpo en micropartes
y servilas en la cena con tus padres
y no les digas nada…
NOOO
shhh…
que prueben sin saber
lo que odian
lo que ignoran
lo que saben.
Poneme a la venta como saldo
secame las lágrimas que salen
y caen por el vientre
y caen…
…caen…
besame con el viento
que me ensucia
y que me limpia
y se lleva bailando mis pesares
dámelo todo
dámelo
todo
tu aliento de mil noches
tu fuerza inacabable
dámelo todo
antes que escupas
mis retazos por la calle
mis retazos
mis pedazos…
todo mi cuerpo
colgando
hecho jirones
y bañame en flores frescas
tierra limpia
hojas verdes
trinos nuevos
y humo de nubes…
dámelo todo…
dame…
para que duerma tranquila
al olvidarte…
–febrero, 2012.
Crónicas Mistrales
“La película de la tapa es mía, mía, mía”: Un bestial homenaje a todas las extras travas.
A fines de febrero de ese año no andaba bien, no acababa de hacer el molesto resumen del año que se había ido y penando por la estresante incertidumbre de cómo sería el que acababa de empezar. Eso me hizo correr a la casa de mi edípica madre, a ver si la convencía de que me diera el pecho nuevamente y lograba calmarme, lejos del urbano ruido, los amigos, la adicción peneana y los colectivos…
Allí fue que abrí la computadora y vi. Un mail para un casting. Yo a los castings ni bola, me imagino el trato mediático general: que el papel podía ser sacar una teta al aire, un cachete del culo o casarnos en vivo con Zulma Lobato, reivindicando el derecho del casorio gay… Pero las causalidades de la vida me hicieron leerlo en detalle y la sinopsis me pareció interesante. Soy ciclotímica: quizás era la oportunidad de ser Audrey Hepburn en “La princesa que quería vivir”, o Scarlett en “Lo que el viento se llevó”. Como galán, quizá -con mi suerte- me pusieran a Chiche Cara de Sapo Gelblung…
Hago el casting. Paso al casting. Me llaman para confirmarme trabajo pago por diez días. Me pongo feliz, pienso en cuántas carteras y zapatos me voy a comprar. Vale aclarar que esta es una crónica específicamente sobre los travestis extras de la película, los que parecen secundarios, los que quizá no salen demasiado en las fotos sobre notas de la película. Los nombres prefiero cambiarlos, así los personajes no me agarran en heavy patota y me dejan desdentada, están carísimos los implantes: la mayoría, zona sur, pasaba los 30 y seguía hasta los 60 o algo así. Ninguna clienta de Patio Bullrich, siempre con una sonrisa desde las 6 de la mañana presentes en el set dispuestas a trabajar correctamente. Zona sur es venirse de zona sur, salir a las 4 y pico de la mañana, tomar colectivos, tomar tren. Todas las mañanas desayunábamos como guarras en una lucha libre contra pan con manteca y medialunas. Las estéticas, variopintas y para muestra van tres botonas: la blonda señorona que no se cocía en el primer hervor, vestida de Dolce Gabanna -que una trava gato de Italia le mandaba- con dos prótesis enormes de más de 120 que las sacaba a ventilar. La milagritos, joven, más risa que cara y como una campanita navideña permanente, que no le daba respiro a cualquiera que pareciera macho, intentando que se la movieran. La prima no reconocida de Rocío Jurado pintada con sus párpados de póster Pagsa de los ‘80, que perseguía al director diciendo: “¿Así como lo digo está bien, está mal?”, refiriéndose a las dos frases de su letra… “Señor director, si quiere, puedo sacar una teta.”
Sí, éramos como la brigada silicona dispuestas a defender nuestro territorio. La escenografía maravillosa, las casas hechas con material reciclado, el ombú lleno de bidones de agua mineral cortados con velas adentro colgando de sus ramas y la virgen travesti en el centro, que un día se prendió fuego entre tanta maricona puesta y casi quedamos como la legión de Nikki Lauda travestido.
Íbamos para el set con una de las chicas. Caminábamos por un caminito estrecho de tierra y de piedritas y en los costados los yuyos crecían libremente. Me miró y me dijo:
—Me quiero desmayar…
—¿Qué? —pregunté yo.
—Sí, me gustaría desmayarme en la escena ésa donde nos queman la villa…
—¿Te pidió Javier que te desmayes?
—No… ¿Pensás que querrá él?
No podía creer yo el diálogo mientras ella con esa naturalidad y dulzura me contaba su gran sueño de bella trava durmiente.
—¿Querés ver cómo me desmayo?
Me miró seria y pegó un saltito con su metro ochenta y sus tetas globos rebotaron. “Pero antes me tenés que asustar.”
Me sentí ángel de Charly esperando al boludo de Bosley que terminara de hacerse coger en los matorrales. La miré fijo…. y como si fuera un Gasparín fumado le hice: “¡Buuuuu!”. Ella se tiró de ojete entre los yuyos y quedó tirada en el suelo con una pose de Venus de Milo o de Marlo, no sé…
Sin levantarse del piso, nunca dejó su pose de la Monroe en el almanaque aquel donde salió en pelotas por primera vez. Me preguntó si lo había hecho bien.
—Yo… es-tu-pe-fac-ta me quedé. ¡Qué linda sorpresata, qué puesta ultra kitsch, qué performer deforme! Warhol se me desvanecía, Almodóvar hacía agua, Divine se ponía flaca… Síííííííí, esta iba a ser la escena más genial de la película… Lo pensé y contesté:
—Sí,… bárbaro, che… preguntale a Javier.
Nunca le preguntó al director, nunca se desmayó, pero corrió en esa escena como una yegua caliente y desesperada en una carrera loca, buscando a su alazán tripudo para que la hiciera sentir mujer.
Terminamos la escena. Casi nos prendimos fuego por el viento: era la escena más triste, donde los hijos de puta del gobierno de ese momento aniquilaban bajo las llamas todos nuestros sueños… Era mi último día, con algo de penita pena me despedí, besando a todo el mundo. Caminé por la tierra, busqué un taxi, me subí, miré el set por última vez y arrancamos. Me recosté en la ventanilla y no lloré: “Boys don’t cry”, pensé.
Podíamos hacer eso y seguramente mucho más; había que empezar a entenderlo de una vez, gracias a las chicas, a sus risas y a su humor y gracias a todo el equipo que trabajó con energía y amor. Y gracias, muchas gracias… a Javier…
Esta película es mía y es de todos; esta película es sobre la vida, más allá de la silicona y la prostitución y para vos, no hay como la mía… Es así, qué le vas a hacer…