San Telmo misterioso: editorial
Nuestro número otoñal de El Sol de San Telmo se inspira de la faceta más misteriosa de nuestro barrio: sus noches impregnadas de fantasmas y recuerdos; sus subsuelos huecos, surcados por viejos arroyos y túneles; sus torres que parecen encerrar cuentos de terror o romance; sus ritos y tradiciones, vinculando generaciones de vecinos a lo largo de los siglos; sus personajes y mitos urbanos, que reciclan y nutren esa mística “santelmeña” que funciona como imán para los curiosos, tanto argentinos como extranjeros.
Es cierto que “San Telmo misterioso” es un concepto poco concreto y difícil de anclar en la realidad cotidiana, que flota alrededor nuestro como un rumor diáfano. Pero también es cierto que todos los que vivimos o trabajamos hace mucho tiempo en el barrio, lo hemos sentido. Lo que intentamos hacer en estas páginas es abordar ese misterio de distintas maneras, a veces más coloquial, a veces más académico, a veces más subjetivo.
Por ser un testigo del crecimiento de la Ciudad de Buenos Aires desde su primera fundación en 1536, San Telmo -y los otros barrios céntricos del Casco Histórico porteño-, guarda en sus entrañas subterráneas, una riqueza arqueológica urbana que amerita ser conocida. En emprendimientos privados como el Zanjón de Granados, hasta en entidades estatales como la Dirección General del Patrimonio Histórico o el Instituto Histórico Nacional, podemos apreciar algunos de los frutos de las investigaciones en esta área y ampliar nuestra apreciación por los tesoros que se hallan debajo de nuestros pies.
Pero la historia no solo se conserva a través de los estudiosos, también es atesorada en los recuerdos y acciones de gente común. Por eso quisimos compartir algunas de las anécdotas y ritos que realizan los vecinos para honrar al pasado y conectarlo con el presente. Una hija del barrio, Lilita Vives, nos acercó el relato de los altares secretos que se construyeron en el aljibe de la Plaza Dorrego en los aniversarios de la muerte de Evita y nos pareció el ejemplo perfecto de aquellas historias ocultas que entretejen la gran narrativa nacional con la más íntima y local de una comunidad.
En este mismo sentido, los recuerdos de vecinos sobre una zona que ya no existe como tal –en este caso el viejo puerto, donde se erigió el exclusivo barrio Puerto Madero– funcionan como un registro oral de cómo los cambios urbanos están siempre acompañados por cambios culturales y sociales. Desde los juegos de chicos que encontraban entre los diques y las vías del ferrocarril el paisaje perfecto para sus travesuras, hasta las tardes de pesca que compartieron generaciones de padres e hijos, vemos que esta reliquia industrial –que hoy se destaca por sus restaurantes de alta gama y sus brillantes torres de lujo– fue, alguna vez, uno de los pocos espacios abiertos que brindaba la zona Sur de Buenos Aires a las familias de los barrios habitados mayormente por trabajadores.
Menos informal y más institucional, es la historia misteriosa que accedemos al conocer un predio tan antiguo como el de la sede donde funciona el actual Museo Penitenciario Antonio Ballvé. A través de una charla con su distinguido director, Horacio Benegas, y un recorrido de su trayectoria desde su origen de solar jesuita a cárcel para mujeres, podemos apreciar nuevamente cuántos relatos se pueden sacar de una sola caja de Pandora. En este sentido, la importancia de preservar nuestro patrimonio arquitectónico cobra otro valor porque nos permite apreciar cómo un solo edificio nos remite tanto a la colonia como a la vida de una niña de la calle, inmortalizada en el cine como “La Raulito”.
Y al fin, para no caer en el error nostálgico de creer que solo el pasado nos puede aportar una valorización del misterio de nuestro presente, compartimos las historias de algunos personajes vinculados a las noches de San Telmo. Naty Menstrual ya es una figura reconocida por su irreverente impronta literaria, además de ser una representante importante de la comunidad travesti. Margarita y Gabriel Padilla, aunque menos reconocidos, son caras que casi todos identificamos por habernos ofrecido –alguna vez- una flor en un bar, pero cuyas historias casi ninguno sabe. Todos tienen su lugar en ese paisaje nocturno que aporta a la fama de San Telmo como un barrio singular y sorprendente.
Como siempre, los invitamos a disfrutar de estas notas –el fruto del aporte voluntario y vecinal– con la salvedad de que son un pequeño fragmento del gran misterio que nos envuelve aquí. Y agregamos una invitación para ustedes, lectores, a que descubran más de ellas.
Buenas tardes, me gustaria saber como hago para obtener la revista en la que hablan de los misterios y las leyendas de san telmo. espero una respuesta, desde ya muchas gracias.
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