La Casa de Ezcurra: la vida del 1800 en una cuadra
Es en las calles Alsina y Defensa donde se alza un gran conjunto arquitectónico colonial. Es posible notar que una vez ese conjunto de casas fue blanco. Hoy, gris por el paso del tiempo, pequeñas plantas crecen en sus grietas y bastones de madera intentan sostener sus años. Grandes cortinas de hierro oxidado parecen querer tapar su abandono.
Se trata de cuatro construcciones de época ubicadas a una cuadra de lo que fue el corazón de la ciudad colonial.
Una de las casas, en Alsina 455/463, perteneció a María Josefa Ezcurra, quien a la muerte de su hermana Encarnación, esposa de Juan Manuel de Rosas, se convirtió en “chaperona” de su sobrina Manuelita. Otra casona justo en lo alto de la esquina de Alsina y Defensa, fue del comerciante Juan Bautista Elorriaga,. Por último, la Casa Defensa, en la numeración 163/177 de esa calle. Todo, hoy, pertenece al Estado.
Hay una cuarta construcción: la Casa Alsina que es propiedad privada y por estar ubicada en el medio del conjunto ingresa en el plan de restauración de las fachadas del Gobierno de la Ciudad.
Esta última casona fue construida en 1836 (cuando la calle se llamaba Potosí), por el canónigo Saturnino Segurota, quien introdujo la vacuna en Argentina y fue, en 1810, director de la Biblioteca Pública.
Segurota ideó la casona de dos plantas para su cuñado Juan B. Elorriaga, cuando todavía las calles eran estrechas y de tierra, tan sólo iluminadas por pequeños faroles de cebo.
Conserva, aún su estructura de madera dura, un mirador pálido y rectangular desde donde veían los barcos que llegaban por el río, la azotea custodiada por rejas coloniales y fachada alta originales; el resto de la edificación se fue transformando.
Por la calle Defensa se abren seis ventanas de madera dura que estaban pintadas de verde oscuro. Por Alsina sobresalen los balcones asentados sobre cavetos y cornisas inferiores en las que el paso de los años dibujó oscuras grietas.
Otro propietario que vivió en la casa fue el señor Altolaguirre; razón por la que también se la conoce como Altos de Altolaguirre.
En cuanto a las tres construcciones del Gobierno de la Ciudad, hace tiempo se conoció un proyecto para restaurar los bajos, con el objetivo de abrir comercios como los que existían a principios del siglo XIX, con escenografía de la época, luciendo carpintería y rejas originales.
La casa de María Josefa Ezcurra se vestiría con muebles de época para mostrar su antiguo esplendor y en ella se instalarían diferentes objetos de la vida cotidiana de los porteños entre 1830 y 1850.
Si el proyecto recobra vida y no queda olvidado, como tantos otros, podríamos tocar un poquito de nuestra historia.
—Mabel Alicia Crego