Aljibe y otros hallazgos

Por Grégoire Fabre

En la calle Defensa al 1300 estamos refaccionando una vieja casona, investigando su historia y trabajando con mucho cuidado para armar la pulpería Quilapán.

Es una oportunidad fantástica para recuperar -con la intervención de arqueólogos- la mayor parte posible de la construcción original de la casa. Estamos entrando en el corazón de la historia del predio, de las familias que vivieron y del barrio de San Telmo.

Para lograr nuestro objetivo, fuimos al edificio central de AySA y pedimos los planos que tuvieran en sus archivos. Cuando nos los entregaron, en ellos estaba dibujado un aljibe en el primer patio, conectado bajo el piso con las bajadas de agua de lluvia de cada fachada. Empezamos a excavar justo donde figuraba y ¡lo encontramos!.

Este pozo fantástico, estaba escondido debajo de una glicina muy grande con raíces espectaculares que abrazaban el conducto del pozo. Transplantamos el árbol al jardín del fondo y apareció, majestuosa, una estructura que fue ocultada durante 100 años.

En 1860 existían en Buenos Aires 2.000 pozos y ahora son muy raros. Este juntaba las aguas pluviales y regalaba el agua para el uso doméstico de la familia que vivía en la casa. Fue tapado cuando apareció el sistema de agua corriente en la ciudad y las epidemias de fiebre amarilla y otras enfermedades. Ha sido rellenado con basura y escombros de fines del siglo XVIII. Esta basura promete muchas sorpresas ya que puede llegar a esconder objetos aún más antiguos.

Fue muy fuerte nuestra excitación cuando los arqueólogos nos presentaron las primeras antigüedades descubiertas. Eran objetos del siglo XVIII olvidados en el centro de la tierra, como –por ejemplo- fragmentos de cerámica inglesa; de vajilla de loza; de una botella de ginebra; de una botella de cerveza de gres; boquillas de tabaco importadas de Francia; una moneda falsa con la cara de Carlos IV; un anillo de bronce con una linda piedra roja; mangos de cuchillos hechos en hueso; botones de nácar; azulejos franceses y otros materiales de construcción, así como parte de un antiguo piso de ladrillos y algunos restos de animales -especialmente de vaca, pollo y cordero- utilizados para consumo.

Son evidencias de nuestro pasado que ayudan a explicar y a comprender la forma de vida y las soluciones a las problemáticas de esa época. Pero todavía falta, por lo que no sabemos cuántos metros habrá que excavar en sus entrañas para –quizás- encontrar otros tesoros maravillosos de siglos pasados. Según Odlanyer Hernández de Lara, responsable de la excavación, cuando más profundo se hallen los objetos, probablemente más antiguos sean.

Y la buena nueva es que el 15 de febrero encontramos otro pozo en el segundo patio, así que ¡¡¡van a tener otras noticias en poco tiempo!!!.

Felicitaciones a los arqueólogos: Ricardo Orsini y Maria Eva Bernat de la ciudad de Buenos Aires, al paleontólogo Horacio Padola, como así también a Matias Ezequiel, Martín Toras Casanova Menendez, Florencia Cazanova, Mariana Boveda, Paola Cornejo, al cubano Odlanyer Hernandez de Lara, responsable de esta expedición y a todos los estudiantes de arqueología que vinieron y van a volver, por su método arqueológico y su paciencia diaria para vaciar con amor este pozo de otro “mundo”.

 

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