El pasado deja huellas
Por Clara Rosselli
Las antiguas pulperías fueron la muestra de un sistema de comercio polifacético donde, además de adquirirse en ellas objetos varios como alimentos, medicamentos y bebidas alcohólicas -que generalmente se consumían en el lugar-, la población tenía un espacio de encuentro. San Telmo no fue una zona en la que predominara este tipo de comercio, aunque hubo algunas pulperías distribuidas por el barrio (como la de La Cosechera, en el actual Bar Británico).
La arquitectura de la casona donde se instalará la pulpería Quilapán, responde a un patrón ya conocido en el barrio, referido al esquema de habitaciones que rodean a patios interiores. En el centro de los mismos, muchas veces se ubicaban los aljibes, que recogían el agua de lluvia usada luego por la familia que habitaba la casa. Una particularidad de esa época era la costumbre de tener tortugas de agua en las cisternas, para mantener el agua limpia. Otro detalle se refleja en el uso de ladrillos para los muros, el tipo de arco y de dinteles sobre puertas y ventanas, el formato de las rejas y del revoque de la casa; lo que nos aproxima a una construcción que ronda los finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Por todo lo dicho, tengamos en cuenta entonces que es una de las pocas joyitas de semejante antigüedad que alberga el barrio. Es un lugar con historia. Y los restos hallados en su antiguo aljibe, son muestra de ello.