“Quiero vivir en un ambiente que me cuestione y estimule”
Eduardo Gil, fotógrafo internacional, es vecino de San Telmo
Como en el Renacimiento, cuando los artistas desarrollaban diferentes áreas, Eduardo Gil supo transitar diversos caminos: fue meteorólogo, piloto comercial de avión, taxista, empleado bancario, ejecutivo a cargo del Departamento Exterior de una multinacional; entre otras cosas. También hizo la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires, que abandonó faltándole cinco materias para recibirse. Pero dejó su huella en cada paso. Organizó gremialmente a la empresa multinacional donde trabajó y, posteriormente, fue elegido delegado general; actividad poco recomendable en la Argentina del ´76. Fue en ese momento cuando empezó a “coquetear” con la fotografía, haciendo sociales mientras estudiaba y profundizaba sus conocimientos técnicos.
Luego de haber mostrado su obra en innumerables museos de Estados Unidos, México, Venezuela, Brasil, Holanda, Cuba, Suecia, Alemania, España, Tailandia, Francia e Italia, el reconocido fotógrafo recibió a El Sol en su casa-estudio de la calle Perú al 600.
El Sol:Buscando en tu biografía, me llamó la atención que, en una entrevista anterior, hayas dicho que “la fotografía no es un arte”. ¿Podés explayarte sobre ese punto?
E.G.: Sí. La cámara es como un pincel, un instrumento para reproducir una imagen. La fotografía es arte cuando la herramienta fotográfica está utilizada con intenciones y bajo las convenciones de lo que hoy se entiende por “arte”. Esto que parece una pavada y obvio, no lo es tanto porque marca una serie de prejuicios que existen y tienen que ver con la no-reflexión. Hay una serie de supuestos que aceptamos cuando hablamos de fotografía. En un principio, a esta se la valoraba por su capacidad de registro. William Henry Fox Talbot se maravillaba por la forma en que se reproducía la paja de una escoba. El costado analógico de la fotografía era lo más importante. Pero si uno se pone a pensar en el desarrollo de las artes visuales, todas, ya tenemos sobre fines del siglo XIX el trabajo de los impresionistas que empiezan a jerarquizar más lo que pasa en la visión que en la paleta: La percepción y el pensamiento por sobre la reproducción «fiel» de la realidad. Así, Picasso en lugar de pintar un diario incorpora un pedazo de diario a su obra. Estamos hablando de 1910.
Una de las revoluciones de principios de siglo sucedió en el ’17: para presentarse en un salón de escultura, Marcel Duchamp compró un mingitorio en una ferretería, lo tituló «Fuente», lo firmó R.Mutt y lo mostró como una obra de arte. Obviamente lo sacaron a patadas. Pero este gesto marcó para siempre la historia del arte. Es la clave para entender la fotografía contemporánea.
Eduardo se entusiasma y nos muestra los distintos espacios de su estudio. Llama la atención una habitación prácticamente vacía, solo con almohadones en el piso, donde el artista da sus Talleres de Estética Fotográfica.
El Sol: ¿Cómo funcionan tus T.E.F.?
E.G.: Lo que hacemos es producir imágenes desde lugares no habituales para trabajar o pensar. En el taller trato de ser cuidadoso en la conformación de los grupos, que no suelen exceder las 10 personas. Tenemos un espacio de mucha libertad y de trabajo muy serio. Todos tratamos de profundizar nuestra obra, nuestro discurso acerca de lo que es la fotografía, lo que enriquece a su vez la propia obra. Mi mayor orgullo es que algunos de los que hoy están haciendo parte de la mejor fotografía del país, estuvieron o están en los TEF. Para mí son un lugar sagrado. Trabajamos horizontalmente cultivando las diferencias, por eso no hablo de alumnos. El nivel de los que integran los talleres es de distintos grados, porque es esencial el intercambio. Me interesa mucho no solo aquel que acaba de exponer en el exterior sino también el que recién termina un cursito, porque este es el que continúa preguntando «¿Por qué?». Entonces uno, al tener que explicarle, vuelve a repensar conceptos y se da cuenta si cambió lo que sostenía hasta ese momento. Necesito vivir en un ambiente que me cuestione y estimule.
Diana Rodríguez