Los jóvenes y el alcohol
Últimamente las bebidas alcohólicas han adquirido prestigio entre los jóvenes -como sustancia de consumo- por diferentes motivos, entre los que se destacan: su disponibilidad, su bajo precio y sus efectos. El consumo de alcohol supone un ritual que se inscribe dentro de la necesidad permanente del vínculo grupal. En los jóvenes la división entre ocio y trabajo o estudio, es radical. El ocio viene a significar el reino de la libertad, pero allí no existe nada que hacer excepto consumir el tiempo con el grupo y esta reunión casi nunca es posible si no es mediante el rito del consumo de alcohol.
La transformación de las pautas de consumo de los jóvenes ha sido enorme. En la actualidad la mayoría de ellos lo hacen porque tienen sed, porque es agradable, para tener facilidad de palabra, para poder expresarse, para festejar acontecimientos u olvidar los desagradables y, sobre todo, en aquellas ocasiones en que, por cualquier motivo, hay que celebrar algo.
Algunos factores que propician el consumo abusivo de bebidas alcohólicas en esa etapa de la vida, podrían ser: la falta de opciones para ocupar el tiempo libre de otra manera y el efecto liberador de las inhibiciones que producen las bebidas alcohólicas, con el consiguiente sentimiento de libertad tan buscado por ellos.
La primera consecuencia y la más frecuente es la embriaguez o intoxicación alcohólica aguda. Al ser un hecho cotidiano se acepta con una gran benevolencia e incluso, si es por primera vez, se suele comentar como un suceso divertido. Cuando se bebe una gran cantidad de alcohol en poco tiempo, éste pasa rápidamente a la sangre y, a través de ella, alcanza al cerebro, desorganizando su funcionamiento y produciendo los signos y síntomas de la embriaguez. La misma cantidad de alcohol puede dar lugar a alcoholemias diferentes, dependiendo de distintos factores como: que la ingesta se haya realizado con el estómago lleno o vacío; rápido o espaciadamente; circunstancias personales concretas relacionadas con la fatiga, el estado emotivo, la toma simultánea de medicamentos sedantes o la temperatura.
Los factores de protección frente al consumo de drogas, son las condiciones que hacen a una persona menos vulnerable a ellas. ¿Qué podemos hacer los padres para ayudarlos frente al riesgo?
Teniendo en cuenta lo anterior, los padres podemos ayudar a nuestros hijos si contribuimos a desarrollar aspectos importantes y positivos de su personalidad, como la seguridad en sí mismos y el autocontrol, ayudándolos a madurar y facilitando la integración familiar y el establecimiento de vínculos sociales. Las personas con un buen concepto de sí mismas se sienten seguras de sus decisiones. En la primera infancia la seguridad se forma a partir de las reacciones que el niño recibe de las personas que para él son importantes o sea, si se siente aceptado y amado por sus padres y obtiene de ellos mensajes positivos de valoración. Luego la adquirirá cuando existan modelos de referencia que lo orienten sobre cómo ser y, también, cuando pueda tener control sobre su vida. Esta seguridad influye en la relación con los demás y en el comportamiento que tendrá, como así también en la capacidad de aprender, trabajar y crear.
La persona entonces actuará de un modo independiente, asumirá sus responsabilidades, será capaz de afrontar situaciones nuevas, de demostrar sus sentimientos y emociones y tolerará las frustraciones. Por ende, se apreciará, se gustará, se sentirá bien sola y con los demás.
Que nuestro hijo sepa que es querido, aumentará su seguridad. Manifestar el cariño hacia él con un beso o un gesto afectuoso es importante, pero también lo es decírselo. Los padres no tenemos que tener miedo de expresar nuestro cariño. Eso no nos convierte en padres débiles. Como en la adolescencia se acrecientan los sentimientos de vergüenza o pudor y los hijos pueden ser más reacios a las manifestaciones cariñosas hay que estar atento a ello para no incomodarlos, pero no descartarlas.
Para que las expectativas se ajusten a la realidad de nuestro hijo tenemos que conocerlo, saber qué le gusta, qué quiere ya que la idea es priorizar sus necesidades y no nuestros deseos, a fin de que no se sientan frustrados porque no pueden conformarnos.
Lic. Hugo Lavorano M.N. 12.243