Fronteras barriales como divisiones que unen
Pienso que hay tres limites de San Telmo: el histórico, del que quizás hayamos perdido memoria, cuando la residencia tenia entornos que llegaban al Río y algunos solares baldíos; el actual «juridico», que lo define como llegando a la frontera de Chile por un lado y Piedras por el otro y el que individualizaría como el San Telmo de la frontera, ese que podríamos llamar «Montelmo» o también «Telmón» o «Telmocón» o «Contelmo», puesto que una calle, una vereda, no modifica una realidad socio cultural en forma drástica.
Toda frontera es una progresión de diferenciaciones y cuando comienza, todo está todavía muy mezclado de ambos límites. Cuando me siento a leer El Sol, en el café de Tacuarí y la Av. Independencia y escucho tangos ¿Quién podría decir que no estoy en San Telmo a pesar de ser Monserrat? Y si desde la ventana veo la Iglesia de la Concepción, en cuyos muros fueron fusilados Cuitiño y Alem -los de la mazorca, cuando la suerte histórica terminó como el dominio del Restaurador-, cómo puedo sentirme fuera del barrio del mondongo, del barrio negro, del mítico Monserrat. Y lo mismo pasa si cruzando Chile vamos hacia la Plaza Mayor y si rumbeando al sur nos adentramos por la zona del Lezama hasta introducirnos en Constitución. Hay fronteras y hay continuidades.
El busto de Castelao nos mira al lado de la entrada de la estación del subterráneo de la Av. Independencia, que es Monserrat para lo jurídico barrial pero ¿Quién puede negar que Castelao -tan cercano a la Federación de Asociaciones Gallegas de la República Argentina, de la calle Chacabuco, que es San Telmo-, pertenece a la frontera de Telmón o Montel…?
En fin, la historia tiene esquinas y referencias, lo administrativo también, pero los barrios tienen poesía, mitos, presunciones, difíciles de encasillar. Propongo aumentar el estudio de las «fronteras barriales como divisiones que unen».
Darío Mosso