La importancia de la salud individual

Para poder cuidar al otro hay que saber cómo cuidarnos a nosotros mismos

Hola lector, me presento: mi nombre es Bruno Ballestrero, soy profesor de Tai Chi Chuan, Chi Kung y Kung Fu, y desde hace algunos meses vecino del barrio de San Telmo. Para promocionar las clases he puesto en la calle un afiche que reza: “¡Ocupate de tu bienestar!”. Y supongo que es por esto que me animo a escribir una nota en un periódico cuya edición gira en torno al bienestar, a cómo cuidarnos.

Un dibujo de los “tres tesoros” del bienestar en la medicina China: la  esencia heredada, la energía cultivada y el espíritu

Un dibujo de los “tres tesoros” del bienestar en la medicina China: la esencia heredada, la energía cultivada y el espíritu

La salud debe ser total
Existe en la práctica del Arte Marcial china la idea que la habilidad debe ser total. Es casi una exageración que busca incentivar al practicante a desarrollar todo su potencial, al mismo tiempo que establece una idea de completitud: no alcanza con ser sólo rápido o sólo fuerte pues tener sólo una habilidad nos dejaría incompletos. Esta máxima puede trasladarse a la salud: la salud debe ser total. Imagínese una persona que tenga saludables solamente sus piernas pero no sus brazos… O que ese vecino suyo que tan simpático le cae le sonría sólo los martes y los viernes pero los jueves y los domingos sea un malhumorado. Cuando pensamos en nuestra salud tendríamos que incluir las diversas dimensiones de nuestra persona, tanto en el aspecto físico, mental, emocional y espiritual.
La perspectiva oriental busca entender la relación entre las partes y no darle mayor importancia a una que a otra. Entonces comer “sano” y no hacer actividad física a la larga no alcanza. Cuidar tanto su cuerpo al punto de que nunca más disfrutará de una copa de vino o un helado, tampoco. Ser tan intelectual y bien informado que ya nada le causa gracia porque el mundo está arruinado, tampoco. Cierta flexibilidad es necesaria, evitando que caigamos en las rigideces que le quitan el sabor y la sorpresa a la vida.
Y cuando surja el malestar o la enfermedad lo podemos tomarlo como un desafío: se muestra una parte de nuestro ser que quiere mejorar y así lo pide. Por ejemplo, un dolor de la espalda podría desafiarnos a mejorar nuestra postura, o aprender a relajar y soltar la tensión que produce el ritmo acelerado de la vida cotidiana. Cuando haya trascendido el malestar por haber modificado un aspecto de mi persona y cómo éste se relaciona con el conjunto de lo que soy, probablemente me sentiré mejor y de alguna manera más completo.
Ser saludable no significa emparentarse con el modelo de belleza del momento; no significa cuidar una estética determinada ni comer solamente productos light o con etiquetas de color verde, ni volverse vegetariano. Pretende pensarse de forma completa, abarcando la salud física por medio de una actividad que mantiene el cuerpo en movimiento evitando que se “estanque y se pudra”; de valorizar lo que se está metiendo dentro del cuerpo cada vez que comemos, sabiendo que hay alimentos que nos nutren y sanan y otros que no nos nutren pero además nos van enfermando; y creyendo que es la felicidad la que realmente embellece a una persona. No importa cuál sea el modo de hacerlo que usted elija (y tal vez vaya cambiando con el tiempo).

Foto: Nora Palancio Zapiola

Foto: Nora Palancio Zapiola

La salud no tiene precio
Algunas de las limitaciones que todos tenemos aquí en Buenos Aires son el dinero y el tiempo. Pero no hay que medir la salud en función del dinero ni escatimar tiempo en ella. Dentro de un contexto en el cual la salud se cobra caro (me refiero al negocio de las prepagas y los medicamentos) curarse puede resultar mucho más costoso que prevenirse. Trabajemos, pero sepamos descansar. El esfuerzo es desgaste y el reposo es recarga y son indivisibles. En el Arte Marcial se dice: “entrenar y descansar van de la mano, juntos, como Yin y Yang”. En criollo: trabajar sin descansar es como cocinar sin comer.
Mucha gente que conozco gasta más dinero en curar la enfermedad cuando aparece que en vivir de una manera que lo mantenga saludable. Tal vez ese curso de teatro o ese viaje que tantas veces pospusimos valga la pena por la felicidad que genera, y es también una inversión en nuestra salud. Es común gastar plata en medicinas prepagas al mismo tiempo que ahorramos en la comida eligiendo comprar siempre lo que está en oferta, aún cuando sea un mal alimento. Pero recordemos a Hipócrates: “Que la comida sea tu medicina”. A veces no tenemos plata ni tiempo entonces resolvemos 2 por 1: comida rápida prefabricada y empaquetada, lista para servir y a bajo costo. Pero luego no nos sentimos del todo bien (entre otras razones por estar mal alimentados) y vamos a ver al médico, quien nos receta drogas farmacéuticas y complejos vitamínicos. Terminamos usando el mismo tiempo (entre médicos y farmacias) y la misma plata (entre drogas y vitaminas).
Se dice que la salud (así como la felicidad o el amor) no se la puede comprar ni tomar, sino que la atraemos por medio de la persona que seamos.

El bienestar individual construye el bienestar social
La última idea que quiero expresar: su propio bienestar individual ayuda a construir el bienestar social. Para que podamos cuidar a otro, primero debemos poder cuidarnos a nosotros mismos: cuando yo me encuentra mal no puedo hacerle bien a la mujer que amo, ni a mis amigos, ni a mi vecino ni a mi pueblo. Hay una idea hindú que quisiera mencionar: el Sol, dicen, es simplemente brillante, pero porque brilla, el Mundo está lleno de luz. Sentirse bien uno mismo equivale a poder brindarle un poquito más de luz al mundo. —Bruno Ballestrero, vecino y profesor de artes marciales www.centrosanbao.com.ar

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *