Politólogo de día y profesor de taekwondo por las noches
“El taekwondo es parte de mi vida y el estudio de la política es lo que me atrae como profesión. Si ambas cosas no estuviesen vinculadas, me sentiría vacío”, confiesa Ricardo Romero, un vecino de 44 años que convive con la pasión por las artes marciales y el hecho de ser profesor de ciencia política en varias universidades.
Su inquietud por entender esta disciplina deportiva empezó en la niñez, a raíz de una pelea infantil que protagonizó: “Cuando tenía 11 años, me pegó un chico y me sentí debilitado”, recuerda Romero. Ese hecho lo incitó a sumergirse en el mundo del kung fu y después abocarse al taekwondo. Entrenó movimientos y técnicas en diversos clubes del partido de Florencio Varela, como por ejemplo la Sociedad de Fomento “La Carolina”. Allí tuvo la posibilidad -con solo 18 años de edad y en compañía de su maestro- de dar su primera clase a la categoría Infantiles.
Romero perfeccionó su cuerpo. Pero, con el tiempo, aprendió que su práctica no dependía solamente de lo competitivo: “El taekwondo tiene que ser lo que vos quieras hacer. Esa construcción implica un compromiso personal, proyección, perseverancia, autocontrol, cortesía y una disciplina. Todos estos principios reafirmados en la vida cotidiana”, señala.
Ese mensaje pacifista se lo inculcó Fernando Abad, su actual maestro de arte marcial y considerado sexto Dan(sexto grado de importancia en la trayectoria como maestro). Ambos se conocen desde hace más de 24 años, comparten anécdotas en común y esparcen su filosofía como integrantes de la Asociación Argentina de Taekwondo Independiente (A.A.T.I.).
Ricardo arribó al barrio de San Telmo en 2010 y se despidió de la práctica del kung fu. Se mudó frente al Parque Lezama. Su mensaje de un taekwondo más espiritual lo movilizó para sugerir, en 2012, la incorporación de la actividad-deporte en el Club Atlético San Telmo.
Así fue como en febrero de 2015 se puso en marcha la Academia Taekwondo Tradicional Grupo TAE (Técnica-Armonía-Energía), cuya sede se encuentra en Perú 1362 y cuenta con la coordinación de Juan Manuel Sánchez y Fernando Colombo. Romero, considerado cuarto Dan Internacional y cinturón negro, instruye a un grupo de ocho chicos y su idea es formar la categoría de adultos. Los Ninjas de San Telmo, como se apodan sus fieles alumnos, se presentan todos los lunes y miércoles de 19 a 20 para comprender las herramientas básicas del taekwondo.
“A veces trabajamos en clase con la coordinación de globos. Además tenemos espacios de expresión: les pido a los chicos que hagan dibujos sobre qué significa para ellos la lealtad, cortesía y perseverancia”, afirma.
Haberse convertido en profesor de la academia le permitió cumplir un sueño y, a su vez, conectar ciertos conceptos de la filosofía del taekwondo con su otra vocación: politología. Estudió la carrera de ciencias políticas en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y se gradúo como profesor a los 25 años. Así, Romero empezó -en 1995- a dar clases de “Política Latinoamericana” en la UBA y también enseñar “Economía Política” en el Colegio Nacional de Buenos Aires; entre otras instituciones educativas.
Tanto la politología y la disciplina marcial se entremezclaron en su vida que, durante cinco años, brindó un taller de taekwondo en el Nacional de Buenos Aires; pero tuvo que abandonarlo, por no tener suficientes alumnos durante la época de parciales.
Romero se propone concretar un proyecto de contención social. “Estamos viendo cómo traer chicos de la Isla Maciel, para que practiquen la disciplina en la sede. Y después quisiéramos tener un equipo de competencia que se entrene en la Isla”, comenta. Pero actualmente piensa cómo pasar más tiempo junto a Lautaro, su hijo de 3 años y para eso lo empezó a involucrar en las artes marciales mediante juegos sobre la coordinación de reflejos.
Ricardo mantiene su foco en transmitir la filosofía del taekwondo a más personas: “Yo soy como el Señor Miyagi (de la película ´Karate Kid´). El otro (en referencia a Daniel LaRusso) representaría a aquel que busca ganar el trofeo. Mi prioridad no es hacer dinero a través del taekwondo, sino difundirlo desde la base filosófica y social”, confiesa.
Martín Magurno