Una librera atípica
“El librero tiene que tener esa cosa de acompañar al otro”
Natalia Romero (30) revolucionó el edificio donde vive, a metros de Defensa y Estados Unidos, cuando salió en Clarín, que publicó la dirección exacta de la chica que tiene una librería en su casa. Desde entonces le tocan el timbre a cualquier hora, solicitando libros, entre otras cosas. Ella atiende por el portero eléctrico y va filtrando a los posibles clientes, pidiéndoles que coordinen un horario por mail.
Nacida en el pueblo de Henderson (cerca de Bahía Blanca), cuenta que su padre la llamó por teléfono llorando -desde su ciudad natal-, emocionado por la trascendencia de la nota a su hija, en el diario más vendido del país.
Con el pelo suelto, anteojos y sin maquillaje, Natalia recibió a El Sol de San Telmo, en su casa-estudio, donde su gata Pepa parece ser la dueña del lugar.
El Sol: ¿Cómo se te ocurrió poner una librería en tu casa?
N.R.: Siempre estuve conectada con la literatura. Estudié Comunicación en la UBA. No soy licenciada aún, pero estoy haciendo la tesis. Fui ayudante de cátedra -ad honorem- y también participé en muchos talleres de expresión, dramaturgia y poesía. Recién el año pasado empecé a dar talleres de escritura. La idea de la librería nació buscando lo que yo necesitaba saber o averiguar. En ese entonces vivía en Palermo y, como no podía alquilar un local, junto con mi socio -que sabía mucho de computación- empecé a armar la página web en 2011, cuando recién se comenzaba a vender por Internet. Pero para mí fue muy importante mudarme a San Telmo. Estoy muy agradecida a este barrio, donde me siento muy cómoda y todos tienen “mucha onda”.
El departamento es sencillo pero muy acogedor: abajo, la cocina integrada a un pequeño comedor, arriba la librería (solo cubos blancos con libros y un par de almohadones en el piso de parquet) y un poco más arriba todavía, la cama ocupa todo el ático. “El barrio es muy importante, yo tenía el prejuicio que San Telmo era muy turístico, pero en realidad es todo lo contrario. Tiene esa cosa comunitaria, de respeto por el otro. Acá trabajan muchos luthiers, músicos y artistas en general. Los santelmeños tenemos una energía muy linda. Además, a mí me gusta mucho recibir gente, que el que venga se sienta cómodo. Entonces suben a tomar unos mates y charlamos de literatura”, explica, mientras reta con cariño a Pepa, que acaba de saltar a mi regazo.
Confiesa que, ni bien llegó a Buenos Aires, “no entendía nada, era otro mundo” y que siempre sintió “empatía con los libreros, como Fernando (de Librosref). Él fue muy amable conmigo y así empecé a vender libros por la web, pensando que “si “Fer” pudo yo también podré”.
El Sol: ¿Y podés vivir de tu librería?
N.R: No, siempre hice otras cosas paralelamente. Trabajé en una tienda de diseño en esta misma cuadra, por ejemplo. Ahora doy talleres de escritura por skype…
El Sol: ¿Cómo es eso?
N.R.: Tengo una alumna, Dolores, que está haciendo un doctorado en Filosofía en París. Todos los miércoles, a las 11 de la mañana, hacemos el taller virtual de escritura. Funciona muy bien. Dos veces por semana doy talleres grupales, de no más de cinco personas, para poder profundizar. Conocí gente muy linda con este trabajo. Se fue amalgamando todo: los libros, las clases.
El Sol: ¿Cómo seleccionás los libros que vendés?
N.R: Trato de leer casi todo lo que tengo. Ser librero tiene que tener esa cosa de “acompañar al otro”. “Trabajo en consignación con distribuidoras independientes, ya que las grandes, como Alfaguara o Planeta, requieren de más volúmenes. Estoy aprendiendo un montón. Una compañera, Soledad, me ayudó mucho para crear la plataforma especial para Internet, que se llama “acienmetros.com.ar”.
El Sol: Muy parecida a tu dirección de mail “acienmetrosdela[email protected]”… ¿De dónde viene ese nombre?
N.R: Bahía Blanca está siempre presente. Yo crecí en la playa. De chica íbamos a Monte Hermoso, uno de los pocos lugares donde el sol sale y se pone en el mar.
El Sol: ¿Cuáles son tus autores preferidos?
N.R.: Es difícil nombrar a todos. Luis Sagasti, Osvaldo Bossi, Olga Orozco. Me gusta mucho la poesía. De hecho, el año pasado la editorial “El ojo del mármol” publicó mi libro “Nací en verano”. Justo cuando se acaba el agua para el mate, Natalia toma un ejemplar y me lo dedica. Lo miro y dice “Por la alegría del encuentro y el amor al barrio de San Telmo. Gracias! Nati”.
Diana Rodríguez / Foto: Mónica Seoane