Caminante de Buenos Aires…

José María Peña amó nuestra ciudad como pocos. La descubrió, la transitó, la defendió siempre desde su gestión pública y su vida personal.

Conservar nuestro patrimonio arquitectónico y la identidad porteña fue su objetivo irrenunciable; cerca del hombre común, de su vida cotidiana, objetos y recuerdos, trató de custodiar una forma de ser en el mundo: lo porteño.

San Telmo fue el preferido de sus amores y así creó su mito, coloreando la Feria de Antigüedades de Plaza Dorrego, el Museo de la Ciudad, la Feria de las Artes de Plazoleta de San Francisco, conservando su magia para nosotros y los extranjeros.

Sabía oír, respetar pero no claudicar ante lo irracional de las gestiones públicas. Por eso nos duele su partida.

Se fue un hombre de consulta que con lucidez, humor e ironía nos deslumbró en charlas, simposios, publicaciones y discusiones emblemáticas. Asociaba la nostalgia por el pasado con la alegría de lo bien vivido.

Por eso le decimos: Te extrañaremos siempre, querido Peña. Gracias por haber sido maestro, promotor y ejemplo de coherencia en un mundo globalizado que negocia identidades o las pierde a pedazos.

Caminante de Buenos Aires… ojalá sigamos tus pasos con lo mejor de nosotros mismos.

Gloria Audo

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