A llorar a la iglesia

Sin títuloCuando se habla de la iglesia como institución uno tiende a asociar la palabra con solidaridad, ayuda y responsabilidad social. Por este último tema y otros, me acerqué a la parroquia de San Pedro Telmo a entrevistar al Presbítero Ernesto Salvia, quien está al frente de la parroquia del barrio desde hace dieciocho años.

De sonrisa cálida y palabras claras, el padre Salvia nos da su opinión sobre lo que nos ocupa: la responsabilidad social vecinal. “La iglesia tiene mucho que ver con la responsabilidad social porque está en el medio de la gente, especialmente las parroquias. Es la casa de todos. Y a lo largo de la historia, siempre tuvieron mucha relación con el barrio e inclusive algunos surgieron a partir de una parroquia y así se fueron fundando pueblitos que a lo largo del tiempo crecieron, porque la población fue creciendo y eso es parte de la responsabilidad de la iglesia. Siempre, entre sus servicios, dando atención a los pobres, a los marginados y escuchando a la gente”.

Algunos de los servicios que se ofrecen en la parroquia de San Pedro Telmo son: asistencia social, ropería, comedor solidario para hombres de la calle y Cáritas parroquial. Cuenta con un grupo scout, además de prestar sus instalaciones para las reuniones de ALCO, Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos. Otra actividad que llevan a cabo desde los últimos años es el almuerzo de Navidad, dentro de la iglesia, al que asiste gente sola -muchas veces sin problemas económicos-, los hombres del comedor y carenciados del barrio.

De su labor y su tiempo en San Telmo, el padre Salvia ha notado -especialmente- una situación que lo preocupa. “Es un tema que descubrimos: la cantidad de gente sola que vive en el barrio y muchas veces anciana. Y eso se nota en los que vienen a las misas, gente que a veces no tienen con quien hablar y buscan lugares donde relacionarse. Por eso crecieron los clubes de ancianos y los comedores, donde asisten además de personas que tienen necesidades económicas otras con necesidades humanas y sociales”, nos dice.

La iglesia es, en el ideario colectivo, la casa de Dios y, como tal, es respetada. “Ya dice el refrán: ´A llorar a la iglesia´”, nos recuerda el padre Salvia y continúa “Y justamente muchas veces se viene a llorar a la iglesia. A hablarle a Dios”. Tal vez por sus dimensiones y su amplitud; la decoración de sus retablos o sus muros; cúpulas e íconos, creyentes y no creyentes las consideran lugares especiales. Pero no todas  las iglesias son amplias, decoradas y tienen cúpulas. Sucede que su impronta no pasa de moda y su sacralidad nadie intenta imitar en otras construcciones no religiosas.

Si bien es innegable su tradición de ayuda, involucramiento y contención social, la iglesia es una entre otras entidades con estos fines. El párroco no disiente: “La iglesia tiene en cierto sentido más ´prestigio´ por tantos años de tradición en esto. Sin embargo, la responsabilidad social de todas las instituciones es muy importante, tanto públicas, privadas, civiles, eclesiásticas o religiosas, en el caso de otros cultos. En San Telmo hay muchos centros culturales, sociales y políticos e instituciones que forman parte del tejido social con mayor o menor influencia. También existen otros que son públicos, como la salita de salud o las escuelas. Lo que se trata es de recomponer el tejido social o sanarlo un poquito”.

La visita al Papa

En enero, al presbítero Salvia se encontró con el Papa Francisco. Fue una parada obligada de un viaje que, en su mayor parte, tuvo otros fines: visitar a familiares en Italia. “Fue una oportunidad  muy grande que tuvimos con otros sacerdotes amigos, poder visitar Roma. Tengo familia en Italia, por lo tanto la mitad del viaje estuve con ellos. Pero, de paso, nos anotamos para participar en la Santa Misa con el Santo Padre el 14 de enero”. Nos cuenta que al evento asistieron veinticinco curas de todo el mundo, cinco de los cuales eran argentinos y que también había una gran cantidad de gente que pudo ingresar, anotándose previamente. El Papa celebró la misa, predicó en italiano y después saludó uno por uno a todos los que participaron. “Le llevé un montón de cartas de San Telmo”, nos dice el padre Salvia quien en marzo dejará la parroquia que preside e irá a la iglesia de Santa Felicitas en Barracas. Como resumen de su paso por San Telmo nos cuenta que “Por suerte, en mis dieciocho años que estoy en la parroquia, nunca faltó la ayuda de toda la gente del barrio”.

                                                                                              Clara Rosselli

 

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