Amigos por el Casco
Hace más de un lustro, siendo todavía Director General de una Dirección que ya no existe, la del Casco Histórico, me puse a impulsar la idea de crear una asociación de amigos del Casto Histórico.
Consciente de las dificultades que se encuentran para llevar a cabo tareas u obras en ese circuito privilegiado de la Ciudad, siempre por falta de recursos o impedimentos burocráticos, está demostrado que las asociaciones de amigos logran con más agilidad resolver esos problemas.
Hablé con la actual Directora del Teatro Colón, María Victoria Alcaráz, que en ese momento era Subsecretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura (Hernán Lombardi), quien aceptó la iniciativa. Me conecté entonces con aquellas personalidades que prestigiarían el nuevo organismo y podrían motorizar su ágil funcionamiento.
Ese grupo fundacional estaría integrado por quienes se sintieron involucrados por la propuesta, y ellos eran/son:
Manuel Antín, Narcisa Hirsch, Claudio Escribano, Graciela Fernández, Pedro Roth, Alberto Martínez, Horacio Cacciabue, Jorge Eckstein, Edio Bassi, Miguel Batista y Josefina Robirosa. A esa nómina de lujo se podrían añadir sin problema el párroco Francisco Baigorria, Juan José Campanella, Miguel Ávila y otros de igual resonancia, tales como Mario Mactas y Álvaro Abós.
Por lo que se advierte, no estoy hablando de una quimera y Miguel Ángel Brignani en nombre de la Manzana de las Luces y el Dr. Fernando Finvarb serían para nosotros figuras de consulta.
El primer problema fue definir el nombre de la entidad, ya que Asociación de Amigos del Casco Histórico tiene una sigla AACH, que suena como un estornudo y no resultaba agradable. Mi secretario, Alejo Siri, sugirió el rótulo que me pareció el mejor Amigos por el Casco (Apec) y es el que adoptamos para la convocatoria.
Objetivos
La meta es promover, entre el vecindario primero, los porteños después y el país en general, la figura del Casco Histórico y la cabal noción de sus valores históricos, sociales y culturales, su herencia artística, urbana y sus múltiples cualidades a promover y divulgar.
Es preciso destacar esta condición primordial para aclarar esa falsa opción que coloca al turista como protagonista esencial de este operativo. Sería falso negar que es un personaje sustancial, pero no lo ubicamos en el primer lugar, que quede claro.
Ahora, que este territorio fundacional de la Ciudad se encuentra en una suerte de adormecimiento, me pareció oportuno revivir aquella propuesta y ponerla en valor.
Luis J. Grossman, arq.
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