“Argentina también es afro-descendiente”
Movimiento Afrocultural
Nuestra República (del latín: res publica = cosa pública) cumple 200 años de haberse independizado del reino de España. Siempre estaremos agradecidos a los que lucharon para conseguirlo y por eso, hoy, le rendimos homenaje a los afro-descendientes cuyos antepasados han sido una parte muy importante en ese logro.
Para entender su intervención en esas luchas tenemos que saber que la raza negra no inmigró a nuestro país, fue traída esclavizada. En el siglo XVI llegaron desde lo que ahora es Guinea, Congo y Angola y más tarde embarcaron desde África a América alrededor de sesenta millones de personas, muchas de las cuales murieron en la travesía por las paupérrimas condiciones en que viajaban, arribando aproximadamente doce millones y gran parte a los puertos de Valparaíso, Montevideo y Buenos Aires.
Nadie puede ignorar lo que hizo la raza negra para que la historia de la Argentina actual fuera posible. En ese sentido, Yael Martinez y Laura Omega -ambos jóvenes argentinos afrodescendientes- conversaron con El Sol.
El Sol: ¿Qué saben de la historia afro-descendiente, en Buenos Aires?
LO: Este era el barrio del Mondongo, donde los negros esclavos vivían en esa condición. Se llamaba así porque le daban de comer las vísceras de los animales, cuando los faenaban. Soy afrodescendiente y aunque muchas veces me dicen “morocha” para “blanquear” mi raza, no es así ya tengo registros de que mi familia está acá desde 1595 por lo que, hasta la actualidad, ha habido muchas generaciones que nacieron y poblaron estas tierras. Aunque ya había esclavos antes de esa época, el primer barco “negrero” del que tenemos registro es el de una empresa portuguesa en ese año.
ES: ¿Acá llegaban los esclavos y después?
LO: Buenos Aires era una ciudad de traslado. En la zona del Parque Lezama estaba el mercado, allí los ponían en cuarentena y los vendían a la población del lugar, a Bahía (Brasil) o a otros sitios de la región. Vendían a los más fuertes y resistentes para trabajar en las plantaciones en Brasil y a los de raza manguera, más altos, elegantes y musculosos los dejaban acá que era un país de tránsito de esclavos.
ES: ¿Creen que nuestra sociedad tiene conciencia de lo sucedido?
LO: No. Este ha sido un país esclavista. En 1813 el setenta por ciento de la población era negra y eso está “tapado” en la historia. Muchos de nosotros, siendo argentinos, nos sentimos extranjeros, porque la sociedad nos excluye, nos invisibiliza.
ES: ¿Cómo es eso?
LO: Cuando me preguntan si soy argentina y les digo que sí, vuelven a preguntarme ¿Tu abuelo? Y así sucesivamente. Hay once generaciones de argentinos en mi familia. Nosotros somos Garay, porque mi familia pertenecía a Juan Agustín de Garay y tenemos la “marca del amo”. Por eso me cuesta mucho construirme, porque no tengo el espacio social y como yo, de alguna manera, todos.
YM: Todavía la gente cree que acá no hay negros y cuando ve alguno lo extranjeriza. Hay negros argentinos de muchas generaciones que descienden de aquellos que fueron traídos por la fuerza y eso la sociedad no lo reconoce.
ES: ¿En los países vecinos es igual?
LO: La construcción del afro-uruguayo es diferente porque, además de ser un país más chico, tuvieron la posibilidad de juntarse y afirmar su identidad. En el límite con Brasil se hicieron los primeros quilombos, resistieron y fueron libres. El afro-argentino no tenía relación con su negritud porque estaba prohibido y perdía su vida si lo hacía. El amo no le permitía rezar, ni hablar su lengua, ni mantener sus costumbres. En Argentina, se esclavizó, se vendió gente y la historia no se puede cambiar. Para la gente común era correcta esa conducta y hasta hoy mismo, muchos lo creen.
YM: En Uruguay hubo puntos claves que hasta hoy se recuerdan con nostalgia, porque -a pesar de la pobreza- en los conventillos se sostenía la cultura, había contacto con los mayores. En la dictadura los desalojaron y se perdió un poco. Pero acá fue mucho peor, la opresión social hacia el negro era y es muy fuerte; parecería que tenemos que renunciar a nuestra cultura para que podamos desarrollarnos y tener un porvenir.
ES: ¿Cómo hacen para construir lo que ha sido arrancado de raíz?
YM: Mediante el contacto con nuestros padres, las comunidades afro, las familias. Los jóvenes forman su identidad manteniendo las costumbres, tradiciones, modos; porque donde se pierden esos lazos y contactos, se diluye. Podemos ser genéticamente afro-descendientes por el color de nuestra piel, pero si perdemos la identidad no lo seremos realmente.
LO: No tenemos libros, pero sí transmisión oral de las familias. De chicos, en vez de contarnos un cuento cualquiera, nos sentaban las babas (abuelas) y nos decían de dónde venimos y cuáles son nuestras costumbres. El árbol tiene que tener una raíz fuerte para dar frutos y la raíz es la transmisión oral. De cualquier manera, de una u otra forma, la sociedad ha intentado cercenar la cultura afro prohibiendo las danzas, las lenguas originarias, las formas de vida y aún hoy a mucha gente le molesta y no respeta que ejercitemos nuestras tradiciones.
ES: El respeto debe ser mutuo…
YM: Nosotros lo que hacemos es generar un punto de encuentro que es abierto a la sociedad, pero trabaja especialmente la identidad afro-descendiente. Es un lugar donde recreamos e intercambiamos saberes como cualquier otra cultura. Hemos sufrido mucha opresión y la gente en general no entiende que estamos buscando en nuestras costumbres ancestrales la identidad. Si hablamos de respeto hay que saber que los chicos no nacen racistas, los construimos racistas, eso existe, es una ideología y no hay que ocultarlo para poder así desarmar el sistema. Aunque es un trabajo terrible y muy pesado, tenemos que intentarlo.
LO: Nuestra raza ha sufrido pena de muerte, latigazos, amputaciones, castigos de todo tipo, sufrió la fiebre amarilla donde se los aisló acá en San Telmo, en cuarentena, sin medicamentos ni alimentos con lo cual muchos no murieron por la fiebre sino por inanición. En Santiago del Estero había criaderos, lugares de reproducción porque nos tomaban como ganado ya que no calificábamos para humanos. Una gran crueldad, eso pasó. Ha habido decretos prohibiendo las tradiciones, los cultos de nuestros ancestros y nosotros tenemos la obligación de construirnos.
ES: ¿Creen que Argentina los reconoce como parte importante del logro de su independencia?
YM: Hay muchos hombres y mujeres afro-descendientes que lucharon, porque ellos eran parte de lo que sucedía. Podemos nombrar simplemente como ejemplo a María Remedios del Valle, conocida como La Capitana o La Madre de la Patria, una de las “Niñas de Ayohúma” que asistió al ejército de Manuel Belgrano en Tucumán y por su entrega y coraje la nombró Capitana de su ejército.
LO: Estamos luchando por tener identidad, para que nos reconozcan como argentinos, aunque lo seamos por voluntad del esclavista, pero en realidad nosotros nacimos acá hace once generaciones. No entendemos por qué tanta lucha para que aceptar que estamos desde siempre, lo mismo que los indios. Es algo que está enquistado. Gran parte de los argentinos tienen sangre negra, porque ellos no se fueron, se mezclaron.
ES: ¿Es una cuestión de educación?
YM: En las escuelas se transmite que en la época de la colonia había negros, pero se los presenta con funciones serviciales y los afro-descendientes no eran solo eso. Algo esencial para difundir es que en las batallas lo que se hizo fue un genocidio de la parte masculina y eso está estipulado en los escritos de Sarmiento cuando decía que “de acá a treinta años ya no va a haber negros o personas reconociblemente negras”. Estaba promoviendo el mestizaje y eso pasó acá. Ese es el eslabón perdido de por qué no hay negros. En realidad aunque no se vean negros se lleva en los genes, en el mestizaje que hace que la identidad de la Argentina tenga una particularidad especial. Dicen que no son afro, pero en realidad sí lo son.
LO: Rivadavia era afro-descendiente, lo mismo que Cabral el soldado que salvó a San Martín, Bernardo de Monteagudo y Sarmiento no contaba con la genética, con que los genes se pueden reproducir y que después de varias generaciones puede nacer un negro. Es como una reivindicación.
ES: Volvamos a la actualidad ¿Qué reciben de la sociedad?
LO: Desprecio, marginalidad, falta de identidad, extranjerización. Para que tengan idea, la palabra mulata viene de mulo y así le decían -despreciativamente- los españoles a los mestizos que nacían de la descendencia mezclada entre ellos y los esclavos a los que consideraban animales.
YM: Hay una hegemonía cultural que se repite. El año pasado estábamos en un taller de guitarra tocando una chacarera y una señora nos dice: “Por fin, eso sí es música y no ese patrón ridículo que repiten sin parar, porque yo soy profesora de música y sé”. Es terrible porque ella está convencida de eso. Vengo de una comunidad que, particularmente, tiene como eje cultural el candombe, donde los tambores cumplen un rol fundamental. Es importante para nosotros, porque gran parte de nuestra identidad la desconocemos.
ES: ¿Cómo llegaron a tener este Centro Cultural?
YM: En el 2000 estábamos en la calle Herrera 313, era una fábrica recuperada, un conventillo -donde vivían catorce familias en su mayoría afro-descendientes- que es el lugar natural de conservación de nuestra cultura que viene de lugares oprimidos y de bajos recursos. Se comenzó con un proyecto de investigación, rescate y difusión de la cultura africana. Nuestra tarea era reconocida porque se trabajó mucho con la Capoeira (arte marcial afro-brasileño que combina danza, música, acrobacia y expresión corporal), candombe y danzas afro que son los ejes principales, compartiendo la cultura con personas que no tenían poder adquisitivo para acceder a ella. Servía también de contención para personas con problemas ocupacionales, recuperación de adicciones y todos los temas sociales.
ES: ¿Y qué pasó?
YM: Unos supuestos dueños presentaron un juicio de desalojo y el GCBA. A pesar de nuestros reclamos ante la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Cultura, etc. no hicieron nada. Nosotros, a su vez, iniciamos juicio al GCBA por el centro cultural y lo ganamos en todas las instancias, incluyendo la Cámara, en 2012. En 2009, por una orden del Juez Lima, el Ministerio de Cultura se vio obligado a brindarnos los elementos necesarios para que las actividades se desempeñaran como se venían haciendo y se dictó la Res.1803, que es el Programa Afrocultural por el cual nos reubican en este lugar.
LO: Pero acá solo profundizamos los puntos de construcción cultural brindando talleres y todo lo que tenga que ver con nuestra raíz afro, pero el resto no porque no tenemos estructura ni el espacio físico necesario.
ES: ¿Tienen presupuesto asignado?
YM: No, lo hacemos como autogestión. Hay dos coordinadores del Movimiento Afrocultural y un coordinador por parte del Estado de la nueva administración, al que todavía no conocemos. Técnicamente no puede existir un Programa sin presupuesto, aunque parece que sí. Lo que no sabemos es dónde va el dinero de este Programa, porque nunca recibimos nada.
LO: El GCBA no cumplió ni cumple con su parte, no nos da ni una lamparita, ni un tacho de basura, los profesores no tienen sueldo, no tenemos apoyo económico de ninguna naturaleza.
ES: ¿Y los legisladores?
YM: Nos acompañó Diana Maffía en el juicio, pero ahora es más ejecutivo que legislativo lo que hay que activar. Nosotros estamos defendiendo nuestros derechos culturales. Ahora con el cambio de gestión, tenemos la esperanza de retomar el diálogo que perdimos con la administración anterior. Pero ellos saben todo, atravesaron el juicio, conocen nuestros argumentos, Lombardi fue a la fábrica recuperada, conoció a las familias, si se cortó la relación fue por falta de voluntad política no porque no nos conocieran o no hayamos presentado algo.
ES: ¿Cómo hacen para mantenerse?
LO: El que puede paga las clases, es un bono contribución simbólico para seguir manteniendo el espacio, porque todo cuesta dinero. El gobierno sabe que es un espacio cultural afro-descendiente, pero no le da importancia porque la cultura afro está relegada.
ES: ¿Cómo es la relación con los vecinos?
YM: Falta integración, porque la gente siempre pensó que ocupamos este lugar o que lo íbamos a privatizar y no es así, tenemos los papeles que nos respaldan. Nos sentimos acosados socialmente, recibimos muchas denuncias de vecinos, no entienden que tenemos derecho a cuidar y transmitir nuestra cultura. Al vecino le molesta la práctica de tambores o la trompeta, pero sería bueno que ellos también nos ayuden a pedirle al GCBA que nos dé el espacio acondicionado y los medios apropiados para desarrollar nuestra tarea.
LO: Sería genial que vengan a participar de las jornadas de tango, danza y de los talleres. Está la grilla donde se publican las actividades y otras informaciones, para que nos contacten. Somos agentes culturales, formadores, estamos dando cultura afro, yo doy clases de canto y tengo una formación lírica europea. Es un espacio multicultural, somos afro-descendientes y esa raíz está en todo lo que hacemos pero mostramos que podemos sincretizar para brindarles algo nuevo. Todos los talleres tienen temáticas distintas, para que se puedan enriquecer.
Argentina les debe a los afro-descendientes el reconocimiento de su lucha desigual, pero más aún el agradecimiento por haber ayudado a construir una Nación libre y soberana. Ya es hora de que así sea.
Texto y foto: Isabel Bláser
Movimiento Afrocultural
Defensa 535 -Montserrat – CABA
http://www.movimientoafro.com.ar
[email protected]
http://movimientoafrocultural.blogspot.com
Gracias a Sol de San Telmo por esta nota
Muchas gracias por su comentario.