Asociación Criolla Argentina
“San Telmo es el casco histórico, entonces es nuestro lugar de origen”
La Asociación Criolla Argentina tiene su sede en el corazón del San Telmo, Humberto I° 381 -CABA- y hacia allí fui para conocer lo que esta institución significa para nuestro barrio y la sociedad toda.
En esa hermosa casona de San Telmo, me recibe su presidente, Alberto Spinelli, quien se define como “Un tradicionalista de toda la vida”. Y agrega, con un decir pausado y cordial: “Soy de la ribera de San Isidro donde antes era una zona de quintas. Me crié junto con una hermana mayor y otro más chico. Mis abuelos vinieron de Italia y tuvieron allí su desarrollo, pero también tenían otra tierra en Villa Rosa o sea que, desde mis abuelos inmigrantes, mi familia ha vivido en zona de chacras”.
El Sol: ¿A qué se ha dedicado? ¿Tiene su propia familia?
Alberto Spinelli: Siempre he trabajado en los mataderos de hacienda vacuna y estuve relacionado a las tareas rurales. Actualmente, cerca de cumplir 70 años, tengo trabajo en el Matadero de Escobar que hace 700 vacunos diarios. Esa tarea la realizo junto con las actividades de la Asociación. Vivo en General Pacheco, tengo esposa, tres hijos y seis nietos.
¿Cómo llegó a ser presidente de la Asociación?
Me meto en el tradicionalismo defendiendo todo lo que había vivido desde muy joven, que fue, estar con la paisanada, con los gauchos, ver como se vestían, como ensillaban un caballo, como amaban tanto a los animales. Todo eso me ha llevado después a querer defender lo que viví, porque sentí que se iba perdiendo. También me he hecho caballista de estar tan pegado a ellos y amarlos, por eso, en mi adolescencia, empecé a participar en los desfiles, a tener mi recado (apero de montar), a estar con los tradicionalistas y los paisanos.
Fue haciendo camino al andar…
Sí, todo desembocó en que en 1985 fundamos una asociación tradicionalista en la sede del Museo de General Pacheco, institución a la que estuve ligado durante diez años y, a través de ella, a la Asociación Criolla Argentina. Aquella era una institución que adhería a la Asociación, no participaba directamente en ella pero con muchos amigos que la integraban. En su momento, dejé la Presidencia del Museo de General Pacheco para pasar a colaborar en la Comisión Directiva de la Asociación Tradicionalista Argentina, la que luego integré y -en 2017- me eligen Presidente de la Asociación Criolla Argentina.
¿Qué hacen desde la Asociación para mostrarle a la sociedad la importancia de esa parte criolla argentina?
Difundimos nuestras tradiciones. Recuerdo cómo me impacto ver a un paisano vestido de gala, con su caballo. Eso me quedó para toda la vida. Por eso digo que la única forma que tenemos que la sociedad vea, reconozca y valore las tradiciones criollas, es haciéndolas conocer. Los criollos son parte de la cultura y de nuestras raíces y aquellos pueblos que pierden sus raíces, pierden su identidad. Pero muchos no las conocen, por eso nuestro deber es, fundamentalmente, transmitirlas.
¿De qué forma, concretamente?
De diferentes maneras, como por ejemplo a través de los talleres de soguería, platería, talabartería, telar, herrado y haciendo muestras de la manufactura tradicional de piezas auténticas originales. También participando de desfiles con los caballos ensillados o con la participación de grupos de danzas folclóricas, donde la gente se asombra con lo que ve. Acá en San Telmo no se veían paisanos porque es un barrio muy tanguero, pero ahora la Asociación desembarcó con el paisano, con gente a caballo, bailes criollos y actividades gauchescas.
¿Cómo se creó la Asociación?
En 1995, por una iniciativa del entonces diputado Alberto Albamonte, se aprobó la Ley 24.303 que decretó el 6 de diciembre Día Nacional del Gaucho, fecha en que se conmemora la publicación de la primera parte del poema narrativo “El gaucho Martín Fierro” de José Hernández. Y, el 25 de mayo de ese año, se funda la Asociación Criolla Argentina -con una Comisión Directiva de 5 miembros- como encargada, de ahí en más, del festejo y la difusión de las tradiciones gauchescas.
¿En qué consiste el festejo?
Es una fiesta itinerante que recorre diferentes lugares, siempre dentro de la provincia de Buenos Aires y tratando de salir de la cercanía, como: Saladillo, Tapalqué, Bragado, Las Flores, para nombrar unas pocas. La última se hizo en Azul y duró diez días.
Hemos llevado actividades culturales a las provincias de Córdoba y Santa Fe, pero no como festejos del Día Nacional del Gaucho que solo se hace dentro de Buenos Aires.
¿La Asociación tiene afiliados?
No, es una “pata” tradicionalista de lo que es UPCN (Unión Personal Civil de la Nación). El gremio adhiere a la Asociación Criolla y hace un aporte sustantivo todos los meses, para que podamos llevar adelante las actividades.
¿Cómo eligen las autoridades?
Por asamblea de los miembros de la Comisión y socios. Hay, aproximadamente, cien. Sobre nosotros está la Federación de Centros Tradicionalistas de la Provincia de Buenos Aires, que agrupa a todos los centros y después está la Confederación Gaucha Argentina, fundada por el comodoro Juan José Güiraldes.
Nuestra Asociación tiene asistencia jurídica para asesorar a los centros tradicionalistas, apoyamos a todas las instituciones y participamos en las actividades de las agrupaciones tradicionalistas.
¿Cómo solventan los gastos?
Cuando hacemos muestras se presupuestan generalmente a las intendencias que las piden y nos ayudan con los costos de flete, traslado, seguros de las piezas que llevamos porque son costosas, etc. Los objetos son de cada uno de los miembros que integra la Asociación y luego de la exposición los retiran.
La institución tiene como misión la defensa del ser nacional ¿Cómo lo hacen?
A través de todas estas actividades que proponemos porque es nuestra raigambre, nuestros antepasados, nuestra familia, nuestra sangre misma. La patria lo envuelve todo, es lo más importante que tenemos y la debemos que defender.
¿La mujer tiene un lugar en la Asociación?
Ahora se fundó la Asociación Argentina de Monta al Amazona, son chicas jóvenes que desfilaron con nosotros con sus trajes típicos, en Quilmes y General Rodríguez. Estamos “peleando” porque antes la Asociación desfilaba primero, pero ahora ellas lo hacen porque… primero las damas. Son costumbres que nosotros vivimos y conservamos y tratamos de fomentarlas entre los chicos más jóvenes.
¿Cómo llegaron a esta hermosa casona?
Teníamos la sede en la calle Viamonte al 800, donde desarrollábamos los talleres y nuestras actividades en un piso que nos había cedido UPCN. Al crecer Accord Salud, requirió ese piso y nos propusieron que busquemos otro lugar. Entonces, nos pareció muy interesante llegar a San Telmo donde hay tanto turismo y gente que puede visualizar y valorar nuestras actividades. No olvidamos que acá es el casco histórico, entonces es nuestro lugar de origen.
¿Cómo definiría al gaucho?
No solo con su vestimenta sino con su forma de ser, de vivir y de compartir. La mentalidad del gaucho es distinta, tiene otra esencia, está habituado a otras cosas, a otras costumbres. Es muy familiero, trabajador, conservador en su forma de ser; lo caracteriza su bonhomía y quizás es un poco ingenuo, pero no pierde la esperanza en que puede cambiar un poco la vida. Las mujeres criollas son simples, muy arraigadas a la tierra, humildes y laboriosas y amantes de la familia, sin ellas la vida sería mucho más difícil.
¿Era un rebelde?
Al gaucho lo llevaron a los fortines obligado, lo maltrataron, lo llevaron a la conquista del Desierto a luchar contra el indio, fue perseguido y obligado a vivir una vida terrible. Eso es un poco lo que se tomó del gaucho para difundir en las películas, los libros, etc. Nosotros, en cambio, tratamos de rescatar la esencia del gaucho.
¿Cuál es su esencia?
Está relacionado con el tradicionalismo, es una forma de vida que tiene que ver con la palabra, con el compromiso, con el respeto hacia los demás, con la solidaridad. Es una forma de vivir tomada -ancestralmente- de aquellos paisanos que por mi edad me tocó compartir, vivir y aprender. Y creo que debiéramos tratar de poner esa semillita en los chicos y jóvenes.
¿Es reconocido como hacedor de la Patria?
Por algunos sí y por otros no, como todo en Argentina. Debemos reconocer que, la sociedad en general cree que es mucho mejor lo de afuera que lo que nosotros tenemos. Es una cuestión cultural, pero ahí está el sentido de nuestra lucha para lograr que eso cambie. El gaucho hizo mucho por la defensa de la Patria y su generosidad ha ayudado a lograr la Independencia.
¿La inmigración fue mitigando la esencia criolla que deberíamos haber desarrollado más en la sociedad argentina?
Creo que no hemos hecho mucho por conservar nuestras tradiciones. Hay otros pueblos que son más aguerridos en cuanto a esto, pero hoy tenemos que luchar tratando por todos los medios de inculcarlas en los chicos. Estamos bregando por una ley para que se dicte, en el nivel primario, el tradicionalismo que rescate nuestros valores, así como las danzas folclóricas. Todo es difícil, pero seguimos movilizando los camiones con las vitrinas para las muestras, llevando los caballos y aunque se acerque poco público insistiremos porque vale la pena hacerlo.
¿Cuáles son las destrezas criollas más destacadas?
Aquí tenemos nuestra actividad social, en el campo desarrollamos las tareas ecuestres con las que cuenta el tradicionalismo, como la corrida de sortijas, jineteada, concursos de tropillas, exposición de aperos antiguos -las piezas que lleva el caballo para poder montarlo, desde la cabeza, el recado, todo… más aquellas que son elementos de trabajo: atador, lazo, llave torniquetera, lo que el hombre de campo necesita para movilizarse y para desarrollar su actividad allí-.
¿El caballo le da identidad al gaucho?
Es la pieza indispensable para el paisano en el campo, aunque hoy están las camionetas y los cuatriciclos. Pero hay estancias que todavía conservan las formas tradicionales de hacer el trabajo, como antes.
¿Es diferente el hombre de campo que habita la llanura?
Sí y eso se ve reflejado en sus bailes y su música donde lo caracteriza la melancolía. En las provincias el tono es más festivalero. La música de la llanura de la provincia de Buenos Aires es la milonga, el estilo, la cifra y sus cultores son poco conocidos, como Atilio Reynoso o Claudio Grelo, pero es porque son para escuchar y prestar atención en lo que dicen y eso, en un anfiteatro con mil personas, es casi imposible. Bailamos el triunfo o el cielito, pero nuestro corazoncito está en la música.
La gente con otro estatus, en los salones de la ciudad bailaba el minué o el pericón, pero el gaucho no participaba. Lo mismo que las amazonas como Manuelita Rosas que daba una vuelta dentro de la estancia, llevada por un lacayo y vestida con ropa del estilo europeo. No vivía en el campo.
La vida del gaucho fue muy dura, había que arreglarse como se pudiera, por eso el lomillo (confeccionado con junco, madera y cuero) era parte muy importante del recado donde tenía su casa, su cama y su abrigo. Por eso se los llamaba gauchos matreros porque las matras eran los textiles que llevaban sobre el lomo del caballo para su abrigo y llevaban la carona de vaca (pedazo de cuero sin curtir) para poner sobre el pasto para que no pase la humedad y poder dormir en la tierra.
¿Las nuevas generaciones quieren seguir en el campo?
Teniendo posibilidades se quedan, lo eligen, siguen la tradición.
¡Que así sea!
Texto y fotos: Isabel Bláser