«Aterrizar» en San Telmo

ElBalcon1En la reunión de El Sol, me escucharon hablar de San Telmo y, como siempre que hablo de mi barrio -como si fuera el de mi infancia-, me sugirieron escribir este artículo para transmitir la experiencia, la sensación de vivir acá y contar algo sobre el patrimonio “intangible” que nos ofrece este sitio. Lo cierto es que hace relativamente poco tiempo que “aterricé” en él, pero fue tan intensa mi conexión con este lugar que me fui metiendo cada vez más y casi sin darme cuenta, en sus calles, ferias, antros, centros culturales, museos, casas, gentes, negocios y se podría decir, mal y pronto, que estoy “hasta las manos”.

Me costaba decidir cómo empezar para transmitir lo que siento y, entonces, me acordé del mail que le escribí a mi mejor amiga en Madrid, días después de mudarme. Creo que no hay palabras mejores que describan lo que fue para mi: “Aterrizar en San Telmo”, por eso lo comparto con ustedes:

Hola amiga:

Perdón por haberme borrado este tiempo pero, finalmente ¡¡ME MUDÉ!! El departamento quedó hermoso, te va a encantar. Lo que más me gusta es un balconcito divino que tiene a la calle, típica callecita de adoquines y faroles de luz naranja. Si fuera mi tía diría: este barrio es para “alquilar balcones” y yo tengo uno propio… imaginate.

Me mudé un sábado a la mañana, día de sol increíble y al subir las cosas me crucé con: una viejita media loca que no paraba de hablar del clima, con un gringo buena onda y un flaco que tiene cosas de umbanda colgadas en el cuello ¿una mezcla no? Pero TODOS me saludaron y me miraron a los OJOS. En el edificio del otro barrio, la gente ni “bola”, nadie con nadie y esta vez me dije: esto va MUY BIEN.

Después de acomodar todo salí a comprar unas cosas de limpieza que me faltaban, como no conozco los negocios me mandé al mercado a ver qué onda y te juro que iba caminando, el sol me pegaba en la cara, se veía el cielo casi por completo y azul (por suerte y no sé hasta cuando, no hay casi edificios altos) y amiga: sentí la FELICIDAD, sentí la sensación de estar en mi lugar. Pensé que quizás era la emoción de la mudanza pero con el correr de los días me sorprendí de que esa sensación se fuera afianzando. San Telmo es increíble, salís a andar los adoquines una tarde y no sabés qué te espera a la vuelta de la esquina. La otra noche salimos con Juli y terminamos escuchando cantantes de ópera en la Scala de San Telmo, un hombre que estaba en la puerta nos vio muy chusmas espiando y nos invitó a pasar. La gente TE  IN-VI-TA.

No me hago la mística pero San Telmo te abre las puertas más insólitas y fascinantes.

Acá en la cuadra ya me conocen casi todos y me cuidan, conseguí plomero, electricista y guardaespaldas en un día. Lugar diverso y cosmopolita si los hay, donde convive el viejo vecino de toda la vida, el gringo viajero, el borracho de la esquina, los pibes cuidacoches, el músico, la artista plástica, el estudiante y yo… ¡ja! ¡ja! 

Estoy ansiosa por que vengas, quiero mostrarte esto, llevarte a pasear por la feria, a comer una pizza de molde como las de antes y a escuchar blues a un antro de acá a la vuelta donde tocan unas bestias que te morís.

En fin una mezcla rara, hipnótica, a veces creo que retrocedió el tiempo y estoy en los años 30 o que nací acá, no sé… camino entre las sombras de los faroles y me imagino historias y en las noches me llega por la ventana un tango, a lo lejos, del bar de la esquina. Otras veces escucho gritos, peleas y la calle pintoresca se convierte en inframundo. El cielo y el infierno se juntan en Defensa y Carlos Calvo.

Estoy muy feliz, monotemática pero FELIZ.

Un beso.

 

Pasaron unos 3 años desde esta carta, sumé unos cuantos amigos, crucé varias puertas abiertas, desde mi balconcito vi lunas y riñas, perros y lluvias. Acá jamás se puede sentir haber visto, escuchado, bailado, ni entendido TODO, siempre hay más. Y cuando me preguntan qué es para vos San Telmo, digo que “es como ese bar, el tuyo, al que llegas y siempre están los amigos”.

Cecilia Calderón

 

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