BEBA BIDART / LA ÚLTIMA BACANTE

Labios color rubí, piernas moldeadas por un escultor renacentista, manos de paloma que sienten frío.

Estaba en el ratoneo de los desposeídos y en las fantasías de todos los milongueros. Era el deseo de cualquier bardo de barrio y también la envidia de millones de féminas de batones y ruleros. “La Beba” era una diosa taconeando en un gotán.

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,

desde la nuca le subía un encanto particular,

una especie de olvido donde guardar los ojos,

esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Elianne Renée Schiani Bidart nació en Boedo el 3 de abril de 1924. La “Beba” tenía cuatro años cuando se subió al escenario del Teatro Labardén. A los ocho, ingresó a la Compañía Infantil que dirigía Concepción del Valle. 

La Beba soñaba con ser bailarina. Estudió danza clásica, pero nunca dejó de ser una muchacha querendona de aires domésticos. A los quince, será corista del teatro Casino y, en el Maipo, una de las bacantes de Adolfo Stray. En la Antigua Grecia las bacantes eran las mujeres en trance divino, que participaban de las bacanales en honor de Dionisos. 

En 1948 la Beba, poseída de frenesí, será la pareja de Carlos Thompson en Los Pulpos de Carlos Hugo Christensen. A partir de ese momento, se lucirá en más de treinta films: La vendedora de fantasías, de Daniel Tinayre; El túnel, de León Klimovsky; La casa grande, de León Fleider. En teatro acompañará a Tato Bores y a Olga Zubarry en Madame Trece.

En 1951 Carlos A. Petit la convoca para acompañar a Pepe Arias y a Marcos Kaplan, en el Maipo. 

La Beba va a educar la voz para cantar sus primeros tangos con la Orquesta Color Tango y el Trío Yumba. A fuerza de voluntad, estudio y talento, llega a grabar más de treinta tangos con Francisco Canaro. Sin ser una gran cantante, comienza a entreverarse con las diosas del tango de su época: Tita Merello, Elba Berón, Virginia Luque. 

Beba Bidart eligió moldear su figura a imagen y semejanza de su admirada Josephine Baker. Guasona, desinhibida, intuitiva, sexi, generosa, feminista, dotada de una voz inconfundible, Josephine Baker fue mucho más que un alma libre. También lo fue Beba Bidart. Luciendo sus piernas alucinantes desplegaba simpatía y desparpajo en los grandes templos de la noche porteña, como una gran bacante.

Las bacantes bailaban en los ritos iniciáticos, embriagadas por Dionisos, en las bacanales que se hacían en su honor.

La Beba, invitada por la orquesta de Mariano Mores, bailó su milonga Taquito Militar con varios Presidentes de la Nación: los generales Juan Domingo Perón, Pedro Eugenio Aramburu y Juan Carlos Onganía y también con Carlos Saúl Menem. Taconeando, la Beba era la bacante que en la corte y en el barro bailaba su gotán. 

Atención atención yo gritaba atención

pero ella invadía como el amor, como la noche,

las últimas señales que hice para el otoño

se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

La llamaron «El Gorrión de Buenos Aires» en relación a La Piaf. Jorge Göttling dijo que La Beba era La Bardot de los arrabales. La televisión le daría su gran popularidad. Será el paradigma de la milonguera, haciendo cortes y quebradas con Tito Lusiardo entre los Grandes Valores o en La Revista de Dringue, con Dringue Farías, donde comienza a cantar como una mujer de barrio de humor ácido y desencantado. Deslumbrara con Yira Yira en “La Botica del Ángel”, cantando a dúo con Enrique Dumas y con Pa lo que te va a durar para Silvio Soldán. Será siempre recordada por su baile de “El firulete”, con Julio Sosa.

La conocí en los años setenta en los estudios de Canal 13, mientras se grababa Rolando Rivas, la telenovela más popular de la televisión argentina. Allí componía a una mujer que manejaba un taxi, cantaba tangos y expresaba libremente sus deseos. La Beba era una suerte de vocera de la imaginación de las féminas que entre bambalinas me aconsejaba -yo era un adolescente- confesando sus ansias más secretas: quería “levantarse al ministro de Economía” (¡!).

Durante años la Beba fue pareja de Cacho Fontana, el prototipo del hombre exitoso, el locutor de la voz inconfundible y la sonrisa irresistible. Dicen que fue su gran amor. También se habla de una primera e intensa relación con Roberto Ximénez, un bailarín mexicano. Se rumoreaba que la Beba gustaba de amores imposibles. 

La Bidart vivió la vida intensamente cantando, actuando y haciendo lo que más quería: bailando un gotán.  

El 2 de noviembre de 1991 José Gobello y Sebastián Piana la propusieron para integrar la Academia Porteña del Lunfardo. La propuesta fue aceptada por unanimidad. Esa noche bailó un tango en el salón, acompañada por el piano de la otra gran Beba, Pugliese. “Nos regaló la poesía de un tango porque el baile era su manera de escribir”, dijo el académico Eduardo Rubén Bernal. 

Ella dijo de sí: “Me bautizaron milonga, allá por los arrabales y en esos viejos corrales, me hice hermana del gotán”.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,

caían a pedazos la furia, la tristeza,

la señora llovía dulcemente

sobre mis huesos parados en la soledad.

El 17 de agosto de 1979, abrió en Balcarce al 700 un pendant del Viejo Almacén, que llamó Taconeando. Beba Bidart lo animaba todas las noches “taconeando” y cantando un gotán. 

“Más el Dios abrió el camino de lo que nadie esperaba”, dice Eurípides en el final de Las bacantes. “Se van sin danzar, cabizbajas en la arena vacía”. El 27 de agosto de 1994 Beba Bidart no despertó. Ese mismo día murió Roberto Goyeneche, el último de los grandes cantores de tango. Como despedida, José Gobello escribió “Buenos Aires se despuebla”, parafraseando un poema de Arthur Rimbaud.

Fiel a su destino, la Beba había pedido a sus seres queridos que, cuando muriera, sus cenizas fueran desparramadas en la vereda de Taconeando. Era un pedazo de Buenos Aires y volvería, impalpable, a las calles de su ciudad. Hoy, esa vereda de la calle Balcarce se llama Beba Bidart.

La Beba fue la última bacante del Gotán.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,

con un cuchillo brusco me maté ….

voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,

él moverá mi boca por la última vez.

(Los fragmentos corresponden al poema GOTAN de Juan Gelman).

                                                                

Texto e ilustración Horacio -Indio- Cacciabue

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