“Café pendiente” en San Telmo
En el patio colonial del Museo Casa del Virrey Liniers
Es una iniciativa que invita a realizar una acción solidaria, sin fines de lucro, basada en la confianza. Consiste en pagar anticipadamente una taza de café para alguien que no tiene recursos. Surgió en 2008 en Nápoles, Italia, con el nombre de «Caffè Sospeso» y, gracias a las redes sociales, ya se ha extendido a varios países, con muy buena respuesta de la gente.
Una de las primeras personas que pusieron en práctica esta modalidad en Buenos Aires fue Paula Comparatore, dueña de “La Perichona”, despensa de comidas ubicada en Venezuela 469. “La finalidad no solo es ayudar a la gente en situación de calle, dándoles algo para comer y tomar, sino buscar de a poco la visibilidad y la inserción de estas personas en la sociedad. Evitar la discriminación y convertirnos nosotros también en un país más amigable, solidario y menos desconfiado”, explica Paula.
El Sol: ¿Cuándo empezaste a adoptar el “café pendiente”?
P.C.: En diciembre de 2012, una vecina, la diseñadora Sol Verdier, festejó su casamiento aquí. Ella había leído sobre el proyecto en Italia y me lo comentó. Fuimos los primeros en “abrirnos” a este tipo de café solidario. Como la propuesta coincidió casi simultáneamente a la apertura del negocio, salimos en radios, revistas y televisión. Mucha gente viene por el café pendiente.
El Sol: ¿Cuál es el perfil de los que practican esta modalidad?
P:C.: La mayoría es gente joven profesional que trabaja en la zona (ABC 1). Pero también hay personas que llegan de lejos: tuvimos un cliente que vino de Lomas del Mirador para pagar un café pendiente. Lo paradójico es que tenemos más cantidad de personas que lo ofrece que gente que lo pide. Tal vez se deba a la falta de difusión de esta práctica. Es responsabilidad de todos lograr que esto funcione y siga creciendo, sumando bares, haciendo correr la voz, aportando ideas constructivas.
El Sol: ¿De dónde viene tu inclinación hacia lo social?
P.C.: Soy veterinaria, pero siempre me gustó la cocina. Tengo restaurantes desde hace veinte años. Hace diez, abrí “El Federal” (homónimo del bar de San Telmo, pero en Retiro), que ofrece comida regional argentina. Del 2005 al 2008 tuve la concesión de Michelangelo e hice caterings para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La idea es que los espacios culturales sean lugares de reunión o de encuentro. Por ejemplo, acá viene un grupo de tejedoras, que son mujeres maltratadas. Usan el patio para las sesiones de tejidos. En esta misma cuadra, Venezuela al 400, está “Sopita y ropita”, donde reparten ropa y platos de comida a la gente en situación de calle. Hay que acercarse y entender lo que le pasa a cada uno. Hay personas que tenían casas y, por diversos motivos, lo perdieron todo. Cada vez hay más gente en la calle. Mi hijo, Marco, que tiene 9 años, ya puede ver los contrastes que tiene el mundo. Espero ser un buen ejemplo para él.
Por Diana Rodriguez