Cafés notables de San Telmo
La Poesía y El Federal
Si hay algo que distingue a San Telmo son sus cafés notables. La Poesía ubicada en la esquina de Bolívar y Chile y El Federal, en la intersección de las calles Perú y Carlos Calvo.
No es un mero comentario, ya que El Federal es un bar que fue fundado allí en 1864. Lo que en principio fue una pulpería luego fue un almacén con venta de bebidas. Su historia cuenta con diversos avatares hasta convertirlo en lo que es hoy: un lugar de atracción para los turistas que visitan nuestro barrio o para los se acercan de otros sitios de Buenos Aires a este bodegón hoy convertido en lugar de discusiones literarias filosóficas y de encuentro también entre los que vivimos en San Telmo.
En cuanto al café La Poesía, fue fundado en 1982 por el poeta Rubén Derlis. El lugar supo cobijar -entre otros- a Hernán Oliva (violinista, 1913-1988) y a Enrique “Mono” Villegas (pianista, 1913-1986) que concurría a tocar el piano en veladas que marcaron el rumbo a seguir. El café se cerró, temporalmente, en 1988 y fue refundado en el año 2008 por Pablo Durán, hombre perteneciente al rubro de la gastronomía y que supo convertirlo en lo que es hoy: un lugar clásico y moderno a la vez, con exquisitos platos y una excelente cafetería además de una cuidadosa atención. Cuenta con salas llamadas: Raúl González Tuñón y Maestro Juan Manuel Sánchez, donde existe un mural que fue el último de este gran artista plástico, integrante del Grupo Espartaco.
Hoy en día estos lugares se han convertido en una auténtica Torre de Babel, donde confluye gente de los más diversos orígenes. En una charla con el locutor, autor y documentalista Leonardo Busquets (1956) me comenta esto y mucho más acerca de los encuentros literarios que se realizan, sobre el particular decorado de ambos lugares con abundantes cuadros y fotos de los poetas y artistas que han convergido allí.
Las mesas de madera, a la vieja usanza, le dan un tono semejante al de estar en el Buenos Aires de antaño que se mezcla con la modernidad que requiere el tiempo presente. También existen estatuillas que caracterizan a los antiguos mozos. Una es la del camarero afrancesado con bigotes y vestido como se usaba antes y otra representa al mozo “agallegado”; que han dado tanto colorido a nuestra memoria colectiva.
No hay en Buenos aires demasiados lugares como estos, donde uno puede compartir un café, hacer amigos o pasar una velada leyendo un buen libro y se diferencian bien de los cafés modernos donde la prisa es prioridad.
Se podría hablar mucho, pero mi recomendación es que vayan, degusten sus deliciosas comidas, lleven -quizás- algún libro para leerlo entre bocado y bocado; porque -seguramente- saldrán reconfortados con la experiencia.
Roberto Luis Gutiérrez Calderón