CENS -Centro Educativo de Nivel Secundario-  

Una posibilidad que ayuda a mejorar la vida

“Para mí, interrumpir los estudios fue como poner la vida en suspenso”, dice Julia Arias que cursa el tercer año en el CENS. “A partir de empezar a cursar, la vida comenzó a ponerse en movimiento”. Este año recibirá su ansiado diploma y, aunque todavía no tiene decidido qué carrera seguirá después, sabe que este es solo el primer paso de una nueva escalera hacia el progreso. “Sé que estudiar me va a dar una nueva posibilidad de vida” completa esta alumna que -venida de su Bolivia natal- realiza grandes esfuerzos para combinar trabajo con estudio. “Pero se puede, con esfuerzo se puede” asegura Julia.

La historia de Julia es una más de los muchos que han elegido cursar o terminar sus estudios en alguno de los noventa y un CENS (Centro Educativo de Nivel Secundario) distribuidos por toda la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y que forman parte de la oferta que hay en educación de adultos. “Muchas veces no  son demasiado conocidos, pero abarcan una amplitud de orientaciones como: contabilidad, administración y algunas menos clásicas -aunque con posibilidades laborales concretas- como comunicación social, gastronomía o turismo; siempre en forma gratuita y aportando títulos oficiales de reconocimiento nacional” comenta Eduardo Agatiello, docente y director del CENS N°44 que a partir del 4 de septiembre pasará a llamarse oficialmente Héctor Germán Oesterheld por iniciativa de su comunidad educativa. “El nombre es un homenaje y se identifica con la orientación del colegio: comunicación social”, agrega.

Otro elemento atractivo en los CENS, es su diversidad horaria. Desde la mañana y hasta la noche permiten que el alumno pueda compatibilizar sus obligaciones, laborales, familiares o personales, con el estudio. El ciclo lectivo va de marzo a diciembre pero, para los que se quedaron fuera en ese lapso, también existe la posibilidad de comenzar a cursar en agosto o -en forma cuatrimestral- por materia.

“Yo buscaba un colegio para terminar la secundaria, conocía algunos privados pero no quería pagar por estudiar” dice Valeria Goncalvez quien, junto a un grupo de compañeros, está preparando un trabajo práctico. “A veces con mis hijos no tengo demasiado tiempo para estudiar, por eso aprovecho cuando vengo a cursar porque -además- se dan relaciones muy lindas de compañerismo en el que cada uno aporta lo que sabe. Por ahí uno la tiene más clara en matemáticas, otro da una mano en historia y otro en otra materia. Tratamos de ayudarnos entre nosotros y resulta” cuenta Valeria, asegurando que “no tiene ninguna materia baja” mientras Ciro, su hijo menor, pasa de brazo en brazo y ella va completando las carpetas. “Nació cuando arrancaba segundo año, así que estudió conmigo toda la secundaria” dice entre risas.

La cursada en los CENS es gratuita aunque algunos colegios tienen un aporte accesible a la cooperadora que les permite hacer mejoras en el establecimiento o comprar elementos didácticos. Muchos, además, poseen una vianda que a la noche ayuda a “engañar al estómago” pero el mate es un compañero más del curso.

“Cursar en un CENS  es una experiencia que trasciende al mero estudio. Además de poder cumplir una asignatura pendiente, brinda posibilidades de relación social y proporciona nuevas alternativas”, dice Eduardo Agatiello que trabaja en el CENS hace más de veinte años “y que no cambiaría por nada”, comenta orgulloso. Y agrega: “Los alumnos realizan visitas a teatros o a distintos lugares históricos, reciben invitados y transforman cada acto patrio en una ocasión que va más allá de lo formal. Esto genera un clima que beneficia el estudio y abre un abanico que les permite pensar en desarrollar algo diferente después de que se reciban. Estudien una carrera o no, buscamos abrirles una puerta al futuro”.

Para conocer qué CENS tiene cerca de su casa puede consultar el listado completo en http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion

Eduardo Martínez

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