Cerró el Almacén de Mario

Un fuerte cimbronazo se sintió el domingo 14 de octubre pasado en la esquina de Balcarce y EE.UU: Cerró sus puertas el “Almacén de Mario” después de 35 años y una profunda mezcla de alegría y de tristeza invadió a los vecinxs.

De muchas maneras la gente se fue enterando de la noticia y no hubo quien no pusiera el grito y el sentimiento en el cielo. Enseguida armaron grupo de WhatsApp y, motorizado por los tres hermanos Di Nápoli (Luca, Cristian y Gonzalo), se organizó el encuentro. La merecida despedida se hizo en la misma esquina: una choriceada en la calle para vecinxs, amigxs, familiares y para quien pasara y se arrimara al fogón. Hubo vino, risas, charlas, relatos de historias, llantos y muchos abrazos de los fuertes.

La vida de los Di Napoli transcurrió en dos hogares, el primero en Mataderos y el segundo fue el almacén de su papá en nuestro barrio. Se abrió en 1984 con el nombre oficial “Despacho de pan San Telmo”, que luego se utilizó solo como razón social porque la gente lo fue bautizando como quiso. Y pasaron los años, lxs vecinxs ya no eran solo vecinxs, eran tíxs, abuelxs, amigxs o madres postizas.

 -¿A la gente que vino hoy los conocen de toda la vida?

Cristian: Imaginate, el negocio lo abrieron en el año 1984 mi viejo, mi tío y mi abuelo. Nos conocemos de toda la vida, nacimos acá prácticamente; cuando veníamos con mi viejo, íbamos a las casas de los vecinos a jugar.

-Entre toda esta gente circulan un montón de historias ¿Alguna anécdota que quieran contar?

Gonzalo: Muchas. Con la gente del barrio, con la que pasa circunstancialmente, con los que cuidan coches. Nos han dejado chicos para cuidar, se han ido y se olvidaron de ellos…

Cristian: Una persona nos quiso iniciar un juicio por el nombre “El almacén de Mario” porque hay uno en Córdoba, vieron cómo lo bautizó la gente acá por el Facebook y querían cobrarnos derecho de autor.

-¿Cuál es el sentimiento en este momento?

Gonzalo: Es un cierre de etapa. La gente se merecía una despedida, un mimo después de acompañarnos tantos años. Para mí es muy doloroso, me costó mucho venir. Cuando falleció mi viejo hace 2 años y medio, en el velatorio nos dimos cuenta como nos acompañaba toda la gente.

Cristian: Lo mismo pasó cuando se murió mi mamá. Eso te gratifica, te conforta, te ayuda; en el Facebook pusimos que cerraba el negocio y aparecieron más de 70 comentarios con anécdotas, chistes e historias. Todo eso te ayuda a cerrar la herida.

-¿Que sienten por San Telmo?

Gonzalo: Todos nuestros amigos están acá, es una familia. No hay palabras. Pasamos de todo: los gobiernos, las crisis, los mundiales.

Humeaban ya, a punto, los chorizos. Lxs vecinxs no podían evitar participar y emocionarse. Nora Caminoa, que vive en el edificio lindero al almacén, pidió decir unas palabras: Yo ¨caí¨ en el barrio hace unos años y como para muchos vecinos errantes este lugar fue (se emociona con lágrimas en los ojos) un espacio que hizo que la gente se uniera, un lugar que te cobijaba, que me ayudó a que la gente me conociera. Es como el corazón del barrio para mí, no es lo mismo esta cuadra sin este lugar.

No mucho más que eso, ni mucho menos: cierres, momentos de barrio, de vida, de lugares y personas que construyeron lazos e historia. Terminé la nota con la emoción entreverada y el corazón apretado por la fraternidad recibida, pero también por la urgente necesidad que tenemos de poder contar mucho más sobre continuidades que sobre definitivos y pronosticados finales.

Cecilia F. Calderón

 

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