Charla de un matrimonio en la cuarentena
El diálogo surge espontaneo en una mañana de sol a fines de marzo de este 2020 marcado por algo inusitado e imprevisto. Sentados a la mesa del living, leyendo, una frase dispara estas reflexiones -entre Hugo y yo-, que comparto.
I.: Lo que nos pasa con el Coronavirus tiene que servirnos para ser mejores y formar una sociedad menos mediocre. Me resisto a pensar que esta experiencia no nos provoque como sociedad e insistamos en el individualismo.
H.: Esta situación producirá cambios a medida que la masa crítica (que en sociología se define como: la cantidad mínima de personas para que un fenómeno suceda) vaya creciendo, sea evolucionada, tenga un comportamiento superador, que traducido con relación a lo que pasa sería: una mejor actitud frente al prójimo. Esto se logra tomando medidas con sentido común, respetando lo que dicen los que saben y lo que piden las autoridades en el sentido de mantenernos aislados, conservando la solidaridad hacia los otros a través de nuestras conductas individuales.
I.: Esa masa crítica tiene que ser lo suficientemente importante en cantidad para tener injerencia frente al resto, porque si no se diluye en el total de la sociedad.
H.: Si hacemos un análisis de la sociedad argentina actual, vemos que muchas personas tienen poca empatía y eso no cambia solo. Que una sociedad logre una mayoría evolucionada y con mejor sabiduría quizás se dé a lo largo del tiempo y sorteando circunstancias que movilizan al conjunto, no de un día para el otro.
I.: ¿Siempre vamos a tener que pasar por sufrimientos extremos, porque no somos capaces de cambiar con el solo objetivo de ser mejores o simplemente para constituirnos en una raza mejor valiéndonos de ejemplos anteriores?
H.: Claro que se puede cambiar, pero no en el momento en que están pasando los hechos, porque ahí primero va a surgir el comportamiento natural de la especie que traemos a través de la historia. La actitud del hombre primitivo era la de huir o defenderse frente al peligro que lo acechaba, tratando de salvarse. Eso, en la memoria celular, se mantiene y para que pueda evolucionar tenemos que trabajar a partir de nosotros porque no se produce naturalmente. Como especie tenemos esa posibilidad, aunque no es fácil.
I.: A veces uno ve que al ser humano no lo conmueve otro ser humano ¡Es muy desagradable eso!
H.: Que haya una pandemia no provoca inmediatamente, en la gente que tiene ese comportamiento natural primitivo, un cambio que lo transforme en alguien más evolucionado, más ético y de mayor responsabilidad. El cambio no es drástico. Puede darse en lo individual y va sumándose a esa masa crítica que sí lo tiene a pesar de que su origen es el mismo. Por eso, como formamos parte de una comunidad ese pensamiento individual no solo no alcanza sino que se transforma en irresponsable y peligroso para el resto que sigue las reglas impuestas por los que saben.
I.: Es indignante la irreverencia del individuo que se cree más listo que el resto. Seguramente va a ser el que después pedirá a gritos que lo salven primero y los otros lo harán porque su empatía así se lo dicta.
H.: La empatía no es un comportamiento natural para mucha gente, algunas personas lo tienen más a flor de piel pero otras tienen que hacer un desarrollo en su personalidad para poder lograrlo, para poder darse cuenta que tener sentido común, ser responsable, ser ético, son logros que también debemos alcanzar.
I.: Tendría que ser un logro como ser humano, un objetivo, una virtud no algo circunstancial. Esta pandemia quizás ayude también para cambiar conductas propias.
H.: En una situación extrema como esta, después que transcurra -o quizás en este momento está ocurriendo- seguramente habrá gente que haya cambiado su conducta porque lo que vive hoy le permite darse cuenta que lo más importante es la salud no lo económico; porque tener más plata, ser exitoso no lo va a “salvar” si el virus se apodera de él. Quizás eso que no lo lograría de otra manera, ante una situación extrema lo hace tomar conciencia, replantearse el dejar de lado actitudes individuales y privilegiar las comunitarias, por ejemplo ayudando a otros. Después que pase quizás pueda mantener ese cambio y se sume a esa masa crítica evolucionada a la que aspiramos
I.: La idea es ser flexible y no aferrarse al famoso: “Yo soy así” que cierra todas las posibilidades. Pero para eso hay que estar atento a las propias acciones y a veces el espejo nos devuelve lo que no queremos ver.
H.: Es importante conocerse uno mismo, es un trabajo que se realiza en el tiempo. A lo mejor es tomar conciencia que en algún momento tuvimos conductas inapropiadas e ir haciendo un trabajo interno para tratar de modificarlas. Es propender a ser cada día más evolucionado, más sabio. El ser humano tendría que ir evolucionado a través de las distintas etapas que va viviendo. En algunas sociedades eso se destaca; a las personas más longevas se las respeta y se las considera más sabias por su experiencia de vida que se supone los ha hecho evolucionar.
I.: Me parece que la persona que cuando es joven no se interesa por evolucionar, solo porque pasen los años no va a cambiar, al contrario creo que esa conducta se profundiza.
H.: Es cierto y también a algunos les pasa que lograron un pico de desarrollo y luego se les nota una conducta decadente, de involución. Quizás ese desarrollo fue por la curiosidad natural de estar transcurriendo su vida, pero internamente nunca modificaron su esencia de manera exponencial y eso, en situaciones extremas, lo volverá vulnerable por su poco desarrollo. Las personas en su proceso de vida tienen posibilidad de evolucionar, pero no es algo que se alcanza con fórmulas escritas en un libro.
I.: A veces los ejemplos externos contagian.
H.: Los gobernantes que marcan conductas con su actitud y con su empatía con la sociedad que dirigen, son liderazgos que hacen que los individuos se sumen. También podemos pensarlo a nivel familia, porque cuando uno es niño va viendo los comportamientos pero eso no quiere decir que los vaya a seguir: algunos hijos los toman y otros no, porque no es solo lo que le marcan sino lo que tenga cada uno en la “mochilita” que trae.
I.: También cómo uno percibe esas conductas. Vos me dijiste una vez, ante una situación con nuestros hijos: “No es cómo lo digas sino cómo el otro lo recibe” y me parece que tiene que ser así porque si no los hijos serían un calco.
H.: Hay quien aprende de lo que le pasa en su historia, esto tendría que tener sentido para todos los seres humanos. Y digo tendría y no debería porque esta palabra es un mandato, en cambio tendría es una posibilidad. En el caso del aprendizaje, la experiencia es muy importante para tener en cuenta, porque si la persona no aprende y se sigue “chocando la cabeza contra la pared” cada vez su posibilidad de superación será menor y socialmente imposibilitará a que la masa crítica positiva crezca.
I.: Quizás este momento sea uno de esos que figuran en los libros como hitos que cambiaron la sociedad de la época.
H.: Podría ser que marque un antes y un después, no solo a nivel individual sino mundial, porque todos los países tienen dificultades. Además del Coronavirus estamos inmersos en una grave y compleja situación económica y social, donde hay una gran masa de gente que estaba mal en cuanto a su desarrollo y esto lo profundizará. Y también vemos que aun los que estaban bien van a tener dificultades, eso es inevitable. Algunos países tendrán más herramientas que otros pero nadie se va a salvar, porque estamos todos relacionados globalmente.
I.: Eso es bueno porque nadie se podrá hacer el distraído y decir que el problema es del otro. Quizás entendamos, de una vez por todas, que la solidaridad no es un eslogan sino una norma de convivencia. Podría ser que haya un cambio porque ¿Cómo sabían durante la Revolución Francesa que ese momento conllevaría los cambios que luego tuvo la humanidad?
H.: Muchos dicen que es el término del capitalismo económico, así como en su momento ocurrió el fin del comunismo. Si esto sucediera ¿Qué lo reemplazaría? Quizás podría ser una conjunción del capitalismo con el socialismo si el primero suma el hecho de tener en cuenta a la persona humana, cosa que caracteriza al segundo. No solo ponderar el éxito económico y la meritocracia como eje fundamental del individuo, transformándolo simplemente en un eslabón de la sociedad, sino como centro de ella.
I.: Con ese criterio, lo grupal es más importante que el individuo mismo. Sin embargo sin la evolución individual, lo social no cambia.
H.: Lo grupal es importante, pero siempre depende de quiénes son esos individuos que forman el grupo, qué valores y conductas prevalecen en ellos, porque eso enfocará el desarrollo de la masa crítica que lo conforma. Lo que marca a una persona es tener conductas beneficiosas para el bien común.
I.: Ojalá que este virus mate las malas conductas humanas o por lo menos que las aplaque.
H.: Las buenas y malas conductas siempre existieron: los voluntarios, médicos sin fronteras, bomberos, etc. y por otro lado los golpeadores, el abandono de niños, gente que robó y mató. De lo que hablo es que para que una sociedad tenga una conducta basada en buenos valores, la masa crítica tiene que ir tomándolos para crecer y para que el individuo tenga la posibilidad de desarrollarse con ellos.
Isabel Bláser / Hugo Lavorano