«Chocolatine» y «Liuba»

Ellas son bellas, dulces, serenas. Su vida transcurre como la corriente de un río tranquilo. Espían a los pájaros que se posan en la claraboya y a través de las rendijas de la puerta a Pipino -el palomo «descarado»- que las provoca llamando a la puerta con su pico.

Les gusta, eso quiero creer, cuando su ama con una taza de té -en la que a veces «Chocolatine» sumerge su pata y se relame (¿Tendrá antepasados ingleses?)- se sienta en su vieja butaca a leer y escuchar música. Se acuestan encima de ella y el tiempo se detiene en San Telmo. Cuando la «humana» pinta, cada una se adueña de un brazo del viejo sillón y miran con curiosidad lo que ella hace. Nunca tocan nada, respetando ese momento creativo.

Cuando su dueña, por esas cosas de la vida, tuvo que pasar días y noches entre la silla de ruedas y la vieja butaca, se instalaron con ella y nunca le pidieron comida ni agua, algo que saben pedir muy bien. No les gusta el agua de su cuenco, prefieren la de la vasija que contiene caracoles de mar y flores de la Buganvilia del patio.

Ellas son así, bellas…

Texto y Foto: Nelly Dutoit

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