Cineclubs de San Telmo
Por Diana Rodríguez
En San Telmo no hay cines. Quizás por eso, los cineclubs son como oasis en el desierto. Los hay más amateurs, como Dynamo, que se solventa gracias a las contribuciones voluntarias del público; más comerciales, como Mon Amour, que cobra una entrada de 20 pesos y se maneja con estricta reserva on line, y totalmente gratuitos, como el cine del Centro Cultural Caras y Caretas.
Dynamo comenzó a funcionar en 2006, en la casa de su mentor, Carlos Müller, en México al 500. Más adelante pasó al primer piso de la librería “La libre”, en Bolivar al 600. Allí, semanalmente se reúnen cinéfilos aficionados, como Roberto Gutiérrez Calderón, que presenta los films, habla del director y del momento en que se estrenó la película. Su pasión por el cine nació cuando era un estudiante de Derecho y vivía en el centro. “En esa época ir al cine era muy barato, entonces iba casi todos los días a la sala Lugones, al Arteplex, al Lorca. Buenos Aires era muy bohemia, y, a principios de los 80, no sorprendía que hubiera dos cuadras de cola para ver La nave va, de Fellini, en el Opera”, recuerda Roberto.
En 2010 se abrió el microcine de Mon Amour, en Carlos Calvo al 600, con capacidad para cincuenta personas. Allí se pasa cine independiente y se suele llenar. Actualmente cuenta con dos salas, la mencionada de San Telmo, y otra en el centro, que funciona en el Hotel Elevage.
“La oferta de ciclos de cine en la ciudad de Buenos Aires es muy grande, entonces tratamos de buscar un cine que no se encuentre en otras salas”, explica Carlos Castro, coordinador del área Artes Audiovisuales de Caras y Caretas. “Las proyecciones son los jueves a las 19.30 y domingos a las 19. No hay un criterio especial para seleccionar las películas”, agrega. “Algunas veces se programa cine de grandes directores (en marzo fue Ingmar Bergman), y otras por época. Por ejemplo en abril se verá cine norteamericano de los años ’40 y 50, temático o documental. La programación es bastante heterodoxa y eso creo que es necesario para avanzar sobre un público que es muy variado. Este ciclo (que surgió hace seis años, con el nacimiento del centro cultural ubicado en Venezuela 370), cuenta con una participación muy grande de la gente de San Telmo. Por otra parte, contamos con la ventaja de ser con entrada libre y gratuita”, explica Castro.“La mitad de la programación anual es nacional”, continúa el programador. “Los ciclos de directores o retrospectivas también incluyen al cine nacional”.
Los domingos de abril se podrán ver en el Centro Cultural Caras y Caretas títulos como Un tranvía llamado deseo; Qué bello es vivir; Hombres y Casablanca, entre otros. Mientras que los jueves volvemos con documentales nacionales como Orquesta Roja; Fin del Potemkim; El retrato postergado y El ambulante. Todos con una fuerte impronta del documental político”, concluye Castro.
El Extraño Señor Víctor (reseña de una proyección del Cineclub Dynamo)
Por Robert Godal
El mundo del cine data de muchos años. No importa la edad de una obra, una buena historia es apreciada a pesar del tiempo transcurrido.
El cine es una forma de fotografía y su desarrollo es el resultado de los adelantos técnicos producidos después de la original idea de los hermanos Lumière.
En San Telmo existe un club de cinéfilos y es una de las muchas opciones que tienen los vecinos para disfrutar de esta forma de arte. Durante todo el mes de marzo, el Cineclub Dynamo exhibió la película El extraño señor Víctor del director Jean Gremillon (1938) -proyección en 16 mm-.
La capacidad de proyectar imágenes sucesivas con el fin de avanzar la película, ha separado las 2 formas de arte (fotografía y cine). Esta película está realizada después de este invento y antes de de la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente toda la belleza de la fotografía clásica en negro y blanco, es manifiesta.
El escritor nos presenta la ciudad de Toulon y su gente, y nos guía entre sus prosaicos y dramáticos caracteres. Durante la primera mitad de la película nadie parece especial. El Señor Víctor es un respetado propietario de una especie de bazar. En realidad, es un traficante de objetos de valor robados a la gente rica o a la iglesia. Pero, nadie parece experimentar el daño que eso causa.
La historia es sobre la naturaleza humana. Las amistades y la reputación personal de Víctor parecen innegables. Vive con su esposa y su niño, pero su madre sigue influyendo en sus decisiones dándole órdenes y él está siempre pendiente de las opiniones de ella. No es evidente cuáles personajes tienen importancia en la historia porque todos son relevantes, todos viven sus propios desafíos. Pero allí se ven, como es normal en los negocios ilegales, las luchas por el poder y las ganancias. Observamos la vida de las parejas y son sorprendentes. A veces, los caracteres que parecen enigmáticos son más justos que aquellos que tienen más remordimientos y sentimos simpatía hacia ellos. Nadie reacciona igual a otro cuando enfrenta las tentaciones. Esta película es una historia de la caída y el arranque de frenesí.
La discusión de participantes cinéfilos del club considera también el momento político que vivía Francia en esa época. La elección de Hitler en Alemania crea en ese momento una atmósfera colectiva donde la sociedad toma una actitud agresiva. Es decir que el concepto de moral era poco profundo. Los individuos y sus acciones, en cada nivel de la sociedad, eran algo banales y oscuros.
El escritor revela su historia de manera lenta. Los espectadores observan un lugar sombrío con la presencia de la Armada Naval detrás la ciudad. Es una acción llena de sigilos y con ellos, los acuerdos mutuos. El mundo de entonces tomaba un sentido de supervivencia. Cuando la culpabilidad estaba por señalar otras víctimas, la tentación e injusticia tenían el aporte de la paz y la confianza. En este clima, el tiempo transcurre y trae sorpresas.
La oportunidad de mirar otras películas y expresar tus opiniones está a tu alcance, con un precio accesible y disponible a todos los que quieran asistir.