¿Cómo cuidarnos a nosotros mismos?

Una reflexión personal sobre la movida alrededor del PPP y los desafíos de organizarse y unirse
“Los chicos no saben cuidar porque no fueron cuidados” me dijo la psicóloga Cecilia Perrone en una entrevista para una nota que escribí sobre la militancia joven. Le pregunté en qué podía estar ocupada ahora aquella energía que había en la juventud política de los ’70. “Más que energía eran ideales que ahora no hay”, me dijo. Me explicó que los ideales se heredan o se aprenden y que hoy sólo hay consumo, mercado y mensaje apocalíptico porque no se sabe si habrá mundo en 30 años .
Cuando me habló del cuidado me pregunté “¿en qué momento fue que dejamos de cuidar, de cuidarnos a nosotros y entre nosotros?” Nuestro barrio, como la mayoría, está des-cuidado. Nuestra gente está des-cuidada como muchísima gente. Cada uno de nosotros suele estar des-cuidado aunque esté con el mejor traje, la mejor peluquería y la mejor prepaga.
El año pasado vecinos y representantes de asociaciones de San Telmo nos juntamos para intentar revertir parte de eso. Para recuperar la ética del cuidado y protegernos de los atropellos. Muchos habían intentado antes acciones individuales buscando parar demoliciones, restringir el transporte pesado, ordenar el espacio público, etc, etc. Pero las acciones individuales –aunque importantísimas– casi siempre son débiles para enfrentar al poder constituido y organizado. Y en el marco de la diversidad de intereses colectivos pueden ser sectoriales y hasta sectarias.

Patricia Barral en una reunión de San Telmo Preserva

Patricia Barral en una reunión de San Telmo Preserva


San Telmo Preserva nació en la urgencia, a los empujones por la Administración Macri. Creció atropelladamente. Y lo hizo en la necesidad de unir esas voluntades sueltas, esas acciones inconclusas por la burocracia y los intereses y para intentar dar respuesta a esas preguntas que esperaban. Cuando me preguntaban solía decir que STP era como un paraguas donde podían cobijarse esos esfuerzos solitarios y sectoriales (sin perder identidad) en pos de un objetivo común.
Todos entendimos en aquel momento que debíamos estar unidos y sin fisuras para ganar esa batalla contra el Proyecto Prioridad Peatón que ya parece lejano, pero que hace 7 meses iba a hacer desaparecer al Casco Histórico tal como los queremos. Requirió un enorme esfuerzo la construcción del grupo de vecinos. Limar asperezas, conjugar ideas diferentes, amalgamar posturas y desprenderse de intereses personales para comulgar en los colectivos. Defender el patrimonio, proteger nuestro estilo de vida, impulsar la puesta en valor del barrio y exigirle al gobierno respeto a las leyes y a quienes aquí habitamos fue lo que nos impulsó.
En el medio aparecieron otras batallas. Los postes de iluminación en la calle EEUU, la defensa del sistema de catenarias (luces colgantes), los parquímetros, las veredas. En fin, acciones tendientes a preservar este Casco Histórico que tiene la particularidad de estar habitado y tener una fuertísima identidad barrial.
También comenzó la discusión acerca de la necesidad de ordenar el espacio público. Locales gastronómicos que todo lo ocupan incluso impidiendo la accesibilidad, la venta callejera descontrolada, la música enloquecedora en la calle Defensa, las posibles rejas del Parque Lezama. Y aún más: apareció un debate sobre los derechos que diversos sectores o personas creen o sienten haber adquirido con el tiempo sobre el barrio.
Este momento entonces podría convertirse en un reflejo de lo que solemos criticar en la dirigencia política: una batalla de egos, vanidades e intereses. O podría constituirse en una época nueva, vital y comunitaria, donde la consigna sea atender los problemas mirando en algunos casos el fondo de la cuestión más allá de ideologías y paranoias.
Las decisiones que afectan al conjunto no pueden estar dictadas por el miedo, las ambiciones, la indolencia, el mal humor, las obsesiones o los prejuicios. Este tiempo requiere de nuestro mayor esfuerzo y cuidado, y de nuestro aporte personal para hacer un espacio inclusivo, que deje de confinar extramuros a los vulnerables e intramuros a los mejor acomodados. Si no entendemos esto no habrá reja que proteja del miedo, ni patrimonio que aguante la avaricia, ni negocio que subsista a la crisis, ni espacio público que resista las necesidades de los desamparados.
No estamos solos en esto, los medios nos acompañan, representantes políticos, de la seguridad y funcionarios nos acompañan, otras organizaciones barriales nos apoyan. Pero lo más importante es que nos tenemos a nosotros, que juramos querer al barrio, que podemos ser capaces de escuchar, de pensar y discutir (sin querer aplastar al otro) las mejores soluciones a los problemas para que los vecinos históricos no sientan que están siendo desplazados, los que menos tienen no se sientan discriminados y los que llegan vean que somos una comunidad digna de respeto que se ocupa de sus asuntos.
—Patricia Barral, vecina, periodista e integrante de San Telmo Preserva

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